Las abuelitas no se equivocan. Partiendo de esa premisa, podemos recordar las innumerables ocasiones en que nos insistieron para que tomáramos las famosas pastillas de aceite de bacalao y pescado. Pero ¿por qué insistían tanto? Pues, resulta que estas pastillas tienen innumerables ingredientes beneficiosos para la salud como los ácidos grados conocidos como omegas. En esta ocasión, les hablaré sobre el omega-3 y sus numerosos beneficios.

Existen tres tipos de ácidos grasos en el omega-3: el ácido alfa-linolénico (ALA, por sus siglas en inglés), el ácido eicosapentaenoico (EPA, por sus siglas en inglés) y el docosahexaenoico (DHA, por sus siglas en inglés). El ALA es un ácido graso que nuestro cuerpo no puede producir por sí solo y que encontramos exclusivamente en nuestra dieta. Los ácidos grasos EPA y DHA pueden producirse a partir del ALA en nuestro cuerpo, aunque en pocas cantidades.

Los ácidos grasos EPA y DHA son muy importantes, ya que nos ayudan a combatir los altos niveles de triglicéridos y colesterol en la sangre, controlan las arritmias cardíacas, contribuyen al desarrollo del sistema cerebro y cardiovascular y, por último, a nivel neuronal, ayudan a crear la mielina, la cual es responsable de que los impulsos eléctricos en nuestras neuronas viajen más rápido. Por esto, hoy día se añade DHA y EPA a las fórmulas de infantes que les ofrecemos a nuestros hijos en sustitución de la leche materna.

Por esta y varias razones, los ácidos grasos EPA y DHA son nuestros aliados, más aún las personas que padecen de problemas cerebro y cardiovasculares, ya que estos evitan que las placas de colesterol se alojen en las venas y arterias, previniendo posibles accidentes como derrames cerebrales y ataques al corazón.

Como si estos beneficios fuesen poco, el doctor Dan L. Waitzberg y la doctora Priscila Garla, en su estudio “Contribución de los ácidos grasos omega-3 para la memoria y la función cognitiva”, exponen que la ingesta de pescado y otras fuentes de ácidos grasos omega-3, EPA y DHA ha sido asociada con el retraso del deterioro cognitivo leve y del riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer en adultos mayores. Aunque dichos estudios aún no han concluido existe la correlación entre el consumo de omega-3 y lo antes mencionado. Ciertamente, el omega-3 es una grasa poliinsaturada que todos debemos consumir y que se encuentra muy accesible en forma de suplementos como el aceite de pescado, aceite de bacalao y ciertas algas. En caso de querer consumirlo de manera natural, se puede encontrar en los alimentos. Usualmente, podemos ingerir los ácidos grasos EPA y DHA por medio de los peces de aguas frías como las sardinas, el atún y el salmón. El ácido graso ALA lo podemos ingerir por medio de alimentos como semillas de linaza y chía, nueces, aceite de canola y aceite de soya, y en otros alimentos fortificados como leche, yogur, jugos, bebidas de soya y ciertas formulas infantiles. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) recomienda que se consuma hasta un máximo de 3 gramos de omega-3 al día. La deficiencia de omega-3 por un tiempo prolongado puede llevar a que las personas identifiquen cambios en el cuerpo como estar propensas a angina pectoral, tendencia a que los niveles de presión arterial se eleven, caída de cabello por inflamación, erupciones en la piel, piel reseca, picazón y enrojecimiento en diferentes partes de la piel.

Aunque en rara ocasión se pueden experimentar efectos secundarios, debes prestar atención a síntomas como náuseas, diarreas, vómitos, acidez, estreñimiento y cambios en el gusto. En caso de presentar alguno de estos, es importante que descontinúes inmediatamente la suplementación y consultes con tu médico primario. En términos generales, podemos concluir que el omega-3 es un súper nutriente y nuestras abuelas nunca estuvieron lejos de la verdad.

El autor es nutricionista dietista y miembro del Colegio de Nutricionistas y Dietistas de Puerto Rico.