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Cuando se trata de vacunar -cuando es considerado como un trámite más en la prevención de enfermedades en los niños y adolescentes-, en Puerto Rico podría ser una decisión que puede llevar a los padres a descartar la inmunización.
Desde que se inventaron las vacunas, existe temor sobre los posibles efectos secundarios que estas pueden tener en los niños. Un miedo que fue exacerbado hace 30 años con un estudio publicado -y ahora retirado- en la renombrada revista científica The Lancet donde relacionaba el autismo con la vacuna triple MMR (sarampión, rubéola y paperas).
A pesar de que tanto la investigación como su autor fueron desacreditados por la comunidad científica, el legado del doctor Andrew Wakefield sigue vigente y en el Reino Unido y Europa lo están sufriendo en carne propia. En el año 2018 hubo sobre 41,000.00 casos de sarampión; el doble de lo que se reportó en el 2017.
La diferencia es que, en el caso británico, en Europa y en los Estados Unidos es que los niños no fueron vacunados por una decisión libre. Mientras que en gran parte del mundo en desarrollo el problema radica en la falta de acceso a la vacuna. Qué ironía, ¿no?
Los pediatras insistimos en el mensaje: las vacunas son la mejor arma para frenar el rebrote de enfermedades que raramente aparecen en nuestro país en las últimas décadas y debemos alertar sobre los riesgos de no vacunarse.
Ahora, hay que defender, también, el derecho a la información en salud y que se expliquen a los padres, bajo un consentimiento informado, los efectos secundarios que puede conllevar la vacunación.
Apostamos por “racionalizar al máximo” la puesta de vacunas porque son efectivas, necesarias y seguras.
Hoy en día, nos encontramos con dos tipos de grupos que no vacunan: los que llevan un modo de vida relacionado con el naturalismo y rechazan lo artificial, y los que desechan las vacunas por motivos de seguridad porque dicen que tienen efectos secundarios.
Antes, los que no vacunaban eran personas con baja educación social que prácticamente estaban fuera de la sociedad, ahora, suele ser gente con alto nivel de estudios, informada y que ha leído mucho.
Pero, digan lo que digan los integrantes de estos movimientos antivacunas, las vacunas han salvado más vidas que ningún otro invento científico y son las principales responsables de que nuestra esperanza de vida haya pasado de unos 40 años a alrededor de mucho más de 80 años.
Cuáles son los riesgos
Los pediatras defendemos las ventajas de la vacunación como medida preventiva y alertamos de los riesgos para la población de no efectuarse.
La inmunización con vacunas afecta al individuo, pero también al grupo alrededor, porque la circulación del virus baja mucho, la enfermedad no aparece y acaba protegiendo a los niños no vacunados. Advertimos que, si bajan los índices de vacunación la protección, podría no ser suficiente y extenderse el contagio. Aquí hay que dar énfasis en las escuelas, las guardería y universidades, en cuanto a acepar niños,niñas y adolescentes sin vacunar apropiadamente.
Muchos padres preguntan constantemente por qué se sigue vacunando de enfermedades que apenas existen como polio, difteria o rubéola, pero hay que aclarar que el único virus erradicado en el mundo es el de la viruela; del resto hay que seguir con la inmunización porque se dan en otros países.
Por eso, nosotros, los pediatras apoyamos que se vacune “de todo” porque los “movimientos poblacionales” provocan que se pueda entrar en contacto con la enfermedad y que esta se propague. Más, cuando hay estudios científicos comprobando la efectividad y la eficacia de las vacunas.
Cuando se fabrica una vacuna se hace frente a enfermedades, y el concepto es que la enfermedad siempre es peor que la vacuna, porque la vacuna es un elemento atenuado de la enfermedad. No hay ninguna vacuna que se haya demostrado que puede ser nociva en relación con lo nocivo que son las enfermedades.
Lamentablemente, el peor enemigo de las vacunas es su propio éxito. Los padres no temen de algunas de estas enfermedades que pueden hasta causar la muerte de sus hijos porque no las conocen o no las han visto.
No es lo mismo estar expuesto a una enfermedad grave, e incluso mortal, que a otra enfermedad cuyas consecuencias no sean fatales. Muchas de las enfermedades donde se ha instalado la vacunación como método de prevención han salvado muchas vidas. Este es el caso del sarampión, la polio y la viruela, que pueden ser graves y matar, y existen vacunas para prevenirlas. Igualmente, de las vacunas más recientes, la del virus del papiloma humano (VPH), está comprobada que es eficaz y previene el cáncer del cérvix y otros cánceres relacionados al VPH.
Las enfermedades más peligrosas son todas las que están en los calendarios de vacunas porque, cuando uno toma la decisión de incorporar una vacuna a un calendario, según el país que sea, debe conocerse la cantidad de personas que se enferman de esa patología. Uno tiene que saber qué importancia tiene esa enfermedad y si existe una manera de prevenirla. Entonces, cuando uno tiene ese dato epidemiológico es cuando sabe que una enfermedad es grave, que muchos se van a enfermar y muchos se van a morir. Por eso se decide incorporar una vacuna a un calendario oficial.
Consulta con tu pediatra sobre las vacunas que deben recibir tus hijos. Es nuestro deber protegerlos de enfermedades que puedan causarles hasta la muerte.
El autor es pediatra y presidente de la Sociedad Puertorriqueña de Pediatría y miembro de Academia Americana de Pediatría. Para más información, llama al Centro Pediátrico Paseos al 787-999-0889.
Este contenido comercial fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.