Históricamente, la mujer ha sido esencial para la innovación de la ciencia. Por ejemplo, Rosalind Franklin logró hacer una fotografía que mostraba la doble hélice del ácido desoxirribonucleico o ADN. Otra mujer destacada es Ada Lovelace, considerada como la primera programadora de ordenadores al desarrollar el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina. Probablemente, sea más conocida Marie Curie, pionera en el estudio de la radiación.

En Puerto Rico, han sido varias las que han conquistado el campo científico, logrando poner nuestra isla en alto. Entre estas se encuentra Frances Colón.

Recientemente, Colón fue designada al Consejo Asesor de Ciencia y Tecnología del presidente Joe Biden y funge como directora sénior de Política Climática Internacional en el Center for American Progress, donde lidera un programa para impulsar la ambición y la acción internacionales para cumplir con los objetivos globales de mitigación y adaptación al clima.

Recientemente, Colón fue designada al Consejo Asesor de Ciencia y Tecnología del presidente Joe Biden.
Recientemente, Colón fue designada al Consejo Asesor de Ciencia y Tecnología del presidente Joe Biden. (Suministrada)

“Es importante tomar decisiones en conjunto con otros países porque el cambio climático no conoce fronteras”, expresó la directora sobre su labor de política pública científica.

La científica, que posee un bachillerato en Biología de la Universidad de Puerto Rico y un doctorado en neurociencia de la Universidad de Brandeis, fue asesora adjunta de ciencia y tecnología del Departamento de Estado de Estados Unidos. Allí promovió la integración de la ciencia y la tecnología en los diálogos de política exterior, y el avance global de las mujeres en la ciencia y la política climática para la Alianza de Energía y Clima de las Américas del expresidente Barack Obama.

“Al tener estas oportunidades, tengo la responsabilidad de abrir puertas para las jóvenes que se están integrando, servir de referente, así como ayudar en la toma de decisiones de política pública científica en Puerto Rico”, manifestó la experta.

Como Colón, han sido muchas las mujeres que han dedicado su vida a la investigación científica. Sin embargo, la participación femenina en carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) sigue siendo muy baja.

Según datos del Instituto de Estadística de la UNESCO, menos del 30 % de los investigadores alrededor del mundo son mujeres. Una cifra preocupante, si consideramos que la ciencia y la tecnología definirán los puestos de trabajo del futuro.

Para tratar de equilibrar esta estadística, la mentoría es un factor clave, aunque no suficiente, de acuerdo con Colón. “Creo firmemente en la mentoría como una herramienta para abrirle puertas a las mujeres en las carreras STEM, retenerlas y para que puedan seguir progresando a altos niveles. Sin embargo, esto no es suficiente porque el sistema ha sido construido de una manera en que hay poca flexibilidad para que las mujeres sean promovidas a cargos de liderazgo”, expuso.

A modo de ejemplo, la científica mencionó que aún las mujeres encuentran dificultades de regresar al sector científico tras la maternidad, y es ahí donde se observa la corta flexibilidad. “Hay barreras que no dependen del esfuerzo de una persona que está recibiendo mentoría”, dijo.

Nuevo rol del mentor

Según los doctores Rolando García, decano de la División de Ingeniería, Diseño y Arquitectura de la Universidad Ana G. Méndez (UAGM); y Karlo Malavé decano de la División Académica de Ciencias y Tecnología de la UAGM, es necesario optimizar el rol de mentor a un mentor promotor o patrocinador.

“Este es un tipo específico de mentor que va más allá de dar consejos. Los patrocinadores son defensores que trabajan activamente para avanzar en la carrera de su “patrocinado”, promocionando sus logros y potencial, conectándolos con otros en su red y recomendándolos para roles más importantes. Como mentores, conocemos a nuestros discípulos y si queremos ayudarlos a continuar creciendo en sus áreas, es importante, ―de forma honesta y verosímil,―hablar de dicho aprendiz, sus logros y potencial con nuestros colegas y personas en nuestras áreas de trabajo. Esto le puede abrir puertas a nuestro aprendiz al siguiente nivel”, describió Malavé.

García añadió que la mentoría no puede ser unidireccional. “Gran parte del proceso para apoyar al mentorado a llegar a su meta es a través de una conexión empática que ayuda a cimentar un aprendizaje profundo, y esta no puede darse unilateralmente, sino a través de una relación”, indicó.

Por otra parte, ambos enfatizan en la necesidad de que haya más féminas mentoras que puedan atraer y retener más mujeres en el sector. Si bien hay barreras―como el alto costo de la educación, que pueden afectar que tanto mujeres como hombres puedan elegir las ciencias o las tecnologías como estudios superiores, la poca presencia de modelos femeninos redunda en un desinterés por parte de las jóvenes.

“El modelaje es uno de los elementos primarios en la formación de las jóvenes. Si se pueden ver reflejadas en una ingeniera, científica o doctora, esto les sirve de apoyo a la hora de decidir su formación académica y, por consiguiente, profesional”, destacó García.

Mayor empatía, más allá del genero del mentor

Aunque reconocen que un aumento de mentoras puede ser la clave para la diversidad del sector y también el impulso de referentes que necesitan las niñas y las jóvenes, coinciden en que, más allá del género del mentor, las jóvenes requieren una conexión empática con su instructor o instructora.

“El género del mentor es lo menos importante. Se necesita un aprendizaje profundo, y no solamente académico. Eso va desde el manejo del tiempo y las relaciones interpersonales, y ahí entra un asunto de afinidad y de cuán bien compenetrada pueda estar la estudiante con ese mentor o mentora… Creo que la receta del éxito estriba en la empatía que puedan tener ambos”, subrayó García.