Sídney. El gobierno de Nueva Zelanda, que adoptó una de las políticas más duras del mundo contra la pandemia del COVID-19, anunció este lunes que eliminará desde esta medianoche el aislamiento obligatorio de siete días para los infectados con el coronavirus y el resto de medidas aplicadas.

Entre ellas el fin del uso obligatorio mascarillas faciales en centros sanitarios y residencias de ancianos, indicó hoy la ministra neozelandesa de Salud, Ayesha Verrall, en un comunicado.

“Aunque nuestro número de casos seguirá fluctuando, no hemos visto los picos dramáticos que caracterizaron las tasas de COVID-19 el año pasado”, comentó Verrall.

Relacionadas

A partir del martes, los más de cinco millones habitantes de Nueva Zelanda que se contagien tendrán la opción de aislarse de forma voluntaria durante un período de cinco días, según las recomendaciones dadas en el anuncio ministerial.

El fin de las medidas coincide con el nivel más bajo de número de casos notificados desde febrero de 2022, cuando la nación reabrió progresivamente sus fronteras y lo que causó que el número de infecciones se dispara.

Actualmente, el país oceánico -donde más del 90% de la población mayor de doce años ha recibido las dos dosis de la vacuna- acumula más de 2.4 millones de contagios, que incluyen 3,249 fallecidos, según datos oficiales.

El gobierno de Nueva Zelanda, durante la crisis sanitaria comandado por la primer ministro Jacinda Ardern, fue aplaudido por aplicar unas de las políticas más duras del mundo para combatir el COVID-19, que incluyó largos confinamientos a pesar de notificar pocas infecciones y el cierre total de sus fronteras internacionales en marzo de 2020.

No obstante, también surgió un numeroso grupo crítico contra el gobierno que protagonizaron una ola de violentas protestas entre febrero y principios de marzo de 2022 frente al Parlamento de Wellington.

“Ha sido un largo camino, pero gracias a mucho trabajo, el enfoque de Nueva Zelanda frente al COVID-19 ha pasado de ser una respuesta de emergencia a una gestión sostenible a largo plazo”, afirmó la la ministra neozelandesa de Salud.