El regreso a clases significa el reencuentro de nuestros niños con sus amigos y maestros, así como nuevas oportunidades de aprendizaje. Sin embargo, también marca el inicio de la temporada de influenza. En Puerto Rico, podemos contagiarnos con influenza a lo largo de todo el año, pero se ve un aumento significativo de casos durante la temporada de influenza, que comienza en otoño (septiembre) y culmina en primavera (marzo).

Adriana Cardona Cruz, MD, FAAP
Adriana Cardona Cruz, MD, FAAP (Suministrada)

La influenza es un virus respiratorio contagioso que se transmite a través del contacto con las gotas producidas al toser, estornudar o hablar, e, incluso, al tocar superficies contaminadas con estas. Los niños y adolescentes son la población con mayor riesgo de enfermarse.

Con un período de incubación de uno a cuatro días, la influenza se caracteriza por el desarrollo repentino de síntomas que incluyen fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolor en el cuerpo, cansancio, dolor de garganta, tos y congestión nasal. En los niños, también es común la aparición de síntomas gastrointestinales como vómitos y diarreas. En comparación con otros virus respiratorios e, incluso, el COVID-19, los niños con influenza tienden a sentirse mucho más enfermos. Son más contagiosos en los primeros tres días de la enfermedad y los síntomas tienden a durar una semana.

Dependiendo de la severidad de los síntomas, su duración y el riesgo de complicaciones, el pediatra podría recomendar el uso de un medicamento antiviral. Estos son más efectivos en las primeras 48 horas de enfermedad y pueden aliviar y acortar la duración de los síntomas, reduciendo el riesgo de complicaciones.

Además, recomendamos descanso, hidratación y medicamentos contra la fiebre y el dolor corporal, como el acetaminofén o el ibuprofeno (evitamos la aspirina por su asociación con el síndrome de Reye, que puede causar daño al cerebro y al hígado). Algunas alternativas contra la congestión y la tos son las terapias de agua salina, la succión de las secreciones nasales, y el uso de humidificadores ambientales, ungüentos de mentol en niños mayores de dos años y miel de abeja en niños mayores de un año. Utiliza terapias medicadas solo si su médico te lo indica. De acuerdo con la Academia Americana de Pediatría (AAP), los jarabes contra la tos no se recomiendan en pacientes menores de cuatro a seis años debido al riesgo de efectos secundarios y su poca efectividad. Es importante que consultes con el pediatra sobre el uso de estos medicamentos.

Busca atención médica de inmediato en una sala de emergencias, si tu niño presenta los siguientes síntomas:

  • Dificultad para respirar, respira muy rápido o se le hunden las costillas al respirar
  • Piel o los labios pálidos, grises o azules
  • No está orinando bien
  • No tolera sólidos ni líquidos por boca
  • No está alerta o tiene cambios de comportamiento
  • Dolor muscular intenso que le impide caminar
  • Convulsiones
  • Fiebre o tos que mejora y luego regresa
  • Deterioro de sus afecciones crónicas
  • Fiebre en cualquier infante menor de 90 días

La influenza puede llegar a complicarse. Los niños en mayor riesgo son aquellos que padecen de enfermedades médicas crónicas como asma, enfermedad pulmonar, cardiaca o renal, disfunción del sistema inmune, cáncer, diabetes, algunas enfermedades de la sangre o problemas del sistema nervioso o muscular. Entre las complicaciones de este virus están la pulmonía, la deshidratación, la disfunción cerebral, la disfunción cardiaca, infección de oídos, sinusitis, sepsis, deterioro de enfermedades crónicas subyacentes, e, incluso, la muerte.

Si bien la limpieza y desinfección de las manos y superficies, el uso de mascarillas en personas mayores de dos años mientras tengan síntomas y quedarse en casa si está enfermo son formas de prevenir la transmisión de la influenza, ninguna es tan efectiva como la vacunación. Toda persona mayor de seis meses de edad, especialmente, si padece de condiciones crónicas, debe vacunarse anualmente contra la influenza. Como este virus cambia rápidamente, es necesario recibir la vacuna anual, ya que protege, específicamente, contra los tipos de virus que se encuentran en la comunidad durante esa temporada. Los niños alérgicos al huevo pueden vacunarse contra la influenza. La vacuna ha sido estudiada rigurosamente y es segura, sus efectos secundarios son leves e incluyen fiebre o enrojecimiento, dolor o hinchazón en el lugar de la inyección.

Verifica con el pediatra dónde puedes vacunar a tus niños. ¡Mantén tu salud y la de tus niños a través de la vacunación!

La autora es pediatra y parte de New Vision Medical (IPA 300), el grupo médico en el pueblo de Bayamón que ofrece servicios de salud para niños y adultos. Para información, llama al 787-778-5353 o busca @NVMedicalPR en sus redes sociales.