Los estilos de vida que caracterizan a la sociedad puertorriqueña se convierten en detractores para mantener una buena salud cardiovascular que ayude a prevenir las enfermedades que aparecen, mayormente, en la adultez mayor.

Esto, ya que la gastronomía boricua, reconocida mundialmente por la sabrosura de sus platos confeccionados con altas cantidades de grasa, azúcar y sal, representa uno de los factores de riesgo más notables en el desarrollo de diabetes, hipertensión e hipercolesterolemia, entre otras enfermedades que afectan el músculo del corazón.

De acuerdo con el cardiólogo Oscar Quintero Serrano, “los puertorriqueños debemos comenzar a hacer prevención desde muy temprana edad. Esto significa cuidarnos a nosotros mismos. ¿Cómo? Teniendo buenos hábitos alimentarios y haciendo ejercicio. Es como una alcancía: lo que inviertas ahora cuidándote lo vas a obtener en el futuro”, reflexionó.

Asimismo, expresó que hay que modificar los factores de riesgo, entre estos la “presión alta, la diabetes, la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo y el colesterol alto, ya que estos se pueden modificar”. Sin embargo, admitió que “hay algunos [factores de riesgo] que no son modificables, como el historial genético”.

“Entonces, comienzo a trabajar con los pacientes en el mejoramiento de sus enfermedades y así, si se va a enfermar a los 60 años, puede retrasar esa enfermedad y en vez de debutar con un derrame cerebral o un infarto a los 60 años, va a tenerlo, quizás, a los 80. Le estamos robando 20 años a la enfermedad”, analizó.

Igualmente, recordó que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en Puerto Rico y les sigue el cáncer.

Según el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, para el 2022, se registraron 6,051 fallecimientos a causa de enfermedades del corazón, representando el 17.08 % de los decesos para ese año.

De ese total, 3,275 eran hombres y 2,776 eran féminas, principalmente en los renglones de 60 a 74 años, con 497 muertes; otras 790 tenían entre 75 a 84 años y unas 1,353 eran personas mayores de 85 años.

“Pero, definitivamente, si educamos a nuestros pacientes y les enseñamos cómo modificar sus estilos de vida, vamos a obtener buenos resultados. Dejar el sedentarismo y tener una dieta balanceada son [elementos] bien importantes. Ahí tenemos que trabajar con el paciente directamente. Si el paciente no toma la decisión de comer saludable y de hacer ejercicios, estamos nadando contra la corriente”, lamentó.

Entre las causas que “comienzan a detener nuestro sistema cardiovascular”, según el cardiólogo, “están la hipertensión, la diabetes y el fumar, y, básicamente, eso nos lleva a tener problemas más serios”.

“[También] tenemos una arritmia que se llama fibrilación atrial, donde el corazón comienza a latir de una manera irregular y una de sus complicaciones es el accidente cerebrovascular. Esta es una de las cosas que estamos tratando de prevenir”, apuntó.

“En el caso de la fibrilación atrial, debemos decirle al paciente que mantenga su presión arterial controlada y que, si en algún momento siente que el corazón comienza a latir de una manera muy rápida o que, de momento, comienza a fatigarse, vaya a su cardiólogo. Una detección temprana de esta arritmia va a prevenir un eventual derrame cerebral”, recalcó.

Entretanto, otra de las complicaciones más frecuentes en pacientes mayores de 50 años, “con estos factores de riesgo”, son los eventos isquémicos.

“Tenemos que tratar de prevenir ese primer infarto porque ya sabemos que el infarto trae consecuencias y deteriora mucho la salud y la fuerza de contracción del corazón”, acotó.

Explicó que los pacientes que sufren un infarto al corazón tienen un riesgo aumentado de morbilidades, como fallo cardíaco y derrames cerebrales, así como de admisiones al hospital. “Si prevenimos y hacemos conscientes a estos pacientes de que se cuiden, podemos disminuir estos eventos”, insistió.

De otra parte, recomendó a las personas mayores de 40 años, sin historial familiar de enfermedades coronarias, “no diabéticas y que no tienen hipertensión, que comiencen a hacerse estudios cardiovasculares”.

“Hay unas pruebas de la sangre que se llaman homocisteína y proteína C reactiva [cuyos resultados] no implican que la persona tenga enfermedad coronaria, sino que levantan una bandera roja de que ese paciente está a riesgo de una enfermedad coronaria. Si están elevadas, el paciente se sigue con un poco más de cuidado y puede prevenirse un evento isquémico”, concluyó.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.