Conoce qué está pasando con el VIH en Puerto Rico
El doctor Jorge Santana-Bagur repasa el estado actual del manejo clínico de esta condición
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Hace poco más de cuatro décadas, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) se identificó como el responsable del extraño síndrome que, en ese entonces, se llegó a catalogar como un raro tipo de cáncer. Eventualmente, esta condición se identificó clínicamente como síndrome de inmunodeficiencia adquirida, o sida –acrónimo que, por su impacto mundial, se convirtió oficialmente en palabra aceptada por la Real Academia Española (RAE).
El doctor Jorge Santana Bagur –médico infectólogo, catedrático de Medicina en su especialidad e investigador clínico sobre temas relacionados con VIH/sida, hepatitis C y virus de papiloma humano (VPH) por más de tres décadas– presenta la evolución de esta condición que, según recalcó, sigue siendo un problema de salud pública a nivel mundial.
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Además de recordar a quienes fallecieron en la etapa inicial de esta pandemia que afectó profundamente a sectores muy específicos dentro de la población mundial, Santana Bagur afirmó que el VIH/sida “sigue siendo una pandemia activa en el mundo”. No obstante, el especialista recalcó que, contrario a los primeros años de esta pandemia, las muertes por sida se han reducido de manera significativa en países en desarrollo, gracias a variables que incluyen, entre otras, el acceso a medicamentos y la insistencia en el uso de barreras de protección al tener contacto sexual oral, penetrativo o receptivo.
“Los esfuerzos de aprendizaje y educación sobre el tema del VIH/sida deberían ser continuos, no solo una vez al año. Y mucho menos con estrategias de miedo como lo fue por muchos años”, explicó el médico. “Yo creo que esto debería ser parte de nuestra rutina diaria, porque [esta condición] sigue activa, y siguen habiendo casos en todas partes del mundo”, añadió.
Santana Bagur destacó que, “aunque interesante y agradablemente, [esta condición] ha disminuido de forma lenta países en pleno desarrollo, todavía es importante que la gente entienda que, por lo menos, debe hacer una autorreflexión sobre sus prácticas sexuales para evaluar si tiene que hacerse la prueba”, subrayó.
“De hecho, siempre recomiendo que toda persona que haya estado activa sexualmente debería hacerse la prueba [de detección de VIH] por lo menos una vez en su vida, igualmente que para hepatitis C, aún cuando usted no tenga [o crea tener] factores de riesgo”, agregó.
El doctor resaltó, entre los factores de riesgo para la adquisición del VIH, el contacto sexual sin uso de barreras de proteción, los intercambios heterosexuales con múltiples parejas; los hombres que tienen sexo con hombres [independientemente de su identidad de género], y las personas con uso problemático de sustancias inyectables o inhalables.
“Si no les interesa modificar sus conductas, eso ya se trata de una decisión muy personal”, aclaró el médico. “En ese caso, se les orienta para que se hagan la prueba con más frecuencia –cada cuatro o seis meses. Hoy día hemos aprendido, a través de los años, que mientras más pronto sabes tu diagnóstico, mayores son las oportunidades de evitar que la enfermedad progrese y comprometa órganos vitales como el cerebro, el corazón, el hígado y los riñones”, destacó.
Esas personas, si no van a modificar o no les interesa, pues deben hacerse la prueba con más frecuencia, cada cuatro o seis meses, porque hoy día hemos aprendido, a través de muchos años, que mientras más pronto sabes tu diagnóstico, mejores son las oportunidades de que evite que progrese la enfermedad y comprometa órganos vitales –cerebro corazón hígado riñones, etc.
¿Cómo va la reducción de casos en la isla?
Conforme al plan establecido por la ONU en 2016 con el fin de frenar los nuevos contagios con el VIH, Santana Bagur se mostró muy optimista, ya que las nuevas líneas de tratamiento han sido efectivas para quien ya adquirió el virus, pero igualmente para quien se acoge al tratamiento de profilaxis preexposición (PrEP).
“(Iniciar tratamiento lo antes posible tras conocer el diagnóstico positivo es) uno de los paradigmas que ha cambiado, aproximadamente, desde hace cinco, ocho años más o menos”, dijo el doctor. “Irrespectivamente de su carga viral [o cantidad de virus en el cuerpo] y del contaje de linfocitos T4, si eres diagnosticado con VIH debes empezar [tratamiento] lo antes posible para disminuir el virus, controlarlo a niveles indetectables en sangre, y así disminuyes las posibilidades de transmisión en la comunidad”, abordó el infectólogo.
“Eso es una cosa que hemos visto, afortunadamente, en todas partes del mundo, en países desarrollados, así como en otros que están en pleno desarrollo. Los números han ido disminuyendo, y eso se refleja alrededor del mundo”, dijo. Este impacto se ve también en Puerto Rico.
“Hay dos asuntos bien importantes que le saco a los informes mensuales que publica Vigilancia SIDA (adscrito al Departamento de Salud). Primero, cuando miramos el número acumulativo, vemos que históricamente en Puerto Rico se diagnosticaban entre novecientos hasta más de 1,200 casos anuales; eso es un promedio de cien pacientes, más o menos, cada mes. Mi mejor recuerdo es que el total de casos del año pasado fueron alrededor de los 700 si no me equivoco”, dijo el médico.
Efectivamente, según un informe presentado por el DS –con números acumulativos desde que iniciaron los récords de la condición en la isla– en 2022 se diagnosticaban 11.2 casos nuevos por cada cien mil habitantes, y al menos se notificaba diariamente un caso nuevo. Las cifras para el total acumulativo de 2023 todavía no están disponibles, pero los números siguen siendo muy alentadores.
“Hemos bajado a menos de 60 casos nuevos al año, pero estos números se reportan de manera acumulativa”, explicó el especialista. “La estadística es absolutamente confiable, pero no tenemos el efecto neto (del impacto en la reducción de casos), como, por ejemplo, estas estrategias de prevención, así como los nuevos tratamientos y hacerte indetectable ha sido un impacto importante. Claro, a uno le gustaría ver que si habían mil pacientes que se contagiaban anualmente y si ahora solo son 500 o 600, hay que celebrarlo”, comentó.
“El case fatality rate (CFR), que notifica cuántos casos mueren por complicación del VIH, empiezan a reportarse desde el año 1988 en adelante”, dijo Santana Bagur. “Al principio, [había] entre 89 y 90 % de tasa de mortalidad. [Los datos] de los últimos tres años indican que [las muertes por sida] han sido menos del tres por ciento. Esto demuestra lo importante que es comenzar a tratar el paciente de inmediato y lo efectivos y tolerables que pueden ser estos tratamientos. La efectividad [del tratamiento] es brutalmente contundente contra el virus, pero si el paciente no lo tolera o es inconveniente, dejará de tomárselo. Hoy día lo que tenemos está surtiendo efecto”, agregó.
A nivel de tratamientos, ¿cómo estamos y adónde vamos?
El doctor Santana Bagur aseguró que, en esta etapa, hemos llegado al punto en que un tratamiento de una o dos pastillas al día se ha logrado controlar la cantidad de virus en la sangre del paciente que ha adquirido la condición. “En la actualidad, estamos en una fase en la que buscamos hacer que el tratamiento sea más conveniente, no tan solo desde el punto de vista físico sino emocional”, afirmó.
De acuerdo con su experiencia, el hecho de que existan estos regímenes de tratamiento más sencillos resta carga emocional a los pacientes, porque se percibe mucho más sencillo y produce menos toxicidad. “Es una carga mental muy fuerte que lleva el paciente porque se percibe con ánimo, buena salud y productividad pero igual toma seis pastillas diarias que le recuerdan todos los días que vive con esta condición”, planteó.
Por esa misma razón, Santana Bagur aseguró que hay una mayor adherencia a los tratamientos inyectables, que el paciente recibe cada ocho semanas.
“A ese tratamiento pueden transicionar una gran mayoría de pacientes; lamentablemente no todos [pueden recibirlo]”, aclaró el médico. “En ese caso, las personas verbalizan que ‘ni se acuerdan’ que tienen [el virus] hasta que los llaman de la oficina una semana antes para confirmar su cita para la próxima inyección. A nivel mental les quita una carga psicológica brutal, y eso es calidad de vida, porque todavía no tenemos una cura como tal”, admitió.
En cuanto a innovaciones de tratamiento, ya se tiene bastante certeza de que los inyectables evolucionarán a tratamientos de larga duración, se aplicarán cada seis meses. “También los tratamientos pudieran evolucionar a implantes subcutáneos de una dispersión lenta que mantenga el virus controlado”, resaltó. En cuestión de uno o dos años, dijo que es muy probable que los tratamientos nuevos combinen un medicamento oral en fase de inducción y un medicamento inyectable que se administre en un plazo de seis meses, quizá más. “En uno o dos años, esto pudiera estar ya implantado, ya que hay estudios con ciertas moléculas que dan cuenta que se está logrando (controlar la carga viral) con ese tipo de acercamiento”, sostuvo.
Lo importante, mencionó el infectólogo, es que el manejo clínico del VIH migrará, eventualmente a un sistema de tratamiento [que se administre] una o dos veces al año, y que la persona no tenga que tomar pastillas, y el virus siga controlado. “Hay un sinnúmero de dispositivos subcutáneos con nanoformulaciones ultramicroscópicas, que cuentan con unas moléculas de lípidos que se disuelven lentamente. El paciente pudiera estar seis, nueve, doce meses sin medicamentos orales o inyectables. Hacia eso nos estamos moviendo”, apuntó.
La cura del VIH: ¿dónde estamos?
Santana Bagur es muy contundente en sus expresiones sobre el tema de una posible cura para prevenir la infección con el VIH, un tema central para la erradicación del virus en países donde todavía los niveles de contagio son mucho más altos, como en ciertas regiones de África y Europa.
“Desafortunadamente, en vacunas, no tenemos nada. Había mucho interés con la vacuna mosaico”, admitió, mientras explicó que la vacuna, en ese aspecto, fue un fracaso porque demostró que no tenía eficacia. Sin embargo, aclaró de inmediato que este proyecto probó el concepto de que las vacunas son seguras. “No hubo efectos secundarios adversos, y algunos pacientes tuvieron un período prolongado sin adquirir la condición, pero no son [aptas] para su uso general, ya que, en comparación con el grupo de control, hubo igual o mayor cantidad de adquisiciones del virus en las personas que recibieron las dosis de prueba”, expresó.
Sin embargo, el especialista mantuvo un tono optimista ante esta situación. “Aunque se sigue trabajando y hay esperanza con estas nuevas plataformas de medicamentos biológicos (con la tecnología de mRNA, la misma que se utilizó en el desarrollo de las vacunas contra el covid), honestamente tengo que decir que no podemos anticiparnos a una cura como tal”, aseguró.
“En ese sentido, he aprendido a no decir una cantidad específica de tiempo porque muchas cosas pueden suceder. Eso sí, puedo decir sin duda alguna que la comunidad médica tiene que seguir hablando de este tema con sus pacientes, que las personas tienen que asumir el asunto con seriedad, porque los tratamientos han mejorado, pero eso no significa que el virus desapareció o que se puede tratar fácilmente –estamos hablando de una condición crónica que es tratable y que, con el diagnóstico temprano, hay más esperanzas de tener una vida saludable”, concluyó.
El autor es periodista colaborador de Puerto Rico Saludable.
Este contenido comercial fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.