Si alguna vez le han dicho que usted o un familiar cercano tienen un aneurisma cerebral puede que se haya sentido angustiado o aterrorizado por la noticia. Frecuentemente, la noticia viene acompañada de que necesita urgentemente una evaluación y cirugía, ya que el aneurisma puede reventar en cualquier momento. Muchas preguntas pueden surgir en esos momentos: ¿Qué es un aneurisma? ¿Desde cuándo lo tengo? ¿Me puedo morir, si se rompe? ¿Es probable que mis hijos o familiares cercanos tengan uno también? Y ahora, ¿tengo que tratarme? ¿A dónde voy? ¿Cómo se trata?

Un aneurisma es, básicamente, un abultamiento en un vaso sanguíneo del cerebro que representa un área débil en la pared de una arteria o vena (como un globo lleno de sangre) y que, como consecuencia, tiene un riesgo de ruptura, infarto o stroke hemorrágico cerebral.

En Puerto Rico, se entiende que la cantidad de personas con aneurismas cerebrales es similar a la del resto de la nación americana. Pero, se ha visto que en las mujeres y en los hombres hispanos este riesgo es mayor, así como también la probabilidad de presentar sangrado.

Los síntomas pueden ser diversos y van desde un dolor de cabeza súbito y severo cuando se rompe, descrito como el peor dolor de cabeza de nuestras vidas y acompañado de náuseas, vómitos, rigidez del cuello, convulsiones o pérdida de conocimiento; hasta un dolor de cabeza opresivo detrás del ojo o en la nuca por crecimiento lento, pérdida de visión, visión doble y uno más clásico, pero, no menos preocupante: el párpado caído con el ojo desviado hacia afuera y la pupila dilatada. Muchos casos también son diagnosticados incidentalmente por causas no relacionadas.

Los aneurismas rotos representan del 3 al 5% de todos los strokes o ataques cerebrales. Estos son fatales en el 50%, o la mitad de los casos, y aquellos pacientes que sobreviven tienen un daño permanente en un 66% de los casos (2 de 3 personas).

Los aneurismas ocurren mayormente entre los 35 y los 60 años, y pueden ser múltiples en un 20% de los casos. Pasar un mal rato, el estrés o incluso hacer deporte o ejercicios no causa de por sí aneurismas o roturas. Sí está asociado a una elevación significativa de la presión sanguínea, entonces podría causar una rotura. La presión sanguínea descontrolada, el uso de cigarrillo, drogas intravenosas, cocaína y anfetaminas con factores que pueden dañar las paredes de las arterias y formar aneurismas. Algunos casos son genéticos familiares, pero, por el hecho de que un familiar tenga historial de un aneurisma, no necesariamente implica que usted tenga otro. En su mayoría, los aneurismas se desarrollan con el tiempo, al igual que una manga de agua se desgasta y se puede romper con el tiempo y el sobreuso.

Si le diagnostican un aneurisma, es importante buscar la evaluación de un neurocirujano especialista. Este le dirá si requiere tratamiento o no basado en el riesgo de sangrado a largo plazo. Un dolor de cabeza súbito y severo asociado a un problema neurológico como debilidad de la cara o un lado del cuerpo, desbalance, vértigo, pérdida de conocimiento o convulsión requiere evaluación urgente en una sala de emergencias. Lo primero es contactar al número de emergencias médicas 911, para atender la emergencia y estabilizar al paciente. Los paramédicos decidirán, a base de lo que hayan encontrado, a dónde transfieren el paciente.

Si se encuentra evidencia de una hemorragia cerebral que indique la presencia de un aneurisma, es importante, que el médico de la sala de emergencias considere la transferencia a un centro con disponibilidad de neurocirujanos y servicio de neurocirugía endovascular. Estos centros, como el Centro Médico de Puerto Rico, tienen las diversas herramientas para tratar un posible aneurisma. El tiempo es vital, ya que alrededor de un 15% de los pacientes fallece antes de llegar a un hospital, aproximadamente dentro de las primeras 24 horas. En el hospital le realizaran estudios de tomografía y estudios que examinan los vasos sanguíneos del cerebro y que pueden incluir un cateterismo.

Si se encuentra un aneurisma que requiera tratamiento, le ofrecerán una intervención que puede ir desde una cirugía abierta hasta una intervención endovascular por medio de catéteres. La cirugía abierta consiste en disecar cuidadosamente las arterias con el uso de un microscopio y colocar una o varias grapas de metal en el cuello u origen del aneurisma, evitando que vuelva a sangrar.

En las últimas décadas, se han visto muchos avances en el campo de la cirugía mínimamente invasiva por medio de catéteres-neurocirugía endovascular. Estos tratamientos consisten en colocar un microcatéter del tamaño de un hilo de pescar dentro del aneurisma y luego colocar unos alambres de platino que forman un coágulo o émbolo —de ahí surge la frase “embolizar el aneurisma”. En algunos casos se usan stents u otros materiales que ocluyen el aneurisma y evitan que vuelva a sangrar.

Es importante entender que no porque sean métodos menos invasivos, son siempre los menos riesgos. Existen casos en los que la cirugía abierta es la alternativa de menos riesgo, por lo que es importante tener esta discusión con el especialista que recomendará lo más efectivo y seguro. Una vez completado el tratamiento, puede ser necesaria la rehabilitación con terapia física, ocupacional o del habla, de acuerdo con lo que entienda necesario su neurocirujano o especialista en rehabilitación.

El autor es neurocirujano vascular y endovascular. Para información, llame al 787-765-8276, o comuníquese con las Clínicas de Cirugía Neuroendovascular, llamando al 787-777-3535, extensión 5447; el Departamento de Neurocirugía de la Escuela de Medicina, de la Universidad de Puerto Rico, llamando al 787-765-8276; o con el Centro de Radiocirugía por Gamma Knife Nathan Rifkinson. Para citas en la Escuela de Medicina, de la Universidad de Puerto Rico, llama al 787-758-7908 o al 787-777-3535, extensión 6758.