Cuando el huracán María pasó con su fuerza devastadora sobre Puerto Rico, en septiembre de 2017, faltaban menos de tres meses para la celebración de la Gala del Museo de Arte de Ponce (MAP). Planificar y dar forma al principal evento de recaudación de fondos para esta institución, que por 60 años ha formado parte de la vida cultural del país, es un proceso que requiere casi todo un año de trabajo; pero el país estaba apagado, a nivel energético y emocional.

“¿Qué hubiese hecho abuelo?”, fue la pregunta que en ese momento sirvió de faro a María Luisa Ferré Rangel, presidenta de la Junta de Síndicos del Museo de Arte de Ponce.

“No claudicar. Seguir adelante”; fue la respuesta. Entonces, la gala de ese año adoptó por lema el renacer. Conscientes de que había que adaptarse a la realidad del momento, se invitó a los asistentes al evento a dejar a un lado las etiquetas y los trajes de gala y vestir mahones combinados con algún detalle de brillo.

“Hay que ser flexibles. Hoy día, esa es una de las galas que más recuerda la gente”, aseveró la editora de GFR Media, al tiempo que destaca lo vital que el esperado evento social resulta para el museo, puesto que los recaudos representan casi una cuarta parte de su presupuesto operacional.

“Detrás de cada gala hay un trabajo que comienza casi desde principios de año. Empieza el grupo interno, después los consultores y luego el comité organizador que para verano ya está trabajando de lleno. Es un trabajo de identificar aquellas personas que quieran y puedan comprometerse. Es importante contar con un comité que se complemente y para esto se necesita un grupo diverso de personas expertas en una gama de disciplinas, empresarios, artistas, gente experimentada y jóvenes”, afirmó.

Lo cierto es que lograr que un evento social se mantenga vigente y atractivo para contar con el respaldo de la sociedad, es un trabajo que requiere visión y tenacidad. En ese sentido, la Gala del Museo de Arte de Ponce celebra 40 años. Y todo comenzó con el sueño de su fundador, don Luis A. Ferré Aguayo.

“La gala, como el museo, fue concebida por mi abuelo y, por lo tanto, tiene toda esa tradición. Para él era como una gran fiesta de celebración y hemos tratado de mantener esa esencia. Se lleva a cabo el primer fin de semana de diciembre, por lo que marca el inicio de la Navidad. Es un punto de encuentro para celebrar lo que hemos hecho, lo que hemos logrado y dar gracias”, dijo.

Para Ferré Rangel, la fuerza y el compromiso del equipo humano ha sido la fortaleza del evento y, en este sentido, destaca el trabajo de pasados presidentes del comité organizador, cuya visión fue esencial para trazar una hoja de ruta que ha garantizado el éxito y el prestigio de la gala hasta el presente. “Hemos tenido grandes presidentes, grandes miembros y auspiciadores. Líderes como Miguel Vázquez Deynes, Ángel Torres, Richard Carrión, Jorge Marchand, quienes se involucraron y fueron presidentes de la gala por mucho tiempo. Hemos contado también con auspiciadores como Banco de Ponce, luego Banco Popular de Puerto Rico; y El Nuevo Día, luego GFR Media. Ahora tenemos presidentes honorarios, y los co-chairs, matrimonios o parejas de personas que trabajan en equipo; y por supuesto, el staff del Museo que tiene ese amor por las obras y por el trabajo con la comunidad. Ayudar a la gala es ayudar al museo; es hacer una diferencia”, reconoció la ejecutiva.

La presencia del museo y del arte dentro de la gala ha sido también clave en el éxito de este evento histórico.

“Tener galas inspiradas en cuadros del museo ha sido positivo, pues integra el museo al evento. Hemos tenido, por ejemplo, la gala de Flaming June, la de Escogiendo la novia, de Konstantin Makovsky); tuvimos una gala con la colección de las fotos de Jack Delano, y en la parte musical han pasado grandes artistas como la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, El Gran Combo de Puerto Rico Gilberto Santa Rosa, Olga Tañón, Manny Manuel y hemos contado con el apoyo en la animación de Luisito Vigoreaux y Desirée Lowry. Además, para ese grupo nutrido de jóvenes que asisten a la gala, se creó el after party con música urbana. La gala se ha convertido también en un espacio para la gente joven. Tenemos que mantenernos a tono con los tiempos y con las nuevas generaciones que van a asegurar el futuro de la gala”, detalló.

En ese sentido, precisamente, María Luisa Ferré Rangel recuerda su primera gala del Museo de Arte de Ponce. “Mi abuelo estaba a cargo. Asistí con mis padres, tenía como veinte años y llevaba un vestido rosa. Ahora mis hijas y sus amigos van a la gala. El tema de este año es “Bold and Rebellious”. Uno tiene que dejar que los equipos propongan, y tenemos un equipo joven. Así que vamos a trasladarnos a los años 80, cuando empezó la gala y se combinó con la estadía de Flaming June, que está en Londres; de ahí nació la inspiración, en lo que estaba pasado para los 80 en Londres, en el arte, la cultura popular, la moda y la música. Y la gente está bien emocionada. Va a ser divertido”, aseguró María Luisa Ferré Rangel, confiada en que todos estos esfuerzos contribuyan a la reconstrucción de la estructura física del Museo de Arte de Ponce, que sufriera daños sustanciales durante los terremotos de enero de 2020, a lo que luego siguió la pandemia.

“Ante este escenario, tuvimos que ser resilientes. Le dije a mi equipo: ‘olvídense de la palabra cerrado. El museo está abierto; lo que está cerrado es el edificio’. Lo bueno dentro de lo malo ha sido la proyección que ha obtenido el museo mediante más de doce exposiciones internacionales, no solo de la colección de arte europeo, sino de arte puertorriqueño, como las piezas de Campeche que actualmente se exhiben en Boston. Las obras del museo han visitado, por ejemplo, al Metropolitan Museum of Art, al Museo de Arte Puertorriqueño de Chicago, a la Royal Academy y al museo San Domenico, en Italia. Y estamos muy agradecidos con el Museo de Arte de Puerto Rico, que nos ha cedido una sala, con lo que hemos mostrado lo que es trabajar en equipo en momentos difíciles y no difíciles”, indicó.

De esta manera, el Museo de Arte de Ponce continúa irradiando información en materias como la museología y la conservación, mientras tiende puentes con una nueva cepa de artistas que con su trabajo dialogan con las obras del pasado, mientras se encamina a la importante fase que asegurará la reapertura de su sede en la Ciudad Señorial.

“El museo es una joya arquitectónica. Es el resultado de la colaboración de dos genios, el arquitecto Edward Durell Stone y mi abuelo. Ahora, con el diseño de la arquitecta puertorriqueña Brígida Hogan, la institución ganará tanto estabilidad como de 25 % a 30 % en espacio de exhibición. En enero de 2025 tendremos los números finales del costo, que se estima en unos $40 millones. Es mucho, pero tenemos a mi abuelo y a Sister Sor Isolina, que son ángeles que nos están ayudando junto a otros muchos ángeles terrenales con los que vamos a reabrir las puertas del museo. Esa sí será una gran fiesta de celebración”, concluyó.