Las vacunas salvan vidas
La doctora Jadeyra Rivas, directora médica asociada de Triple S, y el pediatra Diego Sainz de la Peña hablan sobre la eficacia de las vacunas para prevenir enfermedades y evitar muertes
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La vacunación es igualmente importante para los adultos y para los niños, y es que, a pesar de que este tema ha sido bastante controversial, a menudo su discusión se ha visto plagada por la desinformación y la falta de evidencia científica que apoye las críticas.
Desde que se descubrió la primera vacuna hasta el presente han sido varias las que han evitado que muchas enfermedades hayan proliferado. “No solamente han evitado muertes, sino también incapacidades de unas 16 condiciones”, dijo la doctora Jadeyra Rivas, directora médica asociada de Triple S.
Entre estas se incluyen las vacunas contra la polio, el sarampión, las paperas, la tos ferina y la difteria, entre otras. En los años más recientes, vacunas como la del virus del papiloma humano (VPH), la anual contra la influenza, la neumocócica conjugada, la de hepatitis B y otras se han sumado a las múltiples estrategias de salud pública.
Por ello, de acuerdo con el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, las vacunas son la mejor protección contra muchas enfermedades graves y la vacunación es una de las acciones más importantes que puedes realizar para cuidar tu salud y la de tu familia.
La inseguridad por la seguridad
Una de las preocupaciones mayores que tienen los padres y madres es cuán seguras y eficaces son las vacunas. A tales efectos, el doctor Diego Sainz de la Peña, pediatra, expresó que “las vacunas que utilizamos hoy pasan por un cedazo importante. Comienza con el cedazo de la producción de la vacuna de tres etapas. Después pasa a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés), donde se realiza una investigación sobre la eficacia y seguridad de la vacuna. Una vez es aprobada por el ente federal, pasa a un tercer cedazo que es el Comité de Prácticas de Vacunación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) y, posterior a que esa vacuna sale al mercado, todos los años se investigan su eficacia y seguridad. Tenemos un elemento increíblemente importante de seguridad que se mantiene y se cumple”.
Los mitos que también ha rodeado el tema de la vacunación abonan a la inseguridad de muchos padres y madres, sostuvo por su parte, la directora médica asociada de Triple S. Explicó que a principios de la década de los noventa, un médico publicó un estudio preliminar que relacionaba la vacuna del sarampión, paperas y rubéola (MMR, en inglés) con el autismo. Hipótesis que de acuerdo con la doctora Rivas fue anulada cuando años y cientos de estudios investigativos encontraron que no tenía base científica. Sin embargo, esta situación caló hondo en el sentir de la gente al punto que, aún hoy, muchos temen vacunar a sus hijos.
Otra falacia es que las vacunas, en vez de curar, causan las enfermedades para las cuales fueron creadas. “Hay diferentes tipos de vacunas. Sí, puede ser que hay algunos tipos —los que tienen los virus atenuados— que pueden provocar síntomas leves y un ejemplo es la vacuna contra la influenza, pero jamás y nunca se comparan con lo que sería la condición si no te vacunas”, manifestó la doctora.
Un caso de éxito es la vacuna contra el papiloma humano. “Todos los estudios de seguridad que se han hecho de la vacuna mundialmente han demostrado que es segura. Para que tengan una idea, hay una reducción de un 40 % de malignidades en el área cervical de las mujeres desde que la vacuna salió al mercado. Hay un 86 % de reducción de las verrugas genitales y otras malignidades. Hoy, la vacuna ofrece también protección contra el cáncer orofaríngeo —el tipo de cáncer que más aumento ha tenido en los últimos 10 años. La vacuna del VPH ha demostrado que previene el cáncer y es extremadamente segura. Ahora se puede utilizar no solo en niños y adolescentes, sino hasta los adultos de 45 años”, destacó el doctor Sainz de la Peña.
La vacuna de la hepatitis B también ha comprobado que, además de prevenir la enfermedad, ayuda a reducir la probabilidad de cáncer. “La hepatitis B es un virus que te puede dar de una manera aguda, con síntomas de malestar, dolores musculares y se puede aliviar. Pero, se puede quedar en una fase latente y crónica donde sigue afectando las células del hígado. La persona está asintomática y no es hasta muchos años después que puede desarrollar cirrosis hasta cáncer hepatocelular. Al tener la protección de la vacuna, recomendada desde el primer mes de vida, baja el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer secundario al virus”, explicó la doctora Rivas.
El COVID-19 en época de la influenza
“Es importante que no bajemos la guardia. Ahora en la temporada de la influenza cobra más importancia la vacunación porque es un virus que ataca el sistema respiratorio, al igual que el COVID-19, y también hay que vacunarse contra el neumococo. Hay que evitar y bajar la probabilidad de que el paciente se infecte, no solamente del COVID-19, sino que pueda tener influenza o una pulmonía causada por neumococo, o peor aún, micoplasma”, explicó la doctora Rivas.
Para poner en perspectiva la peligrosidad de la influenza, el pediatra enfatizó las estadísticas de los CDC. “Entre febrero a agosto de este año, en Estados Unidos han muerto 45 niños —entre las edades desde recién nacidos hasta 18 años— por el COVID-19, mientras que, en ese mismo periodo, mueren anualmente 150 por influenza. Es decir, mueren tres veces más por influenza que por el virus emergente. Por tal razón, es importante que este año, más que nunca, vacunemos en contra de la influenza porque los síntomas de la influenza son similares a los del COVID-19. Por lo tanto, cada vez que venga un paciente, ya sea niño o adulto, con esos síntomas, nos va a obligar no solo a hacerle la prueba de influenza sino a hacerle la prueba del COVID-19... y no hay suficientes en el mercado”.
El talón de Aquiles: las enfermedades crónicas
La vacunación tiene un rol significativo en todo paciente que tenga una condición crónica no importa su edad, sostuvo la doctora Rivas. “Un paciente que tenga una condición como COPD o asma, tanto adulto como niño, si no tiene sus vacunas de influenza y de neumococo, está en un riesgo mayor porque no solo tiene la enfermedad crónica para la que necesita tomar medicamentos para estabilizarla, sino que está en riesgo de que, si no se vacuna, pueda contagiarse con una de estas condiciones, exacerbar la que ya tiene y que, en ciertos casos, puede ser letal”.
Está documentado científicamente que el COVID-19 afecta mucho más a las personas que tienen condiciones crónicas, sean niños o adultos, dijo el doctor Sainz de la Peña, director médico de Pediatría del Hospital Auxilio Mutuo. De hecho, “la mortalidad infantil casi viene acompañada de condiciones que ya son crónicas. Así que no hay duda de que las condiciones crónicas, ya sean en los niños como en los adultos, provocan que enfermedades como el COVID-19 sean más agudas. Cuando estos pacientes —que tienen enfermedades crónicas— se enferman con la influenza, está demostrado que su morbilidad y mortalidad serán mayores. Así como mueren 150 niños todos los años en Estados Unidos por causa de la influenza, mueren también 10 mil adultos”.
Crece la esperanza por las vacunas en desarrollo
El consenso de las comunidades médica y científica es que las vacunas son la mejor manera de prevenir que una enfermedad se propague. Dos de las más recientes son la del virus del papiloma humano que previene diferentes tipos de cáncer y la del rotavirus que protege a los niños contra vómitos y diarrea en el primer año de edad. En el año en que salió la vacuna [2006], el rotavirus era la causa más común de hospitalización en niños menores de un año en Estados Unidos y Puerto Rico.
Enfocadas en el adulto mayor, “están las vacunas contra el neumococo, la culebrilla y, por supuesto, la influenza, aunque esta última es desde los 6 meses de edad”, indicó la doctora Rivas.
Por ello, según la Organización Mundial de la Salud, los investigadores continúan trabajando en el desarrollo de vacunas.
Ambos entrevistados anunciaron la vacuna contra el dengue que ayudaría con uno de los problemas de salud pública más críticos en Puerto Rico. Esta, ya fue aprobada por la FDA, aunque “ha tenido algunos problemas para salir al mercado”, informó el pediatra.
En una fase temprana de desarrollo está la vacuna contra el virus sincicial respiratorio, una enfermedad que afecta muchísimo a los bebés.
Las vacunas contra el zika, el ébola y la tuberculosis están también en agenda. “Se están realizando pruebas y vacunas para la tuberculosis porque, aunque existe un tratamiento que ha sido bastante exitoso, todavía entre 1,200 a 1,500 mueren secundarios a la tuberculosis anualmente”, expresó la doctora Rivas al añadir que también hay proyectos que buscan mejorar las existentes para que sean más rápidas y más fáciles de administrar.
Según la Organización Mundial de la Salud, también están en desarrollo vacunas contra enfermedades como el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), la malaria, la Escherichia coli enterotoxigénica (ETEC, en inglés), la shigella, el norovirus y, más recientemente, el COVID-19, por la cual se ha arreciado la carrera mundial que, de alguna manera detenga el incremento de casos. También se trabaja en vacunas contra el chikungunya y el estreptococo del grupo B, así como en una vacuna universal contra la influenza.
El llamado de los expertos
“Hemos visto una baja en la vacunación, sobre todo en los niños, porque no están en la escuela, época en que es requisito el “papel verde” que nos recuerda que es tiempo de los refuerzos. Aunque los niños estén tomando clases a distancia, es sumamente importante que continuemos el ciclo de vacunas. No podemos bajar ese porcentaje de la inmunidad de la manada, porque vamos a ver brotes como los que surgieron en Estados Unidos, en el 2019, cuando hubo alrededor de 1,200 casos de sarampión y sobre 40,000 casos de tos ferina. Los exhorto a que se vacunen y protejan tanto a los niños como a nuestros adultos mayores”, convocó la doctora Rivas.
La inmunidad de la manada describe Mayo Clinic ocurre cuando una gran parte de la comunidad se vuelve inmune a una enfermedad, haciendo que sea poco probable la transmisión de persona a persona. Como resultado, toda la comunidad tiene protección —no solo los que sean inmunes. Se logra por la vacunación y las infecciones.
“Yo tengo tres nietos, la mayor tiene 18 años y la menor tiene cinco, y yo los he vacunado a los tres con todas las vacunas porque creo fielmente que es la única manera de prevenir enfermedades letales en nuestros niños y en nuestros adultos. Han demostrado ser eficaces, han demostrado ser seguras. Y yo entiendo que la población de nuestros niños y adultos tienen que considerar la vacuna como un arma principal para prevenir enfermedades serias”, aconsejó el pediatra.
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