A raíz de la emergencia que estamos viviendo por el COVID-19, nuestro hospital y clínicas ambulatorias a través de la isla experimentaron bajas en censo. Simplemente, las personas con disciplina y como era necesario, se quedaron en sus hogares.

En las últimas dos semanas se percibe un mayor entendimiento hacia los retos de la pandemia y muchas personas están dando el primer paso: buscando ayuda. Nuestro sistema tiene disponible materiales de protección personal tanto para empleados como para los pacientes y visitantes.

Estamos recibiendo a pacientes nuevos que, como consecuencia de la pérdida del trabajo o tener familiares que fallecieron por el COVID-19 o por esa incertidumbre en la que perciben no tener proyección de futuro, están echando a un lado el consabido estigma y confirmando que es seguro nuestro ambiente.

Los médicos que, en un momento cerraron oficinas, comienzan a hacer referidos hacia los servicios especializados y el censo (que en un inicio llegó a alcanzar un 40 % de ocupación), ya comienza a mejorar.

Nuestros costos, al igual que en todos los hospitales, han aumentado significativamente. Solamente en compra de equipo protector, otros materiales de limpieza, instalaciones de carpas para cernimiento, computadoras para telemedicina y otros hemos invertido unos $100,000 en las últimas semanas. En ingresos dejados de recibir, registramos unos $2 millones entre los meses de marzo y abril.

Pero lo financiero no es lo más importante. Lo crítico es permitir que las personas que atraviesan una depresión severa, ansiedad, ataques de pánico, ideas suicidas, entre otras condiciones de salud mental, accedan el servicio, pasen por una evaluación y no permitan que las barreras (imaginadas o reales) sean disuasivo a la hora de buscar ayuda profesional. En nuestro hospital aceptamos planes privados, Veteranos, el plan Vital del Gobierno y a cualquier persona que necesite ayuda. Nuestro compromiso supera cualquier limitación.

Mi mensaje es simple. Si en este momento sientes o conoces a una persona con tristeza constante, irritabilidad, que ha perdido el control, que no puede manejar sus roles de vida, con necesidad de consumir alcohol, sustancias o ha puesto su vida en riesgo: detente; piensa. ¿Quieres provocar un cambio positivo en ti o en esa persona? Ofrécele ayuda. La pandemia ha demostrado al mundo que somos iguales y, sobre todo, nos ha inspirado a valorar la salud mental y la vida, no solo la nuestra sino la de nuestras familias y de nuestra comunidad.

Dentro de todo lo negativo que se puede pensar en esta pandemia, también hay muchas cosas positivas. Revisitemos nuestra propia vida, tratemos de detener la vida acelerada que llevamos y logremos mayor comprensión hacia los retos de nuestros propios hijos.

Más que distanciamiento social y lavado de manos, todos tenemos que responder al llamado de mayor control sobre nuestras vidas y emociones. En este espacio y ante un nuevo comienzo, estoy esperanzada en que más personas entenderán el llamado de buscar ayuda y lograr una transformación positiva en sus vidas. De nuestra parte ¡estamos dispuestos a ayudarte!

La autora es directora ejecutiva del Hospital San Juan Capestrano y de las clínicas de hospitalización parcial a través de la isla.