El ejercicio del sufragio no se circunscribe a llenar los encasillados de unas papeletas sin contar con la información y el análisis requeridos para emitir un voto con conciencia que promueva el bienestar del colectivo y no de unos pocos.

Para lograrlo, será necesario autoevaluar el proceso desde un pensamiento crítico para comprender cómo las personas toman decisiones políticas que, muchas veces, están influenciadas por factores cognitivos, emocionales y sociales.

Esto, en un proceso de reflexión que va dirigido a establecer elementos importantes para evitar “la toma de decisiones impulsivas”.

Así lo establece la directora de la Clínica de Servicios Sicológicos de la Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Gurabo, Jessica Velázquez Rodríguez, quien planteó la importancia de analizar “cuáles son las influencias de las emociones en ese proceso que estamos teniendo”.

Sobre las emociones, explicó que, muchas veces, el elector se deja llevar por los sentimientos que le evocan los candidatos, entre estos, miedo, esperanza, ira o entusiasmo.

“Tendemos a racionalizar esas emociones y fundamentar nuestros votos en ellas, que es lo que quisiéramos detener en ese proceso reflexivo. Esto nos puede proporcionar una sensación de seguridad o la certeza de que estamos tomando la mejor decisión cuando, realmente, lo que subyace es una distorsión de la autoevaluación misma”, sostuvo.

“Tenemos que retar nuestros pensamientos, nuestras posiciones ideológicas; poder buscar una contraparte y, luego que evaluemos todos esos elementos, pues, tomar una decisión muy personal, pero que satisfaga todas las áreas que hemos mencionado”, manifestó.

No obstante, el ejercicio “de ese proceso requiere de reflexión y de un compromiso de la persona que lo está haciendo”.

“Valdría la pena establecer unos puntos importantes, como, por ejemplo, que los votantes no suelen tener un conocimiento exhaustivo de todos los candidatos y, para hacer frente a esa complejidad de información, se suelen utilizar atajos mentales que, básicamente, nos van a basar suposiciones o en aspectos superficiales o simbólicos de una campaña”, advirtió.

“De igual manera, tendemos a subestimar la propia competencia política. A veces, pensamos que nos estamos absteniendo por decisiones propias, pero, más bien, hay un impulso que está maniatado por la presión social y que, si no nos sentamos a reflexionar sobre ello, pudiésemos estar más expuestos a tomar ese tipo de determinaciones con estos elementos subyacentes”, agregó.

Otra de las influencias presentes es la identidad de grupo y sus expectativas, y creencias religiosas, familiares, étnicas y partidarias, entre otros elementos “de las subculturas a las que pertenecemos y que están fundamentando esa decisión por conformidad grupal”.

De igual forma, la defensa de valores o ideales presentes en grupos o partidos políticos “pueden estar mediando en nosotros y, quizá, satisface unas necesidades propias, pero no necesariamente estamos pensando en el colectivo, en el bienestar como país”.

“Es fundamental promover la educación cívica, el pensamiento crítico y el acceso a fuentes de información confiables para mejorar la autoevaluación del votante y, en última instancia, la calidad de los procesos democráticos”, expuso.

En un ejercicio de reflexión, el votante debe autoevaluarse en los siguientes aspectos:

1. Conocimiento y análisis crítico

¿Qué tanto conocemos sobre las propuestas políticas de los candidatos por las que estamos considerando votar? ¿De dónde proviene la mayor parte de la información que utilizamos para tomar la decisión de voto? ¿Por las redes sociales, por medios de comunicación, o conversaciones con amigos o familiares?

2. Influencia emocional

¿Qué emociones despiertan los candidatos o partidos políticos en ti? ¿Miedo, esperanza, enojo, entusiasmo? ¿Están esas emociones influyendo más en tu decisión que los hechos o las propuestas políticas en sí mismas?

3. Identidad social

“Tu voto pudiese estar influenciado por el trasfondo familiar, amigos, comunidad, religión o afiliación política”. Si no perteneciéramos a esos grupos, ¿tomaríamos la misma decisión o votaríamos diferente?

4. Motivaciones personales

¿Cuáles son los valores o problemas más importantes para ti en esta elección y cómo influyen en tu voto?

5. Razonamiento y la toma de decisiones

¿Qué pasos has seguido para asegurarte de que tu voto es el resultado de una reflexión profunda y no de una decisión impulsiva? ¿Qué cambios esperas ver en tu comunidad o país como resultado de tu voto? ¿Qué tan realistas crees que son esos cambios?

6. Revisión honesta y autocrítica

¿Hay alguna duda que estés evitando enfrentar sobre tu decisión de voto y por qué? ¿Podrías explicar claramente las razones por las que vas a votar por tu candidato o alguien que tenga una postura política opuesta o diferente? ¿Te sentirías cómodo haciéndolo?

7. Impacto social

¿De qué manera crees que tu voto impactará no solo a ti, sino también a otras personas en tu comunidad o país? ¿Qué tan consciente eres de cómo los problemas sociales y económicos que afectan a otros influyen en tu decisión de voto?

8. Intereses de un entorno de grupos más amplios

¿Cómo afectaría tu voto a las generaciones futuras, minorías y grupos vulnerables?

Finalmente, estableció la importancia “de llegar a la resolución de que, cuando reflexionamos de manera consciente, trascendemos nuestras diferencias políticas y nos unimos como pueblo. Es cuando realmente logramos ser libres”.

La autora es periodista colaboradora de Suplementos.