El cuidado de un ser querido es tarea de todos
Sigue 7 recomendaciones prácticas para fortalecer la comunicación y compartir responsabilidades en familia
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Asumir el rol de ser cuidador de un adulto mayor es una experiencia emocional y desafiante. Sin embargo, el compromiso no debería recaer en una sola persona; cuando toda la familia participa en el proceso, se alivian las cargas individuales y se enriquece la experiencia de cuidado. Para lograrlo, una comunicación abierta y honesta es fundamental, así como la capacidad de manejar conflictos y repartir responsabilidades. En este artículo, ofreceremos herramientas e información que te ayudarán a facilitar la comunicación y lograr que todos los miembros de la familia se involucren activamente.
1. Comienza por establecer una comunicación clara y abierta
El primer paso para involucrar a la familia en el cuidado de un adulto mayor es establecer una comunicación abierta. Muchas veces, el cuidador principal asume una gran carga porque otros familiares no entienden completamente las necesidades y desafíos del cuidado.
Es útil organizar una reunión familiar inicial en la que se discuta la situación actual del adulto mayor, sus necesidades diarias y los desafíos que el cuidador enfrenta. En esta reunión, se debe permitir que todos los miembros expresen sus preocupaciones, dudas y emociones. Si es posible, incluye al adulto mayor en la conversación, pues su opinión puede ayudar a la toma de decisiones sobre su cuidado y bienestar.
Si algunos familiares no pueden asistir en persona, un consejo práctico es utilizar herramientas digitales, como aplicaciones de videollamadas. También se pueden usar aplicaciones de mensajería grupal para mantener una comunicación continua y actualizaciones en tiempo real sobre la condición del adulto mayor.
2. Designa responsabilidades específicas
Para evitar que un solo miembro de la familia se vea sobrecargado, es importante dividir las responsabilidades de manera equitativa y justa. Algunas tareas pueden ser de asistencia directa, como llevar al adulto mayor a sus citas médicas o ayudar en su higiene diaria, mientras que otras pueden ser de apoyo logístico, como encargarse de las compras, administrar las finanzas o manejar trámites.
Asignar responsabilidades claras ayuda a prevenir conflictos y asegurar que cada miembro de la familia aporte de acuerdo con sus habilidades, disponibilidad y recursos. No todos los familiares pueden ayudar de la misma manera, pero todos pueden involucrarse.
Crear listas de tareas y responsabilidades en una aplicación compartida, como Google Calendar o una aplicación de planificación familiar, puede ayudar a no olvidarse de los pendientes. Así, si alguien tiene un imprevisto, otro familiar puede asumir temporalmente la tarea sin dificultad.
3. Desarrolla un plan de apoyo rotativo
Un sistema de apoyo rotativo permite que el cuidador principal tenga momentos de descanso y que los demás familiares puedan involucrarse en el proceso de cuidado. Establece un calendario donde cada miembro de la familia tenga un turno de apoyo, ya sea semanal o mensual, dependiendo de la situación y disponibilidad de cada persona. Esto fomenta un mayor entendimiento y aprecio entre los miembros de la familia.
Consejo práctico: Para organizar los turnos de forma eficiente, puedes usar una aplicación de calendario compartido o un grupo en el teléfono inteligente, de modo que todos los miembros estén al tanto de los horarios y puedan hacer ajustes cuando sea necesario.
4. Manejo de conflictos y comunicación asertiva
Es natural que surjan conflictos y tensiones cuando se trata de cuidar a un ser querido, especialmente, si las opiniones sobre el cuidado difieren o si alguien siente que está aportando más que los demás. En estos casos, la comunicación asertiva y el respeto mutuo son esenciales para mantener una dinámica familiar armoniosa.
Al discutir temas delicados, evita el uso de lenguaje acusatorio y opta por “yo” en lugar de “tú” para expresar tus sentimientos sin culpar a los demás. Por ejemplo, en lugar de decir “Tú nunca ayudas con mamá”, intenta decir “Siento que estoy manejando muchas responsabilidades y necesito apoyo”.
Si los conflictos se tornan difíciles de resolver, considera la posibilidad de buscar la ayuda de un mediador familiar o un terapeuta especializado en relaciones familiares. A veces, la intervención de un profesional puede facilitar la comunicación y ayudar a encontrar soluciones que beneficien a todos.
5. Incluye espacios para la expresión emocional y el apoyo mutuo
El rol de cuidador puede ser emocionalmente agotador, y cada miembro de la familia necesita sentirse apoyado en sus emociones. Establecer un espacio seguro donde todos puedan expresar sus sentimientos y preocupaciones sin miedo al juicio es fundamental.
Organizar reuniones familiares regulares, tanto en persona como virtuales, para compartir las experiencias y los desafíos puede crear un ambiente de comprensión mutua. También se pueden organizar reuniones familiares más informales, como almuerzos o cenas, en las que no se hable del cuidado, para que todos mantengan una conexión más allá de las obligaciones.
6. Busca ayuda externa de profesionales
Si bien es ideal que la familia participe activamente en el cuidado, a veces, las demandas pueden ser demasiado altas para manejarlas entre todos. En estos casos, contratar servicios de apoyo profesional, como una enfermera a domicilio o servicios de cuidado diurno, puede ser una opción beneficiosa.
El hecho de contar con ayuda profesional permite que el cuidador principal y otros familiares tengan momentos de descanso y recuperación, lo cual es esencial para evitar el agotamiento y mantener una buena salud mental.
7. Reconoce y aprecia el esfuerzo de todos
Finalmente, es importante que todos los miembros de la familia se sientan valorados por su aporte. Un simple “gracias” o un reconocimiento de los esfuerzos de cada uno puede fortalecer los lazos familiares y mantener la motivación para continuar brindando el mejor cuidado posible al adulto mayor.
Considera organizar un momento para celebrar los logros y el esfuerzo de cada miembro cada cierto tiempo. Esta pequeña acción contribuye a crear un ambiente de aprecio y motivación.
En conclusión, el cuidado de un adulto mayor es una responsabilidad que, cuando se comparte, puede enriquecer las relaciones familiares y permitir que cada persona contribuya al bienestar de su ser querido sin llegar al agotamiento. La clave está en la comunicación abierta, el reparto equitativo de tareas y la empatía mutua. Con estos pasos, las familias pueden enfrentarse a este desafío de manera más unida y fortalecida, convirtiendo el proceso de cuidado en una experiencia de aprendizaje y crecimiento para todos.
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