Techos Pa’ Mi Gente: Proteger la vida, proteger la dignidad
Más allá de un bien material, un techo es un derecho humano, dice Amarilis González Domínguez, de Techos Pa’ Mi Gente
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“Les cambiamos la vida al cambiarles el techo”. Así captura Amarilis González Domínguez la esencia del trabajo que realiza Techos Pa’ Mi Gente, organización sin fines de lucro en la que se desempeña como directora ejecutiva, y cuya misión es construir y rehabilitar los techos de viviendas impactadas por desastres naturales.
La entidad se originó poco después del paso del huracán María en septiembre de 2017, ante la magnitud de la destrucción, la necesidad apremiante de la población y la demora en la llegada de ayuda por parte del Gobierno. “Esto empezó como una iniciativa comunitaria para ayudar a nuestros vecinos en el barrio Carraízo, en Trujillo Alto, que se habían quedado sin techo”, recordó González.
“En octubre, regresé a la escuela donde trabajaba. Como estaba cerca de un hospital, ya tenía luz y señal. Escribí en mis redes sociales que, si tuviese toldos, yo misma los ponía”, relató. Acto seguido, familiares, amigos y hasta desconocidos dentro y fuera de Puerto Rico se comunicaron con ella y comenzaron a enviarle toldos a su hogar.
Entonces, González acudió a un vecino, que es trabajador social y elaboró un estudio de necesidades; y a las redes sociales en busca de voluntarios. “El 17 de octubre llegaron 29 voluntarios a Loma del Viento, en Trujillo Alto. Fuimos en busca de casas sin techo a repartir toldos y a ayudar a instalarlos”, recordó.
En 2018, el esposo de González, quien es ingeniero civil, propuso reparar los tejados de una vez. Entonces, empezaron a adiestrar a los voluntarios en las guías de construcción de casas resistentes a huracanes del Colegio de Ingenieros y Agrimensores de Puerto Rico, y en las guías de construcción resiliente del ingeniero alemán Johann Zimmermann, con el propósito de evitar que las personas beneficiadas volvieran a perder sus techos durante otros desastres naturales.
“Fueron miles los toldos que repartimos a través de toda la isla durante esos primeros meses. Ahora estamos por comenzar a reconstruir el techo de la casa número 81″, resaltó.
Sin embargo, aún queda mucho trabajo por hacer. “Tenemos cerca de 900 casos en lista de espera”, informó. Aunque tienen una base de datos con un millar de voluntarios, solo cuentan con transportación y herramientas para trabajar un techo a la vez. Esta labor requiere de unas 25 personas, entre las que realizan demolición, remoción de escombros, toma de medidas, elaboración de planos, descargue de materiales, construcción de techos de madera y metal, y cocinar para voluntarios y beneficiarios.
“Cinco años después del huracán María, lo que hay es una crisis de salud pública provocada por problemas con los techos; enfermedades respiratorias y de la piel por exposición al hongo. La salud mental de las personas que viven mojándose cada vez que llueve por falta de un techo seguro, está bien deteriorada”, detalló González. Dijo que aún reciben casos que datan del huracán María, así como de personas afectadas por el huracán Fiona, que no pudieron acceder a ayudas gubernamentales por falta de documentos.
“Hay gente que los encontramos cabizbajos y sus rostros se van transfigurando según el techo se va reparando”, contó la directora ejecutiva. “Muchos están deprimidos por lo que les está pasando. Cuando llueve de madrugada, tienen que levantarse a sacar agua y ahora [los que ya tienen toldos o techos] se pueden acostar tranquilos a descansar. Sonríen porque es un cambio increíble”.
A González le gustaría poder hacer más. “Nuestra meta para este año es tener tres brigadas equipadas trabajando a la vez, para poder impactar a más personas. Para eso, necesitamos herramientas y vehículos para tres brigadas”, dijo la portavoz de la organización, que se nutre del voluntariado y de donativos de individuos y empresas, pues no recibe fondos del Gobierno.
También aspira a continuar con la rehabilitación de su sede en Hato Rey, en un edificio que estuvo abandonado y pertenece al Departamento de la Vivienda, el cual se utiliza mediante un contrato de usufructo. Allí, ingenieros, carpinteros y albañiles —todos voluntarios— adiestran a los voluntarios que construirán techos de manera resiliente. La propiedad también cuenta con doce alojamientos para personas que no tienen donde quedarse en lo que se reparan sus techos.
Informó que la organización cuenta solo con tres empleados, incluyéndola, y que un 90 % de los donativos que reciben se usan para dar servicio directo a la comunidad.
Para más información sobre cómo donar, hacerte voluntario o recibir ayuda, puedes acceder a la página web www.tpmgcorp.org, llamar al 787-296-8443 o escribir a administrativeassistant@tpmgcorp.org.
Amarilis, la educadora
- Fue maestra de inglés y de teatro. Trabajó 17 años en la Escuela Central de Artes Visuales, en Santurce, hasta que renunció para dedicarse de lleno a Techos Pa’ Mi Gente.
- Expresó: “Ser maestro en Puerto Rico te da herramientas porque tienes que hacer tanto con tan poco. Eso me ayudó a desarrollar este proyecto (Techos Pa’ Mi Gente) de la manera más ordenada posible”.
- Se mantiene ligada a la educación desde su actual rol. “En esta organización también tenemos la misión de educar en construcción resiliente”, dijo.
Este contenido comercial fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.