Aunque el 10 de septiembre es la fecha considerada como el pico de la temporada de huracanes en el Atlántico, la mayor actividad ocurre hasta mediados de octubre y, oficialmente, es el 30 de noviembre el día que marca el fin de la temporada.

Sobre el año en curso, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) publicó el pasado mes de mayo sus previsiones que apuntaban a una actividad de huracanes casi normal con un 40% de probabilidades. Otro 30 % de probabilidades se asignó a una temporada por encima de lo normal y un 30 % a una por debajo de lo normal.

En aquel entonces, la agencia había pronosticado entre doce a 17 tormentas con nombre y, de esas, entre cinco a nueve podrían convertirse en huracanes. De uno a cuatro serían huracanes categoría 3, 4 o 5. La menor actividad de la temporada se les atribuía a factores como el alto potencial de desarrollo de El Niño, que suprime la actividad ciclónica en el Atlántico.

Aun con la influencia de El Niño, el pronóstico de la NOAA en mayo tomaba en cuenta la posibilidad de condiciones favorables para el desarrollo de huracanes como las temperaturas de la superficie del mar más calientes de lo normal en el océano Atlántico y el mar Caribe.

Así, la agencia actualizó su pronóstico el pasado agosto para modificar la previsión de una temporada casi normal a una superior a lo normal. Este cambio ha sido atribuido a las temperaturas récords de la superficie del océano Atlántico.

De este modo, la predicción de una temporada por encima de lo normal pasó de un 30 a un 60 %, mientras que la actividad casi normal disminuyó a un 25 % y por debajo de lo normal se redujo a un 15 %. Como parte de ese pronóstico revisado, la NOAA prevé entre 14 y 21 tormentas con nombre, de las que entre seis a once podrían convertirse en huracanes y, de estos, dos a cinco podrían ser huracanes de vientos de 111 millas por hora o más.

Al respecto, la meteoróloga Ada Monzón comunicó el 18 de septiembre que, hasta el momento, se habían formado 15 tormentas, seis huracanes y tres han sido intensos.

“A la fecha, lo normal serían nueve tormentas, cuatro huracanes y dos de ellos intensos”, apuntó. “Estamos muy por encima de lo normal”, agregó.

Igualmente, destacó el hecho de las temperaturas del océano Atlántico “sin precedentes en la historia moderna” y su impacto en la alta actividad ciclónica.

Según la gráfica Temperatura media mundial de la superficie del mar, 1880-2020, de la NOAA, esta ha aumentado a un ritmo promedio de 0.14 grados Fahrenheit por década desde 1901 hasta 2020. “La temperatura de la superficie del mar ha sido consistentemente más alta durante las últimas tres décadas que en cualquier otro momento desde que comenzaron las observaciones confiables en 1880″, se expone en Indicadores de cambio climático: temperatura de la superficie del mar, divulgado en la página de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés).

En cuanto a los cambios que se han producido en la actividad ciclónica, la hoja informativa Los huracanes del Atlántico y el cambio climático, de la NOAA, de mayo de 2023, señala que ha habido un aumento muy marcado tanto en el número anual de tormentas tropicales, huracanes y huracanes intensos, así como en el índice de disipación de potencia (que provee una medida de la potencia total de un huracán) y la rápida aparición de intensificación desde alrededor de 1980.

“Un estudio estadístico concluyó que la probabilidad de eventos extremos de lluvia de ciclones tropicales como lo ocurrido durante el huracán María ha aumentado en partes de Puerto Rico desde 1956 debido al cambio climático a largo plazo”, especificó la NOAA.

Además, el documento presenta varios escenarios futuros como el aumento en los niveles de inundación en caso de marejada ciclónica y de los índices de precipitaciones durante tormentas y huracanes, y vientos más fuertes.

Durante esta segunda mitad de la temporada no debemos bajar la guardia. Aun cuando un huracán no tenga un impacto directo, hay riesgo de precipitaciones extremas e inundaciones.

“Me preocupa mucho nuestra resiliencia energética”, apuntó la meteoróloga. “Necesitamos fuentes de energía alternativas”, mencionó y resaltó la importancia de los planes de preparación adecuados y a tiempo.

La autora es periodista colaboradora de Suplementos.