En Puerto Rico se fomenta la cultura del emprendimiento
Aunque aún queda mucho camino por recorrer, se está experimentando un cambio de paradigma
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“Tener una cultura de emprendimiento tiene que ver con generar una mentalidad que pueda ver oportunidades donde otros ven problemas”. Con estas palabras, Rody Rivera Rojas, profesor de finanzas, negocios internacionales, mercadeo y emprendimiento de la Universidad de Puerto Rico en Humacao, dejó claro que emprendimiento y empresarismo no son lo mismo ni se escriben igual.
“Emprender es una actitud que va más allá de desarrollar un negocio. Desde cualquier campo se puede identificar una oportunidad y generar una solución con capacidad de ser exitosa”, abundó Rivera, quien también es director de Enactus Puerto Rico, organización sin fines de lucro que impulsa el emprendimiento en estudiantes universitarios.
Para Rivera, una cultura de emprendimiento es la que genera una población que ve los problemas como una manera de crear oportunidades y soluciones. “En Puerto Rico hemos comenzado a generar una cultura de emprendimiento”, dijo el profesor, quien mencionó que ahora hay más entidades que impulsan la autogestión, así como la incubación y aceleración de empresas emergentes. “Pero, también hay que decir que nos falta camino por recorrer porque, usualmente, nos enseñan a trabajar para otro”, agregó.
A juicio del profesor, tener una cultura de emprendimiento es necesario para poder gestionar la realidad actual del país. “En momentos de crisis global, el emprendimiento es clave para identificar nuestras propias soluciones y generar una economía local sólida y con capacidad de escalar dentro y fuera de la isla”, aseguró.
Con él coincidió Margarita Cabrera Villanueva, fundadora de STEMpresarial, entidad sin fines de lucro que ofrece talleres educativos —a chicos de entre 7 y 17 años— donde la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas se unen con el emprendimiento. Definió el emprendimiento como “el interés individual de comenzar algo nuevo por iniciativa propia, un camino que, muchas veces, no es el acostumbrado”.
A juicio de Cabrera, quien también se ha desempeñado como profesora de administración de empresas, la niñez es la etapa ideal para impulsar a las personas a emprender. “La niñez es la época donde no hay miedo ni preocupación de atreverse a hacer algo distinto. Es ahí cuando se puede crear un ambiente en el que puedan empezar a trabajar y generar soluciones”, explicó.
Para crear ese ambiente, dijo que no hace falta adquirir equipos costosos, “ya que la necesidad, en muchos casos, es madre de la creatividad y las ideas”. Más bien, lo que hay que proveer es un ambiente en donde los niños y jóvenes sientan que tienen la libertad de crear, generar ideas, trabajar en equipo y tomar decisiones.
“Se trata de que si un estudiante inventa, por ejemplo, un nuevo aparato de comunicación, los maestros le apoyen y provean un ambiente en el que siga innovando y no que lo limiten porque necesitan que esté tranquilo en su asiento”, detalló Cabrera. “Que el facilitador esté consciente de no cohibir a los estudiantes al comunicarse para que ellos sientan que tienen la libertad de tomar decisiones”.
Al elaborar proyectos de emprendimiento, niños y jóvenes aprenden destrezas como desarrollar la creatividad, crear innovación, trabajar en equipo, saber escuchar, saber comunicar sus ideas y respetar las de otros, tomar decisiones, adaptarse a los cambios, desarrollar liderazgo, hacerse responsables de sus acciones y enfrentar los obstáculos con persistencia, coincidieron ambos entrevistados.
“Cuando son niños, tenemos la oportunidad de generar ideas, de una manera más amplia y sin miedos o preocupaciones por sus responsabilidades”, insistió Cabrera. “Entonces, cuando llegan a la universidad, ya tienen una experiencia vasta en generar proyectos con el potencial de cambiar las vidas de ellos y de sus familias”.
A su juicio, es un aprendizaje que resulta útil, independientemente de la carrera a la que aspiren los niños y jóvenes. “Son las destrezas que vas a necesitar para ser empresario en cualquier industria, pero también te pueden ayudar mucho como empleado”, aseguró Cabrera.
En el caso de STEMpresarial, dijo que, desde su fundación, en 2016, ha impactado a más de 1,000 niños y sus familias con talleres que integran las disciplinas STEM (siglas en inglés para ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) y el emprendimiento. De los talleres ya han salido varios micronegocios fundados por menores de edad.
De acuerdo con Rivera, la semilla del emprendimiento está encontrando tierra fértil en los jóvenes de Puerto Rico, isla que lleva más de una década en recesión económica. “Es una generación que ha crecido en un entorno donde ha habido crisis todo el tiempo, lo que ha generado en ellos un sentido único de autogestión”, apuntó.
En sus 22 años como profesor en varias universidades, comienza a ver el cambio. “Cuando empecé, la mayoría de los estudiantes en mis clases querían tener un resumé atractivo para entrar a la mejor empresa. Hoy día, más del 50 % de los estudiantes en el salón me dicen que están coqueteando con la idea de emprender, pero que no saben por dónde empezar”, contó.
“Al principio, en mi curso de emprendimiento tenía unos diez estudiantes y ahora más de 60 se matriculan. Vemos gente de ciencias naturales, ciencias sociales y comunicaciones en los cursos de emprendimiento, no solo estudiantes de administración de empresas”, relató el profesor.
Informó que Enactus Puerto Rico, que es parte de una organización global con presencia en 35 países, cuenta con programas de capacitación que llevan a los estudiantes universitarios a desarrollar proyectos de emprendimiento social con impacto directo en soluciones reales a problemas que aquejan a la isla. En Puerto Rico, equipos de 16 universidades participan de las iniciativas de Enactus, en los que hay 450 estudiantes desarrollando proyectos. Además, la entidad cuenta con el apoyo de 36 empresas que operan en el país y ha impactado a más de 1,000 alumnos con sus programas de capacitación.
“Exponemos a los jóvenes a un aprendizaje experiencial que les ayuda, desde un escenario real, a desarrollar soluciones guiados por profesionales de distintas industrias”, explicó Rivera. “Promovemos el emprendimiento social, que desarrolla empresas que identifican un problema económico, ambiental o social, y se genera una solución desde una base económica”.
Recalcó en que los universitarios adquieren conocimientos, destrezas y experiencias que pondrán en práctica en cualquier escenario. “No todos los jóvenes van a ser dueños de negocios, pero sí pueden generar una mentalidad de autogestión e innovación”, dijo Rivera.
A juicio del profesor, hay más acciones que se pueden tomar en Puerto Rico para generar una cultura de emprendimiento en la población. La primera es desarrollar estas destrezas desde la niñez en las escuelas, apreciación con la que coincidió Cabrera. “La educación en emprendimiento debe ser presentada desde la niñez. Por eso, los educadores deben prepararse en emprendimiento, aunque sean empleados”, dijo la fundadora de STEMpresarial.
La segunda, según Rivera, es atemperar las regulaciones del país para que incentive el desarrollo de nuevas empresas y no las desaliente. Como ejemplo de un área que el gobierno puede mejorar, mencionó todo lo relacionado a la otorgación de permisos. “También se puede, desde el punto de vista de impuestos, incentivar la creación de innovación”, abundó.
El profesor agregó que la tercera es crear programas que, más allá de dar capital semilla a nuevas empresas, les brinde acompañamiento y mentoría. “La mayoría de los que fracasan es porque no tenían ese mentor que los guiara en cómo desarrollar el negocio”, sostuvo.
“Crear una mentalidad, desde la planificación económica del país, viendo el emprendimiento como parte de la solución a los problemas de la isla, es vital para el desarrollo de una economía sólida”, concluyó Rivera.
Este contenido comercial fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.