Tarea difícil, pero necesaria educar sobre el VIH
Una experta comenta sobre los nuevos retos en la prevención
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Según las estadísticas del Departamento de Salud y Servicios Humanos (DHHS) de los Estados Unidos, tanto el país como sus territorios están encaminados en la meta de reducir el contagio del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) a cero para la próxima década.
En la página web AIDSVu, los datos locales sobre la prevalencia del virus reflejan que, hasta el 2021, había 15,801 personas viviendo con esta enfermedad crónica. En ese mismo período, también se registraban 410 nuevos casos.
Entre estos casos nuevos, poco más del 80 % ocurrieron en personas de género masculino. La concentración mayor de estos nuevos casos se da en el grupo demográfico entre los 25 y los 34 años. Hay que resaltar que estos nuevos casos ocurrieron luego del encierro pandémico, una situación que igualmente se reflejó en otras condiciones de salud.
El porqué de los nuevos casos
A juicio de la doctora Angélica Santiago Ruiz, existe una realidad innegable: el aumento en los casos concurre con la reducción de esfuerzos educativos sobre salud sexual en el currículo de educación del país.
Santiago Ruiz, quien funge como coordinadora del Programa de VIH en el Concilio Integral de Salud de Loíza (CSILO), admitió que, en los doce años que lleva realizando esta labor de apoyo, ha podido percibir el cambio.
Además de su grado en Medicina, Santiago Ruiz obtuvo sendos grados en Gerontología y Educación en Salud. Con todo ese bagaje académico y experiencial, la doctora ha podido ver, analizar y entender las situaciones relacionadas con la salud sexual en Puerto Rico.
“Hay que partir de que el VIH es una enfermedad que afecta el cuerpo a nivel sistémico, es decir, afecta el sistema inmunológico, pero igual desarrollas otras condiciones que empiezan a aparecer más temprano en la vida, porque produce una especie de envejecimiento acelerado”, detalló Santiago Ruiz. “Entonces, si pensamos en la prevalencia de las enfermedades que tiene la población vieja del país, estamos hablando de un problema que, a futuro, puede ser complicado”.
La experta admitió que, en el caso de sus pacientes, la supresión del virus está muy controlada porque hay muchos esfuerzos educativos, a nivel interno, que la organización donde trabaja realiza para mantener tanto el apoyo al paciente desde el control de su afección de salud hasta reforzar actividades comunitarias que mejoran la calidad de vida.
“En ese aspecto, aquí se controla mejor el VIH que la diabetes o la hipertensión, porque las personas quieren salir y disfrutar, y con eso descuidan la dieta y aumentan las posibilidades de desarrollar estas condiciones. Por eso queremos que [el paciente], a través de esas intervenciones educativas, entienda su enfermedad y se prepare para su vejez porque, desafortunadamente, es una población que va en aumento y con muchos retos”, subrayó la experta, quien opina que los servicios de salud para poblaciones de edad avanzada en los próximos años serán un asunto de importancia y deberían ser una prioridad urgente para las autoridades gubernamentales.
“Sobre todo porque estamos hablando de una población que se está encargando el cuidar familiares. Hay que atender a ese grupo de los que somos muy viejos para ser jóvenes, y muy jóvenes para considerarse viejos –no tienen hijos, o pareja… No hay ningún proyecto específico de ningún gobierno que haya propuesto un plan adecuado para desarrollar espacios de vida a largo plazo, porque estos pacientes de larga duración (long-term survivors, o LTS) pudieran vivir más por la eficacia de los nuevos tratamientos. Para mí, estas situaciones deberían estarse discutiendo ahora, mirando a futuro, y educar, educar, educar”, puntualizó.
Las comunidades sí se están organizando a través de centros de servicio y apoyo que reúnen a pacientes que viven con VIH para mantener un control de sus comorbilidades, de manera que el impacto del envejecimiento acelerado que produce el virus no golpee tan fuerte a esa población. “También tenemos grupos de apoyo entre pacientes, enfocados en educar y orientar sobre la salud física y mental –que también es importante”, añadió Santiago Ruiz.
El estigma prevalece
Una de las razones primordiales que la doctora Santiago Ruiz plantea con seriedad es el asunto del estigma hacia las personas que viven con VIH. “No es lo mismo que yo me pare en un foro y diga, por ejemplo, ‘tengo cáncer’ ―ahí la reacción es ‘ay bendito’. Cuando revelas tu diagnóstico de la enfermedad, todavía hay gente que ‘te pone el sello’, no por la enfermedad como tal, sino por especular sobre la forma en que ocurrió el contagio”, aseguró.
En cambio, los jóvenes no se perciben en riesgo. “Piensan que es una enfermedad curable, más bien, tratable, o sea, se puede resolver con una pastillita. Sí, los tratamientos han evolucionado desde necesitar un cóctel de seis medicamentos diarios, bien tóxicos al sistema, a una sola pastilla e, incluso, el tratamiento inyectable [que se administra] cada dos meses”, comentó. “Y a eso hay que sumarle el desarrollo de las comorbilidades, que son muchas y complican el panorama, si no tienes un cuidado integral de tu salud”.
La también gerontóloga planteó que la población de la segunda vuelta de baby-boomers, la generación X y los millennials es la que, a su juicio, mantiene esa actitud negativa. “Curiosamente, según los números (presentados por el DHHS), en todos esos grupos es que se concentran los nuevos diagnósticos, siendo nosotros, los ochentosos, el grupo de menor incidencia”, detalló.
Esencial la educación
Para la experta, las educación sobre las ITS –incluyendo el VIH– y, por extensión, la sexualidad saludable, se han eliminado de muchos currículos académicos en los años formativos, algo que considera peligroso. “He visto cómo ha cambiado ese panorama”, afirmó. “Además, con todo el tema de la tecnología y el acceso a contenidos que estimulan la curiosidad como, por ejemplo, la música, que ahora es más explícita, hay que empezar a educar [a los jóvenes] más temprano”.
“El uso de barrera protectora para tener relaciones sexuales sí es efectivo, si se usa correctamente. Los fabricantes [de barreras como condones o dental dams] se han puesto creativos y hay productos para todos los gustos: con sabores, con diseños, con texturas, de distintos tamaños. ¿Qué no se siente igual? Pues, tienes que partir de la premisa de que, cuando entras en contacto [sexual] con otra persona, también te expones a su historial sexual previo”, subrayó, sin antes aclarar que está de acuerdo en que cada persona tiene el derecho a disfrutar de su vida persona y su intimidad —incluyendo la sexualidad— de la manera en que desee.
“Juzgar es uno de los asuntos que, como dije antes, siguen marcando el estigma. En este caso, se trata de conciencia porque ese momento de placer que te disfrutaste tanto pasó y, cuando llegan las consecuencias, aún con los tratamientos, le añade una complicación a la vida. Eso no quiere decir que salgas y disfrutes como mejor lo sientas, pero haciendo una negociación contigo mismo y con tus parejas sexuales para hacerlo de una manera divertida y saludable”, dijo.
Por otra parte, la educación también debe reforzarse en los adultos mayores, quienes no se piensan en riesgo. Santiago Ruiz apuntó a los tratamientos para disfunción eréctil [en los hombres] y los reemplazos de hormonas [en ambos géneros] que mantienen vivo el deseo sexual, lo cual impulsa un deseo que, según explica, nunca se apaga.
“Se nos olvida que los viejos sí sienten deseo sexual y buscan satisfacerlo. Entonces, hay que educar de otra manera, particularmente en la oficina del médico primario, porque las enfermedades de transmisión sexual siguen ahí. Muchas veces ocurre por la combinación entre el doctor que no pregunta [sobre el tema] y el paciente que no comparte información [sobre su vida íntima]”, admitió.
Finalmente, Santiago Ruiz recalcó en la promoción adecuada de la PrEP, que ha probado su efectividad. “Todas las personas hábiles para recibir PrEP no se han orientado adecuadamente”, concedió. “En eso, las autoridades locales de salud, las organizaciones comunitarias que sirven a estas poblaciones y otros esfuerzos, siguen ocurriendo con éxito, pero, para mí, no debe ser un asunto que se recalque cada año, sino todos los días,” concluyó.
El autor es periodista colaborador de Puerto Rico Saludable.
Este contenido comercial fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.