Detección temprana por mamografía: la herramienta por excelencia contra el cáncer de seno
Es una opción fácil y ampliamente disponible
PUBLICIDAD
El autoconocimiento de los senos se convierte en un instrumento importante para la detección temprana del cáncer de mama, ya que permite identificar posibles cambios en la apariencia o sensación normal de los pechos.
Este es, quizá, el primer signo de alerta que conduzca al paciente a buscar ayuda médica ante el descubrimiento de alguna masa, hinchazón, cambio en el tamaño o forma del seno, o cualquier anomalía que requiera la intervención de un especialista en salud.
Además, la persona debe estar atenta a los factores de riesgo que aumenten sus probabilidades de desarrollar cáncer de mama, entre estos, ser mujer, tener antecedentes familiares, mutaciones genéticas hereditarias, edad, obesidad, ingesta de alcohol o uso de tabaco, entre otros.
No obstante, existe una herramienta esencial para detectar la enfermedad en sus inicios y lograr que el paciente pueda salvar su vida a través de tratamientos que le ayuden a combatir la enfermedad.
Se trata de la mamografía que, de acuerdo con la radióloga especialista en senos Eva Cruz Jové, “es la herramienta principal para la detección temprana de cáncer de seno”.
“La mamografía sigue siendo la modalidad más económica y accesible, y ha logrado bajar la mortalidad por cáncer de seno en los últimos 20 años hasta casi un 40 %. No hay ningún estudio que la reemplace, al momento”, aseguró.
Según la doctora Cruz Jové, la persona con riesgo promedio, “que no tenga mucho historial familiar y ningún riesgo para cáncer de seno, puede de empezar sus estudios de mamografía a los 40 años y después de ahí se hace anual”.
Sin embargo, “si una paciente tiene mucho riesgo [de desarrollar] cáncer de seno, ya sea mutaciones genéticas o algún historial fuerte de cáncer de seno en familiares de primera línea como mamá, hermana o hija, pues se sigue más de cerca”.
Derribando mitos
Cruz Jové reconoció que aún persisten ciertos temores en torno a la mamografía, especialmente, por la “compresión que, literalmente, aplasta el seno”.
Ante las dudas, la radióloga especialista en senos hizo varias recomendaciones para reducir el nivel de compresión, entre estas, “que se haga fuera del ciclo menstrual, justo la semana después”.
Igualmente, “se puede tomar un antiinflamatorio o medicamento para evitar el dolor”.
“Ese apretoncito es cuestión de segundos. Las máquinas de mamografía, hoy día, son bien buenas porque, una vez expone, saca la compresión al momento. Es bien poquito, pero la exposición es bien rápida”.
“La compresión es imprescindible para poder ver, especialmente en pacientes con tejido denso o senos con mucho tejido fibroglandular. Es bien importante apretar porque, cuando apretamos, tenemos la capacidad de ver las secciones pequeñitas que se pudieran esconder dentro de ese tejido fibroglandular”, esbozó.
En cuanto a la cantidad de imágenes, la galena aseguró que, “muchas veces, se hacen dos imágenes por seno, a menos que tenga implantes, que son cuatro imágenes por seno”.
Entretanto, habló sobre los mitos existentes en cuanto a la mamografía. “Uno de los mitos es que la radiación hace daño, pero la radiación de la mamografía no hace daño; es baja. La radiación que hace daño son altas dosis seguidas por mucho tiempo, y en la mamografía la dosis es baja y una vez al año. No está probado que la radiación de la mamografía cause cáncer”, aseveró.
Otra de las preocupaciones está relacionada con los senos pequeños. “Existe la tendencia de que los senos pequeños son bien densos. Cuando hablamos de densidad del seno, es algo que, ahora mismo, está bien de boga porque los radiólogos nos exigen decir cuál es la densidad del seno e informar a las pacientes si su seno es denso o no”, aclaró.
“Esto, para que la paciente esté consciente de que, si su seno es denso, hay estudios adicionales que se deben hacer para aumentar la sensitividad a la detección temprana del cáncer de seno. Los senos pequeños tienden a ser bien densos por alguna razón; no todos son así”, expuso.
No obstante, “cuando tenemos tejido bien denso es como que la paciente tiene muchos cambios fibroquísticos y esos senos son dolorosos. En esos senos densos pequeños, la compresión puede ser más incómoda”.
De otra parte, la recomendación para las madres lactantes es que se hagan la mamografía al finalizar el proceso de lactación. Esto, “a menos que la mamografía esté indicada por alguna razón, porque falta algo o que ya le tocaría por la edad”.
“Si es así, entonces, les pedimos que se saquen la leche o que se peguen el bebé justo antes del estudio para que sea menos doloroso y para que baje la densidad del tejido, porque, cuando hay mucha leche, el tejido se pone bien denso y, entonces, es más difícil ver las secciones en un tejido bien denso por lactancia”, sostuvo.
Asimismo, insistió en que “esa radiación no se transmite al bebé ni tampoco se transmite por la leche, que es otro de los mitos y preocupaciones”.
Finalmente, la doctora señaló que, mientras más se detecte el cáncer de seno, más exitoso es el tratamiento y más alto el porcentaje de curación.
“La meta es cogerlo bien a tiempo porque, en casi todo el mundo que lo cogemos bien a tiempo, especialmente, si vienen todos los años, encontramos lesiones mucho más pequeñas y la mayoría las podemos sanar”, concluyó.
La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.
Este contenido comercial fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.