Servir a la comunidad y llegar hasta aquellas personas que necesitan ayuda, pero no la buscan, es parte de la esencia misma de la misión educativa de la Universidad Albizu. Es la enseñanza más trascendental que la universidad procura para cada futuro profesional de la conducta humana, porque uno de los valores que la institución promueve es el deseo de servir y transformar vidas.

Para llegar a más personas y dar una oportunidad de que los estudiantes atiendan situaciones de vida reales existe Recinto Solidario, un programa que lleva el proceso de servir y aprender desde la universidad a las calles.

“Es bien importante darle un espacio a los estudiantes que están en proceso de formación para que puedan entender a las poblaciones vulnerables. Hace ocho años creamos Recinto Solidario, que es una organización donde los estudiantes se adiestran con modelos salubristas para trabajar con personas en situación de calle y su interseccionalidad. Esto implica personas con problemas de salud mental, de salud física o personas con uso problemático de sustancias. Los estudiantes se adiestran con ese modelo y trabajamos estrategias de reducción de riesgo desde los ambientes de ellos y ellas. Es un elemento de transformación, no solamente para las personas que reciben nuestros servicios, sino también para nuestros estudiantes”, explicó el doctor Juan Nazario, profesor en el Programa de Psicología Clínica de la Universidad Albizu y creador del proyecto Recinto Solidario.

Como dijo Dalmarie Mirabal, estudiante doctoral del programa de Psicología y participante de Recinto Solidario, cada semana, un grupo de estudiantes asistidos por un profesor sale a auscultar y ayudar a atender las necesidades de poblaciones de exclusión social, personas sin hogar, con problemas de uso de sustancias o trabajadores sexuales en distintos puntos de San Juan.

“Hacemos rondas los sábados desde las siete de la noche, empezando por el Viejo San Juan. Vamos al área de la Parada 18, en Santurce; a Condado y luego al pueblo de Río Piedras. Les llevamos ropa, artículos de higiene, artículos médicos como jeringuillas y preparamos comida y meriendas para distribuir. De igual forma, les ofrecemos orientación sobre medidas de seguridad y los ayudamos a tramitar diferentes servicios, como referidos para pruebas de enfermedades como el VIH”, agregó.

Se trata de un programa de participación voluntaria para estudiantes de los programas de bachillerato, maestría y doctorado de Psicología Clínica de la Universidad Albizu, en el que las horas de servicio se acreditan como tiempo de práctica para los alumnos. Además de la formación en conducta humana que los estudiantes van adquiriendo en la universidad, cada uno de los participantes debe completar adiestramientos en medidas de seguridad y atención a personas vulnerables antes de salir a formar parte de las rondas.

Al trabajo en las calles que hace Recinto Solidario se suman otros esfuerzos para educar a la comunidad fuera y dentro de la universidad. Ofrece talleres de autocuidado a organizaciones de base comunitaria y ha organizado proyectos educativos para deconstruir mitos sobre la realidad de las personas sin hogar, con testimonios reales de personas que han vivido en la calle. Además, han colaborado con donativos a entidades sin fines de lucro como la Fondita de Jesús y han participado de esfuerzos de concienciación acerca del VIH con la Iniciativa Comunitaria de Investigación. Recinto Solidario también llegó con ayuda a comunidades afectadas tras el paso del Huracán Fiona y han organizado las Mesas Solidarias, encuentros en el Recinto de San Juan de la Universidad Albizu para ofrecer alimentos, artículos de higiene personal y actividades de entretenimiento a personas en necesidad.

Este proyecto busca honrar la misión de la Universidad Albizu de ayudar a mejorar la vida de la comunidad, a la vez que ofrece una enseñanza que el salón de clases ni los libros pueden equiparar. “Cuando empecé mis estudios en Psicología no tenía idea de que, a través de la Psicología, se podía impactar la vida de personas vulnerables de esta manera, y llevar este servicio a personas que no van a ir en busca del servicio que le ofrecemos. Les damos de comer, les orientamos sobre la importancia de cuidarse apropiadamente las heridas y los acompañamos, porque muchas veces están solos. Y es una labor sumamente gratificante al ver cómo nos reciben, y que te hace valorar lo que tienes y apreciar la oportunidad de ayudar a otros seres humanos,” expresó Mirabal.

Para esta estudiante -una profesional que, tras años de trabajo en otro campo decidió iniciar una carrera en Psicología-, ser parte de Recinto Solidario ha sido la oportunidad de lograr el sueño de toda una vida. “Estudiar psicología era un sueño para mí, y desde que tomé la decisión sabía que no quería ser psicóloga únicamente para ofrecer servicios desde una oficina, aunque eso sea parte importante de lo que hacemos. Quería poder llegar a personas que no tienen acceso a servicios, ya fuera con trabajo voluntario o con esfuerzos coordinados para llegar a comunidades donde hay dificultades de acceso. Recinto Solidario me ha permitido lograr esa meta de vida, de sentir que aporto a mejorar la vida de personas en mi entorno”, apuntó.

Se trata de un proceso de ayuda y enseñanza en la que, tal como ella lo describe, los voluntarios sienten que se llevan más en experiencia y aprendizaje que lo que aportan.

Para obtener más información de Recinto Solidario, puedes escribir a recintosolidariouca@gmail.com. Para saber más de los programas académicos de la Universidad Albizu accede a albizu.edu.