Las razones que impulsan a las personas a cursar currículos de educación continua son variadas. Por un lado, están quienes emprenden el camino para enriquecer su currículo profesional con destrezas que complementen sus conocimientos para destacarse en un mercado laboral cada vez más competitivo. Otros, lo abordan atraídos por la posibilidad de hacer un cambio de carrera y porque no cuentan con experiencia práctica previa, mientras que, muchos más, desean aprender un nuevo oficio, adquirir destrezas para implementarlas en proyectos y negocios personales o satisfacer algún interés o pasatiempo.

Para Aurora M. Sotográs Saldaña, directora ejecutiva de la División de Educación Continua y Estudios Profesionales (DECEP) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), “la educación continua es para todos, si no terminaste el bachillerato, la educación continua es para ti… si terminaste un grado de bachillerato, maestría o doctorado, también la educación continua es para ti, permitiéndote reinventarte y especializarte”, expresó.

A su juicio, una de las cualidades más atractivas en torno a esta modalidad de aprendizaje es que no exige requisitos de admisión, pues “solo es necesario tu interés” exaltando la diversidad temática de su oferta. “Si solamente quieres explorar, puedes estudiar lenguaje de señas, cultivar otro idioma para comunicarte mejor o instruirte sobre cómo establecer tu negocio”, sostuvo.

Asimismo, según informa el portal de la UPR, el currículo de cursos de educación continua del sistema universitario fue concebido para satisfacer las necesidades e intereses de diversos grupos profesionales y empresariales cuyas disciplinas experimentan una evolución continua, así como para personas que interesen desarrollar destrezas específicas para su crecimiento como individuo. Por lo que, para servirle al mayor número de personas a través de distintas disciplinas, estos cursos están a disposición tanto para la comunidad universitaria como para la comunidad en general y se ofrecen de manera presencial o en línea.

Las oportunidades de educación continua comprenden certificados profesionales, conferencias y cursos cortos, autodirigidos o facilitados, abordando áreas como idiomas, los bellos oficios, coaching profesional, gerencia de proyecto, coordinación de eventos, facturación de planes médicos, redacción de propuestas, ciencia de datos, entre otros. A su vez, algunas instituciones universitarias diseñan currículos especializados para ciertas demografías y necesidades como adultos mayores, empleados públicos y agencias gubernamentales, empresas privadas y todo tipo de organismo que desea aumentar la capacitación de su personal.

A juicio de la consejera académica Nelissa Domínguez, en los últimos años ha habido un mayor volumen de adultos interesados en continuar estudiando. Pues, ya “sea para buscar cambiar de profesión, tener una nueva área de oportunidad o complementar sus conocimientos con otras ramas… han visto lo cambiante y demandante del mundo laboral. Así que existe un deseo genuino y muy relevante de mejorar y aprender. Algunos no necesariamente volviendo a la universidad a estudiar otro grado de cuatro años, sino a través de cursos más cortos o certificados”, subrayó.

Por último, reconociendo que los costos de matrícula pueden suprimir la oportunidad de emprender esta ruta educativa por falta de medios económicos, la consejera puntualizó que la persona “podría auscultar si existe algún tipo de beca o ayuda financiera que pueda aplicarse. De esta manera, sería una inversión para adquirir nuevas destrezas y habilidades en la profesión que le permitan retarse a sí mismo, para seguir creciendo y evolucionar dentro de su empleo o para aumentar las oportunidades en el mercado”.

La autora es periodista colaboradora de Suplementos.