Para algunos, el surgimiento de cursos gratuitos o de bajo costo que se ofrecen en la modalidad remota representa la democratización de la educación, al poner accesibles las herramientas para aprender sobre distintas materias y conceptos.

Sin embargo, otros prefieren tomar el asunto con cautela, ya que estas alternativas no necesariamente cuentan con la metodología y rigurosidad que establecen las universidades, a menos que provenga de una institución acreditada y certificada.

Cualquiera que sea la respuesta, existe una realidad innegable y, es que la apertura de estos recursos, allende las organizaciones educativas formales, permiten que el ciudadano en general tenga otras oportunidades de adquirir información o elevar su nivel de conocimiento en diversas áreas.

La modalidad de los cursos en línea se expandió a raíz de las medidas de contención por la pandemia del COVID-19, pero es un movimiento que comenzó el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), hace unos años, a través del mecanismo open source.

Esto creó un auge sin precedentes, que motivó a otras universidades a poner sus cursos en esta plataforma libre de costo, ocasionando un impacto importante en las instituciones de educación secundaria.

“En primer lugar, porque es una plataforma mediante la cual, las organizaciones ponen sus mejores cursos con sus mejores materiales y eso incluye conferencias, vídeos y material escrito, disponible para que otras universidades que no tienen esos mismos recursos, puedan utilizarlos. Es una iniciativa muy importante desde el punto de vista de democratizar la educación, en el sentido de que más personas puedan tener acceso a cursos de alto nivel”, resaltó el presidente de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, en Ponce, Jorge Iván Vélez Arocho.

“¿Qué han hecho algunas universidades? En primer lugar, aprovechar la oportunidad de poner sus cursos también ahí y, es una oportunidad para promover lo mejor que hacen. En segundo lugar, también les da la oportunidad de mirar sus propios cursos ante cursos de universidades de altísimo nivel y comparar si lo que están ofreciendo está al nivel de lo que ofrecen las otras. Por otro lado, ya que son cursos libres de costos, estas universidades pueden incorporar cursos de accesos abiertos”, explicó.

Según Vélez Arocho, los estudiantes acceden a estos cursos para buscar alternativas que les ofrezcan valor e innovarse.

“En otras palabras, los estudiantes que acceden a estos cursos, buscan un curso que les ofrezca valor; [en los] que el contenido y el costo se balanceen. Estos cursos en open sources son libres de costo, pero también da la oportunidad de uno intentar cursos que puedan innovarse. Por lo tanto, diferenciarse en los ofrecimientos se vuelve muy importante”, reveló.

Para la vicepresidenta de Asuntos Académicos y Estudiantiles de la Universidad Interamericana, Jacqueline Álvarez Peña, la tendencia de cursos gratuitos en línea “es un poco más casual, no tan planificada; no necesariamente cuenta con metodología y criterio de evaluación”.

“Siempre hemos sabido que hay dos tipos de educación: aquella que es más formal y la educación que es más informal. Este tipo de educación que se está dando mayormente a través de internet, por lo regular es abierta al público, puede tener un tiempo límite para obtenerlo, pero puede ser también flexible. No necesariamente hay un facilitador al otro lado para ofrecer retroalimentación”, sostuvo.

“Usualmente, el propósito es adquirir un conocimiento o información complementaria inmediata, en unos casos como entretenimiento, curiosidad por un tema, se da en internet, en redes sociales u otros medios que no son oficiales y, por lo regular, son gratuitos. Desde mi punto de vista son buenos, pero no tiene ningún propósito académico como tal”, apuntó.

A modo de comparación, Álvarez estableció que los cursos en línea creados por universidades son planificados, estructurados, organizados, tienen objetivos específicos y hasta métodos de evaluación.

“Estos cursos se dan en escenarios educativos que están regulados o acreditados; hay un facilitador que está al otro lado que interactúa con ese estudiante o participante. Evidentemente, hay una retroalimentación, hay un propósito que, además de adquirir el conocimiento como puede ser el informal, hay otra dinámica, pensamiento crítico, intercambio de ideas, reflexión, análisis y, al final, se espera esa validación o una certificación de ese aprendizaje”, manifestó.

“En muchas ocasiones, la balanza puede inclinarse a este otro tipo, que está en internet y es informal, no necesariamente tiene la rigurosidad que tiene una universidad o un centro donde se ofrece un programa con más formalidad. Creo que ambos tienen espacio, tienen enfoques distintos, pero este, más informal, no debe ser el único para educar a una persona”, acotó.

No obstante, señaló que los cursos gratuitos han logrado posicionar tendencias actuales con relación a algunas profesiones, que a lo mejor tienen una tendencia en este momento, pero no son profesiones u ocupaciones que van a prevalecer a través de los tiempos”.