¿Padeces de asma? De ser así, conocer la enfermedad, sus desencadenantes y cómo controlar los síntomas puede ayudarte a mantener un estilo de vida activo y pleno.

El asma es una enfermedad respiratoria crónica o de larga duración, donde los pacientes pueden experimentar ataques recurrentes de falta de aire y sibilancias.

Esta afección aqueja a personas de todas las edades. Inclusive, es la enfermedad crónica más común entre los niños. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, actualmente se estima que unas 235 millones de personas en el mundo padecen de asma.

Si tienes la condición descontrolada, esta puede causar serias complicaciones de salud y, en algunos casos, hasta muerte prematura. Sin embargo, con un diagnóstico y tratamientos farmacológicos adecuados —ya sean de acción prolongada, de alivio rápido o de rescate— y educación en salud, se puede controlar la enfermedad. Aunque el asma es incurable, esta puede manejarse efectivamente. Las personas que mantienen el asma controlada pueden llevar una vida plena y gratificante, requieren menos visitas al médico o a salas de emergencias y menos hospitalizaciones.

Elabora tu plan de acción

Para mantener el asma bajo control los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés) recomiendan que elabores un plan de acción personalizado con tu proveedor de salud que describa tu tratamiento diario. Este programa incluirá los síntomas que debes vigilar y los pasos a seguir para tratar los síntomas iniciales del asma; los mecanismos para evitar que la enfermedad empeore y qué hacer cuando sufras un ataque de asma. El plan también te dice cuándo debes ir al médico o si debes acudir sin demora a una sala de emergencias.

Conoce los síntomas comunes

Los síntomas de asma pueden ser diferentes en cada persona. Estos pueden aparecer varias veces al día o a la semana. Para evitar que estos síntomas se agraven y que resulte en un ataque de asma, es importante identificarlos.

Aquí te presentamos los síntomas más comunes del asma:

  • Dificultad para respirar;
  • Opresión en el pecho;
  • Tos persistente, que empeora durante la noche o en las primeras horas de la mañana, lo cual impide un sueño tranquilo;
  • Sibilancia al inspirar o exhalar. Este consiste en un silbido agudo o un pito molestoso cada vez que respiras, que ocurre cuando el aire tiene dificultad para pasar por las vías respiratorias.

La Asociación Americana del Pulmón recomienda que hables con tu médico si experimentas cualquiera de estos síntomas.

Evita los desencadenantes

Cuando te expones a desencadenantes, tus vías respiratorias se inflaman y los músculos que las rodean se tensan. Esto hace que sea difícil respirar y, por lo general, produce un broncoespasmo. Los desencadenantes varían por cada persona e incluyen: infecciones respiratorias provocadas por los resfriados comunes, influenza o sinusitis; cambios de temperatura; ácaros del polvo; contaminación del aire exterior; plagas como cucarachas o ratones; polen; moho; productos químicos; humo del tabaco; caspa de animales o emociones fuertes.

Cumple con tu tratamiento

Recuerda, aunque te sientas bien, continúa utilizando tus medicamentos de control a largo plazo tal y como te recomendó tu proveedor de salud. No suspendas su uso sin consultar primero con tu médico y siempre acude a las citas de seguimiento con tu plan de acción para que puedas actualizarlo. Si enfrentas dificultad para respirar —estés o no bajo tratamiento por asma— asiste a una sala de emergencias inmediatamente.