El virus respiratorio sincitial (RSV), que causa síntomas leves, similares a los de un resfriado en niños mayores, puede ser más problemático si afecta a bebés y niños pequeños. De hecho, este virus es la principal causa de enfermedades respiratorias en los pequeños, provocando neumonía, bronquiolitis y otros problemas respiratorios severos.

El mayor riesgo de sufrir este virus lo tienen los bebés prematuros y aquellos niños que tengan otras afecciones respiratorias. Los síntomas son fiebre, obstrucción y goteo nasal, tos, apatía, hundimiento torácico y dificultades para respirar y tragar.

El RSV es altamente infeccioso: se transmite fácilmente entre los niños o tocando objetos infectados, por lo que el lavado frecuente de manos y no compartir utensilios para comer o beber son formas simples de prevenir su diseminación.

Concretamente, la infección puede producirse cuando el material infeccioso entra en contacto con los ojos, la boca o la nariz, y probablemente también a través de la inhalación de partículas cuando una persona infectada tose o estornuda.

Hay varios factores de riesgo asociados al RSV: aquellos niños que al nacer no recibieron lactancia materna, niños con enfermedades asociadas, desnutrición, fumador pasivo, nivel socioeconómico bajo, bebés prematuros (menores de 37 semanas), asistencia a guarderías o centros de cuidado (mayor riesgo de contagio).

Las infecciones por el virus sincitial respiratorio son propias de épocas frías: suelen darse en brotes epidémicos anuales que duran desde finales del otoño hasta principios de la primavera. El periodo de incubación es de unos 4 días, y los síntomas de la enfermedad pueden sufrirse entre 8 y 15 días.

El pediatra ha de confirmar la presencia de este virus y aunque, afortunadamente, la mayoría de los casos de infección son leves y no requieren ningún tratamiento específico, en ocasiones, se administran fármacos broncodilatadores para ayudar a despejar las vías respiratorias.

En cualquier caso, siempre será el médico el que diagnostique la enfermedad y el que determine el tratamiento específico, ya que este puede ser diverso según las características del bebé o niño (edad, tolerancia a ciertos medicamentos, gravedad, expectativas de evolución).

La ingesta de líquidos abundantes para evitar la deshidratación, el uso de suero fisiológico, aspiradores nasales o humidificadores para ayudar a respirar mejor y la administración de antitérmicos prescritos por el médico son algunas medidas para calmar las molestias de los pequeños en casa.

También son especialmente peligrosos los casos de bebés prematuros, con deficiencias inmunológicas y los pequeños que padecen alguna enfermedad pulmonar o cardiaca. Son casos específicos en que se hace importante controlar esta enfermedad, ya que entre las secuelas que el virus sincitial respiratorio puede provocar se apuntan problemas de hiperreactividad bronquial o cuadros de tipo asmático en la infancia.

Los padres que tienen bebés prematuros en alto riesgo deben evitar las multitudes durante los brotes del RSV.

La vacuna Beyfortus® (nirsevimab) fue recientemente aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés) para prevenir la enfermedad por el RSV en niños menores desde recién nacidos Pregúntale a tu pediatra o neonatólogo si tu bebé o niño deben recibir este medicamento.