Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), desde el 1980, la obesidad en los Estados Unidos ha aumentado de manera exponencial y actualmente se considera una epidemia. En Puerto Rico, entre el 30 y el 35 % de la población tiene obesidad, lo cual es una estadística alarmante. Desde hace unos años, se determinó que la obesidad es una enfermedad, ya que está vinculada a muchas complicaciones de salud como diabetes, presión alta, problemas del corazón, enfermedad degenerativa de las coyunturas, apnea del sueño, hígado graso y otras.

Se ha demostrado que la reducción de peso puede prevenir, mejorar, o, en algunos casos, hasta resolver algunas de estas condiciones. Para esto, se necesita, al menos, una reducción del 10 % del peso, y lo más importante, sostener estos cambios a largo plazo.

La manera más costoefectiva de lograr este objetivo es hacer modificaciones en los estilos de vida, como son reducir el total de calorías diarias en la dieta (a aproximadamente 1200 a 1500 kilocalorías diarias en mujeres y 1500 a 1800 kilocalorías diarias en hombres), y hacer, al menos, 150 minutos a la semana de ejercicio aeróbico moderado (por ejemplo: caminar, correr bicicleta o nadar). También se deben realizar ejercicios de fortalecimiento de músculo, al menos, dos veces a la semana.

Por otro lado, es importante llevar un buen consumo de agua, generalmente alrededor de 8 a 10 vasos o de 4 a 5 botellas de agua diarias. Además, dormir entre 7 a 9 horas diarias ininterrumpidas es vital para mantener un peso saludable.

La reducción de peso no debe suceder de manera abrupta, ya que, de esta misma manera, el paciente puede aumentar rápidamente el peso perdido. La variabilidad continua de peso también puede ser perjudicial para la salud. Lo recomendado es rebajar de una a dos libras a la semana, con el fin de sostener esta reducción de peso a largo plazo. Comúnmente, esto se logra restando alrededor de 500 kilocalorías diarias de la dieta actual.

Se han estudiado muchas dietas, incluyendo la dieta baja en grasas y la dieta baja en carbohidratos, pero ninguna ha demostrado ser superior entre ellas. Sin embargo, se demuestra consistentemente que reducir el total de calorías diarias es lo más efectivo para bajar de peso. No se debe restringir ningún macronutriente (proteína, grasa, carbohidratos) de nuestra dieta, sino que debemos consumir una dieta balanceada y porcionada. Visitar al especialista en nutrición nos puede ayudar a lograrlo.

Desde mediados del siglo XX, se han desarrollado múltiples medicamentos que funcionan para la reducción de peso. Actualmente, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, en inglés) aprueba seis medicamentos para la obesidad. Las indicaciones para usar estas terapias farmacológicas son mayormente para pacientes con obesidad que tengan complicaciones como las mencionadas anteriormente o aquellos con obesidad severa. Estos medicamentos deben ser utilizados, además de la terapia de intervenciones en el estilo de vida (reducción en calorías diarias y ejercicio). Lamentablemente, estos medicamentos recetados no son inocuos y el paciente debe ser evaluado por un médico antes de considerar su uso. Con algunos de estos medicamentos, especialmente los de nueva generación, se puede lograr una reducción de peso de hasta 20 % en un período aproximado de dos años.

Algunos pacientes con obesidad severa y aquellos con complicaciones relacionadas con la obesidad se pueden beneficiar de ser evaluados para la posible cirugía metabólica, frecuentemente conocida como cirugía bariátrica. La meta es lograr una reducción de peso adecuada para disminuir y prevenir algunas de estas complicaciones. Para esto, el paciente también debe seguir las modificaciones en estilo de vida recomendadas para mantener la reducción de peso, pues ninguna cirugía bariátrica es irreversible.

La obesidad es una enfermedad compleja y multifactorial. Aunque existe una predisposición genética para esta, hay muchos factores ambientales, conductuales y socioculturales que pueden exacerbar la condición. Antes de considerar cualquier tipo de tratamiento para la obesidad, debemos saber identificar qué posibles precipitantes y barreras nos puedan impedir llegar a nuestras metas de reducción de peso. Para esto, es importante buscar apoyo, no tan solo del núcleo familiar o con compañeros de estudio o trabajo, sino también con el médico para que les lleve de la mano.

La autora es endocrinóloga en entrenamiento.