Siempre nos han dicho que el desayuno es la comida más importante del día. Igualmente, no ingerir desayuno se ha vinculado a la obesidad porque se aduce que esto provocaría una mayor ingesta de calorías durante el día.

Con esto en mente, un estudio transversal (de recopilación de datos de un grupo de personas en un momento determinado) -que reunió a 310 participantes adultos entre los 30 y los 75 años, y residentes en Puerto Rico en 2015 durante al menos diez meses antes del estudio- examinó la asociación entre la frecuencia de las comidas diarias y la obesidad abdominal (definida como la circunferencia de cintura o la relación cintura-cadera altas). Tal como exponen los autores de dicha investigación, diversos estudios observacionales y ensayos controlados aleatorizados han arrojado resultados contradictorios sobre la relación entre el consumo de desayuno y la obesidad.

Para el 2021, el Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo del Comportamiento (BRFSS, por sus siglas en inglés) reportó una prevalencia de 36.4 % de sobrepeso en la población de Puerto Rico y 36 % de obesidad, en una clasificación del peso según el índice de masa corporal. En 2016, la prevalencia de sobrepeso había sido de 35.8 % y la de obesidad de 30.7 %.

Junto a los patrones alimentarios, los determinantes sociales de la salud tienen una gran repercusión en las tasas de sobrepeso y obesidad. “Es una situación compleja en el panorama de la salud pública”, expresó el doctor José F. Rodríguez Orengo, director ejecutivo de FDI Clinical Research y uno de los autores del estudio junto a la primera autora (quien lidera el estudio), la doctora Martha Tamez, del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard; y la doctora Josiemer Mattei, directora de investigación de salud pública de FDI Clinical Research.

Mediante una serie de cuestionarios, los participantes indicaron sus patrones alimentarios. Algunos resultados fueron que el 70 % de los participantes desayunaba al menos dos veces por semana a todos los días. De igual forma, el 41 % declaró almorzar todos los días y el 46 % cenaba cada día. En cuanto a la merienda, el 37 % dijo que nunca o rara vez la consumía.

La prevalencia de obesidad abdominal en la población del estudio, en cuanto a la relación cintura-cadera alta, fue de 76.8 %, y el 75.5 % presentaba una circunferencia de cintura alta, según la definición de la Federación Internacional de Diabetes.

De acuerdo con los autores del estudio, medir la circunferencia de la cintura o la relación cintura-cadera puede ser más adecuado que el índice de masa corporal porque los riesgos para la salud asociados a la obesidad se deben, principalmente, a la distribución de la grasa corporal y no a la adiposidad general.

Asimismo, en comparación con los participantes que comían menos o igual a 1.5 veces al día, los participantes que comían entre 1.5 y tres veces al día tenían 2.75 veces más probabilidades de tener una circunferencia de cintura alta, y los participantes que comían tres o más veces al día tenían 2.88 veces más probabilidades.

“Vimos que la obesidad abdominal en las personas que no consumían el desayuno era menor que las personas que sí lo hacían”, expuso el doctor Rodríguez Orengo.

De esta manera, los autores del estudio -que identifican varias limitaciones de la investigación como la falta de información sobre los alimentos y la composición nutricional del desayuno consumido, y reconocen la necesidad de un análisis más profundo- no descartan la hipótesis de que comer con mayor frecuencia se asociaría con mayores probabilidades de obesidad abdominal, pero sí rechazan la hipótesis de que no ingerir el desayuno también estaría asociado con la obesidad abdominal entre los adultos que viven en Puerto Rico.

En cualquier caso, es necesario enfatizar que el estudio reseñado sostiene que “los adultos de Puerto Rico pueden seguir incluyendo el desayuno como parte de sus conductas alimentarias habituales sin que aumente ni disminuya su probabilidad de padecer obesidad abdominal, siempre y cuando el desayuno esté compuesto por alimentos saludables y dentro de los requisitos de equilibrio energético del individuo. La evidencia de la asociación entre la frecuencia de las comidas y la obesidad también es inconsistente”.

Por otra parte, FDI Clinical Research -dedicado a la investigación clínica sobre enfermedades hepáticas, oncología, inmunología y salud pública, entre otras áreas- lleva a cabo otros estudios relacionados con la nutrición.

El doctor Rodríguez Orengo -miembro fundador de MBQ Pharma, compañía farmacéutica para el desarrollo de productos contra el cáncer, patentados por la Universidad de Puerto Rico- mencionó el Estudio observacional de tendencias psicosociales, ambientales y de enfermedades crónicas de Puerto Rico (PROSPECT), que identificará asociaciones longitudinales de factores de riesgo psicosociales, relacionados con la alimentación y factores cardiometabólicos.

Igualmente, el centro de investigación llevará a cabo un estudio sobre el efecto de la dieta mediterránea en la salud, adaptándola al uso de productos puertorriqueños y alimentos que se pueden conseguir fácilmente en Puerto Rico. A su vez, realiza estudios sobre el hígado graso no alcohólico.

En cuanto a las recomendaciones para mantener un peso saludable, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades destacan varias:

  • ¡Actívate!: Aunque la cantidad de actividad física necesaria para bajar de peso o mantenerlo varía en cada persona, se recomienda hacer ejercicios regularmente. Generalmente, 150 minutos a la semana de actividad aeróbica de intensidad moderada -como caminar rápidamente- es la pauta.
  • Come sano: Consulta con un nutricionista-dietista sobre cómo mejorar tus hábitos alimentarios y hagan un plan nutricional personalizado, planifica las comidas y aprende cómo interpretar las etiquetas de información nutricional en los productos. Para mejorar la higiene del sueño, procura dormir en un espacio tranquilo, oscuro y con una temperatura agradable, sin dispositivos electrónicos, y evita comer abundantemente antes de acostarte, así como la cafeína y el alcohol.
  • Duerme bien: Esto se refiere no solo a la cantidad de horas, sino también a la calidad del sueño. Se recomienda que las personas de 18 a 60 años duerman siete horas o más por día; las personas de 61 a 64 años, entre siete a nueve horas; y las personas de 65 años o más de siete a ocho horas diarias.
  • Maneja el estrés: Realiza actividades para tu disfrute, relajación y autocuidado, conecta con otras personas y conversa sobre cómo te sientes.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.