Muchos toman la alimentación como un simple proceso de supervivencia, una acción de placer y hasta una vía de escape para sus emociones; sin embargo, la nutrición juega un rol importante, no solo en la prevención de enfermedades y en el manejo del peso, sino también en el proceso de tratamiento y recuperación de ciertas enfermedades.

“Mantener una alimentación balanceada e individualizada sigue siendo esencial para el mantenimiento de la buena salud, la prevención de complicaciones en enfermedades existentes y hasta disminuir riesgos de padecer algunas otras. Esto no quiere decir que la alimentación sea la única protección o causante del desarrollo de enfermedades, pero sí juega un papel importante en la aparición y severidad de estas”, explicó la doctora Edna I. Dolz Sotomayor, directora del Internado de Nutrición del Departamento de Salud (DS).

Teniendo esto en mente, podemos entender por qué una buena nutrición es clave para las personas que se encuentran enfrentando el cáncer en sus vidas.

“Todos tenemos un familiar, amigo, vecino, compañero de trabajo o conocido que ha sido diagnosticado con cáncer, si no es que uno mismo lo padece. Y, en esta enfermedad en particular, la nutrición tiene un rol en cada etapa, ya sea en disminuir el riesgo de padecerlo, en proveer protección durante las diferentes modalidades de tratamiento o en la sobrevivencia a largo plazo”, señaló la doctora en nutrición clínica.

En la actualidad, existen muchos estudios relacionados con la nutrición y el cáncer, y la doctora Dolz resaltó que se han visto resultados positivos en la reducción del riesgo de padecer cáncer cuando se opta por una alimentación al estilo mediterráneo, vegetariana o pesco-vegetariana.

“La dieta mediterránea está relacionada con la reducción del riesgo de cáncer de pulmón y de seno. En el caso de los estilos de alimentación vegetarianos y pesco-vegetarianos, estos se han relacionado con una disminución en el riesgo de cáncer de colon y pulmón, en comparación con estilos de alimentación que incluyen otras carnes”, indicó.

De hecho, Dolz destacó que, ante la posible relación entre el consumo de grandes cantidades de carnes rojas y procesadas con el desarrollo de cáncer de pulmón, una alimentación “basada en plantas o pescados pudiera ofrecer un beneficio protector”.

Así también mencionó que las dietas bajas en hidratos de carbono tienen sus pros y sus contras para los distintos tipos de cáncer.

“Las dietas bajas en hidratos de carbono se relacionan con un riesgo elevado de cáncer colorrectal y de pulmón, pero también se relacionan con un menor riesgo de cáncer gástrico. Esto sugiere que el impacto de la ingesta de hidratos de carbono en el riesgo de cáncer varía, dependiendo del tipo de cáncer”, aclaró.

Mientras, las dietas altas en nutrientes de alta calidad y bajas en alimentos inflamatorios “se han asociado con un menor riesgo de ciertos tipos de cáncer como el de células escamosas del pulmón”.

Además de la dieta, otro aspecto a considerar es la forma en que comemos, es decir, los horarios que escogemos para ingerir los alimentos o para dejar de comer, lo que puede resultar beneficioso para la salud, si se practica de la manera correcta.

“Estudios han encontrado que llevar una alimentación que restrinja el tiempo de comer con ayuno de diez horas durante la noche y un desayuno temprano puede disminuir el riesgo de padecer cáncer de próstata”, indicó.

Pero no podemos hablar de nutrición y salud sin mencionar la actividad física, ya que esta juega un papel importante para evitar el sobrepeso y la obesidad: dos factores de riesgo para muchas de las afecciones que afectan a la población, entre ellas el cáncer.

“Es importante entender el impacto que tiene la adiposidad a nivel sistémico, aumentando el riesgo de padecer de hasta doce tipos de cáncer.

La adiposidad o acumulación de grasa ocasionada por el sobrepeso y la obesidad presenta un riesgo grave. Así que el mayor beneficio que podemos obtener para nuestra salud es mantener un peso saludable a lo largo de la vida”, expresó la doctora, quien recomendó hacer actividad física de moderada a vigorosa la mayoría de los días de la semana, por entre 45 a 60 minutos, para mantenerse saludable.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.