El tema del bienestar emocional de los estudiantes y los docentes es fundamental para que se desarrolle positivamente el proceso de aprendizaje en el aula. En el caso de Puerto Rico, la discusión sobre el bienestar y la salud mental de la comunidad universitaria se debe contextualizar en el marco de los múltiples desastres naturales y desafíos sociales que enfrenta el archipiélago.

Según el biólogo experto en proyectos de educación científica, Elvin Estrada García, “estos eventos han dejado una marca permanente en los jóvenes, afectando su bienestar emocional y su capacidad para desarrollarse académicamente” añadiendo que en los últimos años, factores como huracanes, el cierre de escuelas, terremotos, la pandemia de COVID-19 y la falta de recursos en el sistema de salud mental han exacerbado esta crisis, materializando la “necesidad de una intervención urgente y sostenida”, sostuvo.

Según expandió en una publicación médica titulada La Importancia de la Salud Mental en los Estudiantes de Puerto Rico: Desafíos y Soluciones, varios estudios han revelado que una alta proporción de estudiantes experimenta problemas de salud mental. De acuerdo con un informe del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico realizado en el 2017, el 45 % de las estudiantes de escuelas secundaria se sintieron tristes o desesperanzadas, y el 17 % consideró seriamente el suicidio. Para Estrada García, estas cifras alarmantes destacan la necesidad de intervenciones urgentes.

Por otro lado, existen factores agravantes para la salud mental como el cierre de instalaciones y servicios de salud mental, la interrupción de los servicios académicos tras los desastres, así como la frecuencia en las interrupciones eléctricas en Puerto Rico las cuales, conforme plantea Estrada García, “tienen un impacto significativo en la salud mental de los estudiantes, además de afectar su rendimiento académico”. Estos elementos, en conjunto con el estigma asociado a la salud mental, impiden la obtención y el aprovechamiento de los servicios diseñados para apoyar a los estudiantes durante tiempos de crisis.

A estos efectos, las escuelas, los padres y educadores pueden ejercer un impacto positivo para mejorar la experiencia académica de los estudiantes así como crear entornos seguros y de apoyo. De manera que puedan detectar señales y síntomas de trastornos depresivos, de ansiedad y malestares afines. También, según puntualizó Estrada García, se debe priorizar la promoción de hábitos saludables como emprender en actividad física, asumir una dieta saludable y centralizar el tiempo de ocio con la familia y amistades.

El biólogo, además, recomendó limitar el tiempo de pantalla en los dispositivos electrónicos para fomentar el equilibrio con “actividades que promuevan la interacción social y el bienestar físico y emocional”.

A modo de exhortar una mayor apertura hacia la conversación sobre la salud mental en los jóvenes, Estrada apuesta a la integración de programas de educación sobre salud mental en las escuelas y en el hogar para “reducir el estigma y empoderar a los estudiantes a buscar ayuda cuando lo necesiten”.

Por último, Estrada García avala la ampliación del acceso a recursos profesionales, pues “facilitar el acceso a consejeros y servicios de salud mental es crucial”. A estos efectos, el científico y educador, sugiere la elaboración de servicios de consejería en línea y hotlines que ofrezcan apoyo inmediato a estudiantes para abordar eficazmente la crisis de salud mental entre los estudiantes en Puerto Rico. “Es esencial implementar estrategias basadas en evidencia que involucren a la comunidad y fortalezcan el sistema de apoyo. La educación sobre salud mental debe ser una prioridad, no solo para reducir el estigma, sino también para empoderar a los jóvenes a buscar ayuda cuando la necesiten. La incorporación de programas de consejería y apoyo emocional en las escuelas puede proporcionar el entorno necesario para que los estudiantes prosperen”, puntualizó.

La autora es periodista colaboradora de Suplementos.