En una ocasión, se escuchó a un hombre afirmar que el envejecimiento comienza después de los 90. Cuando se le preguntó al respecto, respondió con convicción que su vida no había terminado. " ¡Qué va, todavía!”.

Durante un paseo en el Viejo San Juan, donde el hombre acostumbra a bailar salsa en el Paseo La Princesa, jugar dominó, hablar y divertirse con su grupo de amigos que se reunen allí todos los domingos, explicó cómo vive cada día como si fuera el último. Independientemente de la edad, aún se puede disfrutar de lo que más se ama — en su caso, la salsa, los amigos y el dominó.

Es la historia de don Jorge, memorable sénior boricua. Con su espíritu juvenil, nunca permitió que la edad le impidiera disfrutar de las cosas que más le gustaban, ya sea en comunidad con su gente o en esos momentos de soledad.

Lamentablemente, no todos los adultos mayores siguen su ejemplo. Muchos quedan desorientados, cuando ya no reciben las mismas visitas o los hijos se olvidan, entonces, un día es igual que el próximo. Entra la rutina sedentaria, la falta de actividad física y, con ello, los achaques de salud, que aparecen sin ser invitados.

¿Es este el fin, cuando solo resta ver la tele todo el día, pendiente solo a los programas nuevos o a lo que sucede en la farándula? ¡De ninguna manera! Es importante recordar que, como adultos mayores, todavía tenemos control de nuestro presente y podemos vivir nuestras vidas como deseamos. Aún cuando estamos solos, son espacios para disfrutar de nuestra propia compañía y aprender a amarnos a nosotros mismos. Podemos recurrir a la independencia emocional para aprovechar al máximo el tiempo a solas.

La independencia emocional es una actitud interna que te capacita a ser el único guía de tus propias decisiones, conductas y hasta tus propios pensamientos. Para alcanzarla, debemos aprender a ser felices por nosotros mismos, disfrutando de nuestra compañía en silencio.

Es una conquista difícil, pero necesaria. Desafortunadamente, la soledad tiene una mala reputación en nuestra sociedad. Muchas personas la consideran como un fracaso o un estigma social que puede causar tristeza y depresión. Somos seres sociales y la tendencia es estar constantemente conectados. Nos persigue el miedo a la soledad, lo que nos lleva a evitar o a no buscar esos ratos a solas.

Amar la soledad requiere alcanzar una “soledad elegida”, la cual es un signo de madurez espiritual. A menudo, el sistema intenta llenar el vacío que sentimos, pero es nuestra incomodidad la que nos lleva a nuestra propia conciencia, a encontrar la felicidad bien adentro.

Reconectar con nosotros mismos y abrazar esta nueva etapa significa incorporar pasatiempos y hobbies que nos ayuden a conocernos y disfrutar de este espacio de una nueva forma. Algunas opciones pueden ser la lectura para mantener la mente activa y reducir el estrés; la jardinería como actividad terapéutica para mejorar la salud física y mental; el arte y las manualidades como actividades creativas y gratificantes. También están las caminatas al aire libre, que siempre mejoran la salud física y mental. Viajar puede expandir la mente y enriquecer la vida. La música, el ejercicio físico y el voluntariado también suelen ser actividades importantes. Y, ¿por qué no?, la cocina, la tecnología, las redes sociales y hasta los videojuegos para séniors son todas actividades relajantes, creativas y comunicativas.

La compañía de otros, claro, siempre la buscamos. Pero, la vejez representa una nueva etapa de la vida llena de posibilidades para aprender y disfrutar también de nuestra propia compañía. Para alcanzar la felicidad y el bienestar en esta etapa es necesario lograr una independencia emocional y ser capaz de encontrar satisfacción en las pequeños disfrutes de la vida, y más cuando no disfrutamos de la presencia de otros. Recordemos que nuestra actitud y perspectiva ante la situación que enfrentamos son determinantes para alcanzar una vida plena y edificante.

Este artículo es una colaboración educativa de Humana.