Larissa Rivera Rocafort había dado a luz a su primer hijo y creyó que el cansancio era producto del estrés de ser madre primeriza. Estaba en sus 28 años y, luego de pruebas médicas, el diagnóstico fue lo que se conoce popularmente como tiroides vaga o lenta.

El hipotiroidismo surge cuando la glándula tiroides no produce la cantidad suficiente de hormonas tiroideas y esa insuficiencia ocasiona la ralentización (hacer más lenta una actividad o proceso) de las funciones del organismo.

Fatiga, depresión y caída del cabello fueron algunos de los síntomas que experimentó en los inicios del diagnóstico, incluso cuando ya tomaba un medicamento prescrito. Luego, le ajustaron la dosis hasta llegar a la adecuada. Con el tiempo, empezó a sentirse mejor.

“Aprendí a vivir con eso”, aseguró. Aunque al principio tuvo resistencia, afirmó que, cuando leyó sobre la condición, “entendí todo lo que la tiroides controla”.

De acuerdo con Larissa, en la época que recibió la noticia de la condición, el acceso a la información no era tan fácil como ahora. En este momento, aseguró que hay una mayor concienciación sobre la enfermedad.

Actualmente, en Puerto Rico hay una alta prevalencia de condiciones relacionadas con la tiroides, que alcanza el 20 %, según la Sociedad Puertorriqueña de Endocrinología y Diabetología. La más común es el hipotiroidismo.

Para Larissa, este representa un dato muy cercano, ya que en su familia hay otras personas con problemas tiroideos.

“Con lo relacionado a la salud, yo soy un libro abierto”, dijo sobre la importancia de compartir las experiencias para la sensibilización y la prevención. Para ella, la alimentación balanceada y el ejercicio han sido constantes en su vida, pero reconoce que la afección provoca que le cueste mucho más que a otras personas bajar de peso, por ejemplo.

Asimismo, sostuvo que los cambios que se producen en el cuerpo afectan la vida cotidiana en general. Además de la piel extremadamente reseca, entre otras manifestaciones físicas, Larissa habló sobre el impacto de la enfermedad en el estado de ánimo.

“En la juventud, uno sigue su vida y no está tan atento a la salud hasta que llega la adultez y comienza a haber un deterioro en lo que antes podías hacer”, dijo. Así promovió la importancia de educarse acerca del diagnóstico e identificar cómo mejorar los estilos de vida.

Aunque los medicamentos de uso continuo generalmente permiten que las hormonas recuperen los niveles normales, también dependerá de que se mantengan hábitos saludables.

De la misma forma, el autocuidado es necesario. “Hago yoga; me crea balance, me tranquiliza. Es un tiempo para uno”, comentó. Además, disfruta viajar e ir a la playa. “Yo nadaba; lo debo volver a hacer. Cuando uno hace ejercicio, se siente mejor”, finalizó.

En este momento de transición que representa la menopausia y los cambios que conlleva, Larissa se propone vivir el día a día en conexión total con su cuerpo.