Las epidemias mundiales de VIH y hepatitis víricas y las infecciones de transmisión sexual siguen planteando importantes problemas de salud pública y provocan 2.5 millones de muertes al año, según un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) titulado Puesta en práctica de las estrategias mundiales del sector de la salud contra el VIH, las hepatitis víricas y las infecciones de transmisión sexual para el periodo 2022-2030.

La OMS informa, además, que mientras las ITS están aumentando en muchas regiones, hay un descenso insuficiente de las nuevas infecciones por VIH y hepatitis víricas.

Por tales razones, llegó la hora de actuar para proteger y tratar la hepatitis, una inflamación en el tejido del hígado que puede ser causada por diversos factores como el uso de alcohol, drogas, la utilización de medicamentos, o la infección con virus, entre otras.

“Hablando específicamente de la hepatitis viral, esta puede ser hepatitis A, B, C, D, E porque hay varios tipos y se comportan de distintas maneras, algunas no progresan y otras progresan a cronicidad, lo que quiere decir que ocasionan un daño permanente”, explicó el doctor Federico Rodríguez, gastroenterólogo y hepatólogo.

Entre las hepatitis más comunes, de las que tienen mayor impacto en la población, se encuentran la hepatitis A, B y C.

Hepatitis A: En el caso específico de la hepatitis A, esta es una infección del virus que dura menos de 6 meses, “no causa daño permanente o cronicidad, que quiere decir cuando el virus se queda por más de seis meses en el hígado y va causando daño como cirrosis, etcétera”, detalló el especialista.

La transmisión de la hepatitis A es por vía fecal-oral, esto implica que la persona se puede contagiar con agua contaminada con heces fecales de una persona infectada o con comida que sea manipulada por personas que tengan en manos el virus de la hepatitis A, que estuviesen en ese momento infecciosos.

Según el doctor Rodríguez, los pacientes no necesariamente van a presentar todos los síntomas de una hepatitis viral y esta suele durar poco tiempo en sus cuerpos. Aparte de que se puede prevenir porque existe vacuna contra esta infección.

“La hepatitis A se adquiere comúnmente y ocurre con una frecuencia alta. Cuando ocurre en la niñez, que es cuando usualmente se infectan, pasa como un catarro. No necesariamente da todos los síntomas de una hepatitis viral. En la mayoría de los casos, se cura en menos de seis meses. Solamente la hepatitis A puede causar problemas en personas inmunocomprometidas o personas que tengan cirrosis”, detalló.

Hepatitis B: Esta es una enfermedad que afecta a una gran parte de la población porque se contagia por transmisión sexual y también se contagia fácilmente de la madre al bebé, además de la exposición a la sangre o suero de personas infectadas y drogas intravenosas.

“La hepatitis B progresa y los pacientes se quedan con esa infección, en muchos casos, por toda una vida. Es una enfermedad que puede causar cronicidad, o sea, que persiste por más de seis meses y, con el pasar del tiempo, va causando daños”, sostuvo.

Al igual que para la hepatitis A, para la hepatitis B hay una vacuna, por lo que la mayoría de la población debe estar vacunada.

“Si el contagio de hepatitis B ocurre en una persona no vacunada, de 10 personas que se infectan, solo dos progresan a cronicidad. La mayoría de las personas, el 80 %, se cura de hepatitis B, excepto las personas que la adquieren de bebé. En esos casos, como el bebé no ha desarrollado su sistema inmunológico, esa enfermedad persiste por muchos años y puede seguir transmitiéndolo”, dijo el médico.

En el caso de mujeres que sean positivas a hepatitis B, deben tener claro que no tienen que evitar la lactancia porque “al bebé se vacuna y se le da inmunoglobulinas que lo defienden contra el virus”, informó.

El desafío mayor es que ese 20 % de los pacientes que se queda con la enfermedad crónica, no elimina la hepatitis.

“Uno puede suprimir la hepatitis B para que no progrese ni haga daño. Solo hay medicamentos orales que suprimen o esconden la enfermedad, parecido a lo que pasa con el VIH, pero no la curan”, señaló el hepatólogo.

Hepatitis C: Esta enfermedad se contagia por contacto con secreciones de sangre de la persona y, contrario a la hepatitis B, no es una enfermedad que se considera altamente por transmisión sexual, aunque el especialista sostuvo que “puede ocurrir en personas que tengan relaciones de trauma como hombre con hombre, o personas con más de 10 parejas activas”.

“En Estados Unidos se ha evidenciado un alza en casos nuevos en jóvenes de 26 a 40 años como resultado del uso de opioides y el fentanilo, al compartir las jeringuillas. Incluso, el porcentaje de mujeres que se han infectado con hepatitis C del 2009 al 2020 ha subido alrededor de un 300 % que es bastante. Pero, no se enfatiza nada más como enfermedad de drogadictos porque es uno de los estigmas de la hepatitis C”, sostuvo Rodríguez,

Uno de los principales desafíos de la hepatitis C es lograr su detección y tratamiento. “Un paciente con hepatitis C que es usuario de drogas, tiene la capacidad de infectar a 30 personas en un periodo de tres años. Por eso es importante tratar de identificar estos casos, para evitar que esto siga propagándose”, destacó.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) recomiendan que “toda persona mayor de 18 años, por lo menos una vez en su vida, tenga riesgo o no, se haga la prueba de sangre para la detección de los anticuerpos para la hepatitis C. Aunque nunca haya usado drogas, ni se haya hecho tatuajes ni haya recibido transfusiones de sangre, ni tenga síntomas”, indicó.

A diferencia de las hepatitis A y B, para la C no hay vacuna y, el desafío mayor es que “de 10 personas infectadas, 8 progresan a cronicidad y solamente el 2 o un 20 % eliminan el virus por su cuenta”, advirtió el doctor Rodríguez.

“La hepatitis C es una enfermedad que, una vez el paciente la adquiere, tiende a producir daño crónico en el hígado y más de seis meses con la enfermedad, ya la persona se considera que no ha sido capaz de eliminar el virus. Y, con el pasar del tiempo (décadas), la hepatitis C puede producir daño al hígado”, detalló el doctor, quien advirtió que los pacientes con cirrosis o cicatrización extensa del hígado, pudieran desarrollar complicaciones que los puede llevar a trasplante de hígado o cáncer.

Estas posibles complicaciones deben motivar a las personas a tratar de identificar si padecen de hepatitis y prevenir que la enfermedad progrese.

“Existen tratamientos efectivos, la hepatitis C se puede curar. Una vez curada, se elimina del cuerpo. Antes, requería terapias con muchos efectos secundarios, hoy en día son pastillas en un periodo de dos a tres meses con una efectividad alta y mínimos de efectos secundarios”, destacó el gastroenterólogo y hepatólogo.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.