Las preocupaciones del diario vivir influyen significativamente en la salud física y mental de las personas que, en su afán por cumplir con sus responsabilidades, son abrumadas por pensamientos que se convierten en obstáculos para continuar adelante.

Entonces, se produce un estrés que, poco a poco, incrementa la incapacidad para relajarse, ocasionando una tensión que traerá consigo una serie de aspectos conductuales, cognitivos, emocionales y fisiológicos.

No obstante, las reacciones basadas en estrés pueden ser vistas de manera positiva o negativa, según el psicólogo y trabajador social clínico José A. González Guardarrama, quien explicó que “el estrés es una respuesta fisiológica y psicológica en el cuerpo ante demandas que nos pide la vida diaria”.

Está el eustrés, que es lo que nos hace movernos, nos motiva, nos energiza y nos lleva a mejorar el rendimiento. Eso hay que diferenciarlo porque está el estrés que nos mueve; ese estado de salud física y bienestar que mantiene el balance entre mente y el cuerpo”, expuso.

“Pero está el distrés, que es donde se rompe la armonía y se crea tensión. Eso es perjudicial porque la persona comienza a generar un malestar emocional y, a su vez, físico”, añadió el también catedrático asociado de la Universidad Ana G. Méndez.

Entre la sintomatología asociada al distrés a nivel fisiológico “puede haber dolores de cabeza constantes, cansancio, dolor en el pecho, hipervigilancia, insomnio o hipersomnia, sudoración y problemas sexuales, entre otros”, sostuvo el González Guardarrama. De otra parte, a nivel conductual, genera dificultades en la toma de decisiones.

“Además, se produce la negación de que hay un problema y aislamiento, y problemas en las relaciones interpersonales e intrapersonales, entre otros aspectos. Como ejemplo, están los problemas económicos, que son una de las mayores preocupaciones; pero en la vida cotidiana tenemos muchísimas cosas que nos pueden llevar al estrés”, apuntó.

En el aspecto emocional, según el psicólogo, la persona “puede estar irritable, deprimida, con miedo y temor al fracaso y, una preocupación tan excesiva que puede llevarla a un trastorno de ansiedad, entre otras repercusiones”.

Sin embargo, es posible hacer una limpieza mental para bajar los niveles de tensión y de preocupación, a fin de ver todo desde otra perspectiva.

“Primero, hay que reconocer el problema; qué es lo que está pasando. [Ver] si en realidad estoy en una situación que me ha llevado a presentar tanta tensión, un estrés que se ha convertido en negativo, y yo tengo que empezar a liberarme de eso, sanar, porque estoy en una presión; en una tensión acumulada. Es entender qué nos está causando malestar, qué nos está llevando a presentar todos estos aspectos de angustia y sensación de ahogamiento, porque, muchas veces, la gente describe así el estrés: ‘Estoy ahogado, cansado, angustiado’”, dijo.

Antes de despejar la mente, según González Guardarrama, “debemos proteger nuestro bienestar y salud mental; esa relación armoniosa de la persona y el ambiente, esa funcionalidad de bienestar que debemos tener”.

Buscar ayuda de la psicoterapia es la primera línea de acción. “Si se necesita un refuerzo más intenso, se considera la farmacoterapia y también es importante incluir a la familia”, advirtió.

“De lo contrario, si el proceso lo puedo canalizar desde mi yo y reconocerlo, hay que buscar y aceptar que está pasando algo”, recalcó.

Cómo limpiar la mente

Para limpiar la mente del estrés, hay que “identificar un lugar tranquilo y sin distracciones para familiarizarse y tener entendimiento. Buscar un espacio interior de aceptación para entrar en contacto con lo que está sucediendo, tener calma y entrar en contacto con la respiración”.

“Hay un ejercicio [que consiste en] cerrar los ojos, meditar, pensar en cómo estamos, hacia dónde nos dirigimos, qué siente mi cuerpo y dónde identificamos esa tensión, esa presión, esa incomodidad, y dónde están las sensaciones incómodas que tengo en este momento”, detalló.

“Esto, mientras se minimiza el juzgar, porque, muchas veces, comenzamos a juzgarnos a nosotros mismos, a autoflagelarnos. A veces, nos cuestionamos y sumergimos en esas tensiones que afectan nuestro cuerpo, como, por ejemplo, el reconocer que hay días en que no podemos”, resaltó.

Sobre esto, el psicólogo insistió en “reconocer que hay momentos en la vida de cada persona en que damos un 100 % y que en otros momentos estamos en menos uno. Ese proceso no nos hace menos personas”.

“Al reconocer que hay momentos en los que no podemos manejar las situaciones del día a día, nos lleva a no juzgarnos y a permitirnos estar y a reconocer nuestra vulnerabilidad. Nos permite dejar que nuestro cuerpo se exprese y entender que somos vulnerables. De esa manera, podemos limpiar nuestra mente de todos esos pensamientos que, muchas veces, van a millón y que causan un efecto emocional, cognitivo, fisiológico y conductual en nuestras vidas”, manifestó.

Para finalizar, detalló que “se trata de crear esa conciencia plena del aquí y el ahora”.

Esto, a través de “la calma, la relajación, la meditación, el contacto con nuestra respiración, la visualización, escuchar música, comer saludablemente y tener tiempo para el llamado mindfulness”.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.