Al igual en la gran mayoría de los países, todos los sectores socioecómicos de Puerto Rico han enfrentado innumerables retos para atemperar su realidad a las necesidades actuales, impuestas por la propagación del COVID-19.

Sin embargo, el epicentro de la batalla campal contra el virus SAR-CoV-2 que ocasiona esta enfermedad se está librando en los hospitales del país, donde el personal médico y de apoyo se encuentra vigilante y listo para prestar sus servicios, siguiendo rigurosas medidas de seguridad para cuidar no solo a los pacientes y a sus familiares, sino también al personal que labora en las instituciones hospitalarias del país. Esta tarea se inició desde que se dio a conocer sobre el virus y su alto potencial de contagio.

“A principios de esta situación, cuando se planteaba este virus tenía un potencial severo, lo primero que los hospitales hicieron fue empezar a buscar las guías tanto de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA, en inglés) y de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS, en inglés) para ver cuáles eran sus indicativos para el manejo de la condición (en los hospitales) y, entonces, ajustar los procedimientos y las guías que tenían a lo que estas organizaciones pensaban que iba a ser esta pandemia”, explicó el licenciado Jaime Plá, presidente ejecutivo de la Asociación de Hospitales de Puerto Rico, al señalar que el primer paso esencial fue, precisamente, revisar todas las guías en vigor antes de que se diera el primer caso de COVID-19 en el país.

“Así que los hospitales revisaron todas sus guías y procedimientos para asegurarse de que estaban cubiertos tanto en cómo se iba a atender al paciente cuando llegara, en cómo se iba diferenciar de otros pacientes y en cómo cumplir con eso sin que los empleados se fueran a contaminar o que se contaminaran otros pacientes en la institución”, destacó el licenciado Plá, quien agregó que, según ha ido evolucionando la enfermedad, la comunidad hospitalaria ha aprendido varias lecciones.

Por ejemplo, comentó que, antes de que se generara la pandemia, las indicaciones giraban en torno al uso de los cuartos con presión negativa y cómo esto fue cambiando, conforme se iban conociendo datos del manejo del COVID-19 a nivel mundial. Ese conocimiento se fue integrando a las guías de manejo de las entidades gubernamentales de salud y, eventualmente, se dio a conocer que otras opciones seguras de acomodo de pacientes podían ser los cuartos de aislamiento e, incluso, convertir cuartos semiprivados en privados para ampliar su capacidad para acoger a los posibles pacientes que llegaran afectados por el nuevo virus a los hospitales del país.

“Los hospitales tuvieron que evaluar todo eso y fueron aprendiendo porque las primeras indicaciones eran de usar cuartos de presión negativa nada más y después se fue liberando un poco el uso por el entendimiento de la enfermedad”, destacó Plá, al indicar que, en este caso en particular, se entendía que no había indicio de que la transmisión a través del acondicionador de aire fuera un factor importante.

Sin embargo, una de las principales preocupaciones y retos que, a pesar de no haberse materializado, continúa siendo un tema de interés es qué ocurriría si la cantidad de pacientes afectados por el COVID-19 y que requieran hospitalización aumenta.

“El mayor riesgo que, obviamente, no se ha manifestado y esperamos que no se manifieste, es que una gran cantidad de personas tenga que ir al hospital, pero, al día de hoy, todavía la cantidad de las personas hospitalizadas por el diagnóstico del COVID-19 son mínimas”, dijo, al estimar que, en estos momentos, hay unas 2,300 a 2,400 camas ocupadas en los hospitales de Puerto Rico y que, de esas, según datos del Departamento de Salud al cierre de esta edición, hay unas 164 ocupadas por pacientes con coronavirus.

“Por lo tanto, nuestra primera preocupación era qué iba a pasar si había una oleada de miles de pacientes con esta condición y cómo los íbamos a atender, cómo íbamos a correr con los equipos de protección personal, cómo íbamos a atender la necesidad de cuartos de cuidado intensivo, cómo íbamos a atender el aspecto de los respiradores y todos esos retos que también eran grandes preocupaciones”, sostuvo el licenciado Plá, quien agregó que el segundo gran reto ,que continúa tan vigente como el primer día, consiste en cómo proteger al personal de cuidado hospitalario de un posible contagio, porque “cada baja es significativa y podría conllevar tener que aislar a otras personas que estuvieran en contacto con ese profesional de la salud o ese empleado en el hospital”, afirmó el presidente ejecutivo de la Asociación de Hospitales de Puerto Rico.

Un duro impacto

“Esas preocupaciones se mostraban en aquel primer momento y, de primera intención, acogimos las recomendaciones de las organizaciones de salud y del Gobierno de Puerto Rico en cuanto a no hacer admisiones de procedimientos electivos para asegurar que teníamos camas disponibles y para evitar un posible contagio de esos pacientes con el COVID-19”, aseveró Plá. Sin embargo, de acuerdo con el ejecutivo, esta medida ha resultado tener un impacto negativo que pudiera poner en jaque no solo la salud de los pacientes, sino también los servicios hospitalarios del país, si no se toman las previsiones necesarias.

“Al final del camino (estas medidas) resultaron contraproducentes para el bienestar de los pacientes que están en las casas con alguna condición de salud que requiere de servicio en un hospital y para las finanzas de los hospitales”, enfatizó Plá, al explicar que “hay muchos pacientes que necesitan procedimientos y tratamientos que han tenido que detenerse y que pudieran estar deteriorándose”, subrayó, al mencionar las personas con diabetes, problemas cardíacos y cáncer, entre otras.

“Era importante poder hacer todos los procedimientos y el tiempo ha demostrado que, realmente, los hubiéramos podido seguir haciendo y que los hospitales, en vez de tener de 36 al 38 % de ocupación, pudieran tener un 60 %, sus finanzas estarían mejor, los pacientes estarían mejor servidos y los empleados no tendrían la preocupación de si se van a poder mantener trabajando”, dijo convencido, al admitir que, evidentemente, si bien algunas de esas primeras reacciones fueron positivas otras fueron en detrimento de los pacientes, de los empleados de los hospitales y de la salud financiera del sistema de salud de la isla.

“Hoy, como resultado de esto, los hospitales están haciendo un reclamo al Gobierno de Puerto Rico, a la Junta de Supervisión Fiscal, a la Legislatura y al Gobierno federal de que se necesitan unos alivios financieros para evitar una crisis hospitalaria en Puerto Rico”, advirtió el licenciado Plá, al añadir que, e opinión de la Junta de Supervisión Fiscal, no es prudente que se usen fondos del Gobierno local para ayudar a los hospitales.

“Ellos creen que es un error y piden que se usen los fondos federales”, apuntó, mientras aseveró que, en situaciones como esta, la experiencia es que Puerto Rico siempre queda en desventaja.

“La experiencia que hemos tenido con los fondos federales es que de los $72 mil millones que se han distribuido (a nivel nacional), a los hospitales de Puerto Rico solo les ha tocado el 0.12 % de esos fondos, lo cual significa que es una cantidad irrisoria”, lamentó el ejecutivo hospitalario, quien indicó que la asociación que representa se encuentra trabajando en conjunto con la gobernadora Wanda Vázquez Garced, la Autoridad de Asesoría Financiera y Agencia Fiscal (AAFAF) y su director ejecutivo, Omar J. Marrero, quien también representa a la primera mandataria del país ante la Junta de Supervisión Fiscal, “para asegurarnos de que, de una asignación de $2 mil millones que llegó hace dos semanas del Tesoro de los Estados Unidos, se asigne dinero para los hospitales”, detalló. Añadió que estos esfuerzos serían beneficiosos no solo para los miembros de la Asociación de Hospitales de Puerto Rico, sino también para el resto de los hospitales del país.

“Tenemos 62 miembros de los 68 hospitales de la isla, pero en la realidad los representamos a todos porque lo que nosotros hagamos ayuda a todos los demás, así que yo siento que los estoy representando a todos”, enfatizó el licenciado Plá, al mencionar que los restantes seis hospitales son especializados y no le ofrecen servicios a la población especial, como es el caso del Hospital de Veteranos, el hospital de la Administración de Servicios de Salud y Contra la Adicción (ASSMCA) y el Hospital Industrial del Centro Médico.

Una nueva realidad

Ante la nueva realidad que surge como resultado del COVID-19, el licenciado Plá vislumbró que la operación hospitalaria en la isla enfrentará cambios, algunos de los cuales pudieran ser a largo plazo e, incluso, permanentes.

“Yo creo que van a verse mucho los protocolos de cómo atender a los pacientes, un mayor uso del equipo de protección personal en áreas en las que normalmente no se utilizaba y, siguiendo con el concepto de distanciamiento social por los próximos 5 o 6 meses, de cuántas personas vas a dejar entrar al hospital como visitantes”, dijo el ejecutivo, quien enumeró otros posibles efectos que incluyen:

  • Determinar cuántas camas van a poderse quedar abiertas en los hospitales de Puerto Rico en el futuro previsible, lo cual depende de las ayudas que brinde el Gobierno.
  • Determinar si realmente los fondos y las contrataciones que se han hecho con los planes médicos y la cantidad de dinero que el Gobierno federal asigna para Medicare y Medicaid en Puerto Rico, la cual de por sí ya es menor para la isla, son suficientes para enfrentar la realidad práctica impuesta por el COVID-19.
  • Analizar cómo los médicos van a atender las peticiones de los pacientes y de los familiares para saber cómo le va a ese paciente porque quizás no van a poder ver al médico.

“Estamos viendo todos estos cambios y creo que se van a mantener por un tiempo”, adujo Plá, quien, aún con las limitaciones, visualiza varios aspectos positivos dentro de este complicado panorama.

“Yo creo que hemos aprendido que nosotros, en términos generales, estamos haciendo las cosas bien hechas”, aseveró Plá, al detallar que, hasta el momento, en la isla se han contagiado con el COVID-19 pocos empleados de los hospitales, en comparación con los Estados Unidos.

“Independientemente de que, a veces, en las redes sociales se hace una crítica, yo creo que ha sido positivo el cuidado que se les ha dado a los empleados”, afirmó el licenciado Plá, quien también considera bueno el hecho de que los médicos puedan utilizar la telemedicina para atender a sus pacientes.

“También ha sido positiva la unión del sector de la salud para trabajar en conjunto y solucionar los problemas existentes”, subrayó, al agregar que, en el escenario actual, hay muchas personas en Estados Unidos que reconocen que en la isla pueden recibir un mejor cuidado de salud que donde ellas se encuentran.

Sin embargo, para el licenciado Plá este es el momento de que, con las precauciones pertinentes, el sistema de salud de la isla comience a ofrecer los servicios necesarios fuera del contexto del COVID-19.

“Ya llegó el momento de que los pacientes regresen a ver a sus médicos y de que los médicos que no tienen las oficinas abiertas las abran. Ya es hora de que quienes necesiten procedimientos especiales, si los tienen que hacer en el hospital, los hagan. (De no hacerlo) la salud del pueblo de Puerto Rico puede estar en riesgo”, puntualizó Plá, quien insistió en que, si bien el tema de la apertura de los diferentes sectores económicos del país ha estado en discusión, “poder abrir el campo de la salud a las necesidades de los pacientes y que los médicos ya puedan ir abriendo sus oficinas con las guardas que tengan que hacer es sumamente importante”, detalló, a la vez que exhortó a los pacientes a que llamen a sus médicos para coordinar sus citas bajo las directrices impuestas por el profesional de la salud.

También hace un llamado a “los pacientes que necesiten procedimientos o algún tipo de trabajo especializado en los hospitales que se los vengan a hacer porque ya hay espacio en los hospitales, hay el personal, ya hemos aprendido a manejar esta crisis de manera efectiva y van a estar bien cuidados. Estamos listos”, afirmó.

Apoyo constante para sus miembros

Desde el inicio de esta crisis de salud, la Asociación de Hospitales de Puerto Rico se ha encargado de apoyar a sus miembros de distintas maneras que incluyen desde conseguir equipo de protección personal para los hospitales mediante donaciones o haciendo la compra directamente, hasta darle seguimiento a las gestiones realizadas en la Legislatura y otras dependencias gubernamentales, como el Departamento de Salud, para asegurar que los problemas de este sector se estuvieran atendiendo apropiadamente. Destacó que, gracias a los esfuerzos de la asociación, se consiguió un adelanto de dinero para los hospitales por parte de los planes médicos.

Aunque comentó que ha habido mucho problema “real o aparente” con las pruebas para detectar el COVID-19, planteó que no se está viendo un mayor flujo de pacientes severamente afectados por esta enfermedad en las instituciones hospitalarias. Sin embargo, aconsejó a las personas y a los miembros de la asociación a no bajar la guardia.

“Tienen que mantenerse con su distanciamiento social, suministrar las mascarillas en los sitios que así se entienda que deben hacerlo, no estar aglomerados y, si tienen duda (de tener la enfermedad) hacerse la prueba de laboratorio, porque es la única manera, de no echar hacia atrás el camino andado. Si no, perdimos el tiempo”, finalizó diciendo el licenciado Plá.