En esta temporada de calor extremo, ¿has sentido menos hambre? Para esto, hay una explicación científica que involucra diversos mecanismos y hormonas.

“Hay dos procesos contrarios: el hambre y la saciedad. Ambos involucran el estómago y el cerebro”, apuntó la directora de Ciencias Aliadas a la Salud, de la Universidad Ana G. Méndez, doctora Stefani M. Cruz Rosa. Así, las hormonas gástricas grelina y leptina son clave en dichos procesos. Mientras la grelina estimula la sensación de hambre, la leptina es la encargada de la sensación de saciedad (sentirse lleno luego de comer).

El estómago vacío segrega la hormona grelina, que estimula la motilidad gástrica (movimientos que facilitan que los alimentos pasen por el tracto gastrointestinal) y la secreción de ácido gástrico, necesario para la digestión de los alimentos.

Así, la grelina viaja por el torrente sanguíneo hasta llegar al hipotálamo, región del cerebro que, además de regular el hambre y la sed, también produce hormonas que controlan la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y los estados de ánimo.

En el hipotálamo se activan el neuropéptido Y y las orexinas A y B. El primero se encarga de preparar el cuerpo para empezar a incorporar alimentos, disminuye la termorregulación y produce enzimas. Las orexinas tienen el rol de estimular el hambre.

La termorregulación es el proceso natural del cuerpo para mantener su temperatura estable en el valor normal promedio. Por su parte, el metabolismo se refiere a los procesos físicos y químicos que convierten los alimentos en energía. “Cuando comemos, la temperatura corporal va a aumentar”, indicó la entrevistada.

La tasa metabólica aumenta al ingerir alimentos; esto se conoce como el efecto térmico de los alimentos. De esta manera, la termogénesis inducida por la dieta se refiere al calor que genera el cuerpo, en respuesta al acto de comer y el incremento en el gasto energético.

Por esta razón, si hace calor y comer ocasiona que la temperatura corporal suba, el cuerpo va a tender hacia la homeostasis o el equilibrio. La sensación de hambre disminuye en la búsqueda del cuerpo por recuperar la temperatura adecuada.

En cuanto a los grupos de alimentos, las proteínas requieren más energía para ser digeridas. El efecto térmico de estas es mayor que el de las grasas y los carbohidratos.

Por otra parte, la leptina se encarga de enviar la señal de saciedad al cerebro. La insulina —que estimula la producción de leptina— también funciona como hormona de la saciedad.

Sin embargo, no necesariamente todas las personas responderán de la misma manera en cuanto a la asociación entre el calor y tener menos hambre.

Además, recordemos que hay personas que pueden ser más vulnerables al calor como los adultos mayores, las personas con condiciones crónicas, las personas embarazadas, los bebés y niños, así como quienes trabajan al aire libre, por ejemplo.

¿Qué comer y qué alimentos limitar en días calurosos?

Ante las particularidades y necesidades específicas de cada persona, la doctora Cruz Rosa recomendó la visita a un nutricionista dietista para consultar y establecer tus requisitos nutricionales.

“Debemos consumir alimentos que nos nutran y nos hidraten”, dijo. Así, mencionó las frutas como el melón, la fresa, el kiwi y la piña. Igualmente, los vegetales, las sopas frías y los batidos son una buena opción, y, claro, tomar agua. A los niños que son lactados se les pueden dar paletas de leche materna.

Por el contrario, las bebidas azucaradas, las estimulantes como el café y el té; las bebidas energizantes y el alcohol no son recomendados.

“Tomar varias bebidas energizantes al día puede elevar tus niveles de cafeína lo suficiente como para afectar tu corazón. Los niveles elevados de cafeína pueden ser peligrosos, si se suman a la tensión que el calor ejerce sobre el organismo”, informan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés).

Con respecto a las falacias sobre los mejores alimentos para consumir durante los días calurosos, la doctora Cruz Rosa mencionó el mantecado. Más allá del placer de consumir algo frío, el mantecado tendrá, también, el efecto térmico discutido anteriormente.

Igualmente, sustituir las frutas enteras por jugos no es aconsejable. Los jugos son altos en azúcares y calorías, y tienen menos fibra. Si decides consumir jugo, opta por 100 % jugo de frutas.

Sin duda, los efectos del cambio climático impactan nuestros patrones alimentarios, así como el acceso a la comida, la sostenibilidad y la seguridad alimentaria.

“Los científicos prevén que las temperaturas globales seguirán aumentando durante muchas décadas, principalmente debido a los gases de efecto invernadero producidos por las actividades humanas”, informa la página web de la NASA Cambio climático global. Al respecto, la doctora Cruz Rosa enfatizó la importancia de educarnos sobre el cambio climático y su vínculo con la nutrición.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Saludable.