La migraña es un padecimiento sumamente prevalente que impacta la vida de aproximadamente un 15 % de la población mundial y es tres veces más común en las féminas. Además, ha sido considerada la segunda causa mundial de incapacidad, según el Global Burden of Disease Study de 2016. Esta enfermedad crónica está acompañada de un estigma social que lleva a las personas afectadas a ocultarla, debido a la falta de comprensión y reconocimiento de su consecuencia incapacitante.

Es importante conocer la diferencia entre un dolor de cabeza y la migraña. El dolor de cabeza se refiere a un síntoma de dolor que puede ser en cualquier parte de la cabeza y ocurrir por un sinnúmero de razones. Sin embargo, cuando hablamos de la migraña, es importante recalcar que esta es una enfermedad neurológica y genética que se presenta con una multitud de síntomas, entre ellos dolores de cabeza recurrentes. El dolor puede ser de intensidad moderada a severa, acompañado por una sensación pulsátil o de presión, generalmente predominante en un lado de la cabeza, aunque puede ocurrir en toda la cabeza. Además, los ataques de migraña pueden presentarse con otros síntomas no placenteros como sensibilidad a la luz, ruido y olores, náuseas y vómitos, fatiga, dolor de cuello, mareos, cambio en el estado de ánimo, tales como irritabilidad y ansiedad, y problemas de concentración. Sin un manejo apropiado, pueden durar de horas a días e interferir con las actividades diarias de aquel que lo vive.

El diagnóstico de esta enfermedad es clínico y está basado en el historial del paciente. La migraña se clasifica como episódica o crónica. Por un lado, la migraña episódica se refiere a tener menos de 15 días de dolores de cabeza al mes, mientras que la migraña crónica se refiere a tener 15 días o más de dolor de cabeza al mes por tres meses consecutivos, en los cuales ocho de esos días cumplen con los criterios de migraña. Se realizan estudios adicionales si hay sospecha de otras razones médicas que provoquen los dolores de cabeza, pero si todos los síntomas son debidos a la migraña, los estudios tienden a salir normales.

Hay una serie de factores que desencadenan la migraña. Algunos de estos incluyen las bebidas alcohólicas, el consumo excesivo de cafeína, luces brillantes, parpadeantes o destellantes, olores fuertes, estrés, falta o exceso de sueño, cambios climáticos, algunos medicamentos, ciertos alimentos, incluyendo aditivos alimentarios, saltar las comidas y cambios hormonales en las féminas. Estos factores causantes son diferentes para cada persona y es importante identificar cuáles aplican a cada individuo.

Aunque aún no existe una cura para la migraña, sí hay un amplio espectro de tratamientos que deben ser individualizados para cada paciente de acuerdo con su necesidad. Siempre es importante comenzar con la modificación del estilo de vida, lo cual incluye iniciar un régimen de ejercicio, tener una buena alimentación e higiene del sueño, practicar técnicas de relajación y evitar factores desencadenantes que exacerban la enfermedad.

A través de los años, se han aprobado muchos medicamentos para tratar la migraña y existen dos categorías de tratamientos principales: tratamiento agudo y tratamiento preventivo. El tratamiento agudo es el que se utiliza solo de ser necesario para el momento del ataque, con el propósito de aliviar o eliminar el dolor y los síntomas asociados lo más rápido posible para que el paciente pueda continuar con sus actividades normales sin interrupción. Todo paciente que padece migraña debe tener un régimen efectivo de tratamiento agudo.

Tomar ciertos tratamientos agudos con demasiada frecuencia puede desencadenar dolores de cabeza tipo rebote por el uso excesivo de medicamentos agudos, causando un aumento en la frecuencia de los ataques. Como algunos de estos medicamentos están disponibles sin receta, es importante educar a la población sobre la importancia de limitar el uso de estos medicamentos.

Por esta misma razón, si a nivel mensual hay más de cuatro ataques moderados o seis días de dolor de cabeza de cualquier grado de intensidad, se recomienda el uso de la segunda categoría de tratamientos, conocida como los preventivos. El propósito de este grupo de tratamiento es reducir la frecuencia, la intensidad y la duración de los ataques futuros, aminorar la necesidad del uso frecuente de medicamentos agudos y disminuir la discapacidad que pueden traer estos ataques de migrañas a la vida de quien la sufre. Un tratamiento preventivo puede consistir en medicamentos diarios o inyecciones mensuales o trimestrales. Es importante que el paciente converse con su médico acerca de cuáles son las mejores alternativas, ya que el tratamiento de cada paciente es individualizado.

En fin, es fundamental promover la sensibilización social sobre esta enfermedad, aumentar la conciencia y la educación sobre qué es la migraña y los tratamientos disponibles para mejorar la calidad de vida de quien padece esta afección neurológica incapacitante y prevalente.

La autora es neuróloga y especialista en dolores de cabeza.