¡Mucho ojo con los riñones y el corazón!
El riesgo cardiovascular está presente incluso en todas las etapas de la enfermedad renal
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“La enfermedad renal y la cardiovascular están íntimamente relacionadas. El riñón y el corazón se hablan”, expresó el doctor Rafael Burgos Calderón, nefrólogo, profesor de medicina y fundador de Puerto Rico Renal Health & Research.
Sobre esta asociación, el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK, por sus siglas en inglés) especifica que tanto la diabetes como la hipertensión son las dos principales causas tanto de las enfermedades renales como de las cardiopatías.
A su vez, ambos tipos de enfermedades están vinculadas a los mismos factores de riesgo como la falta de actividad física, una alimentación inadecuada y antecedentes familiares.
De este modo, el riesgo cardiovascular está presente en las etapas de la enfermedad renal, tal como señaló el entrevistado.
Por su parte, el aumento de los niveles de fósforo y la hormona paratiroidea (PTH, por sus siglas en inglés) a consecuencia de la enfermedad renal es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. En su rango normal, el fósforo es indispensable para la formación de huesos y dientes, y tiene un rol clave en el almacenamiento de energía intracelular. La PTH regula el calcio y el fósforo.
De igual manera, el especialista agregó que el incremento del ácido úrico (producto de desecho) repercute tanto en la salud renal como en la del corazón. También, la anemia -complicación frecuente relacionada con la enfermedad renal crónica, en la que no se produce la cantidad necesaria de glóbulos rojos sanos- puede ocasionar problemas cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
“Las cardiopatías son la causa más frecuente de muerte entre las personas que padecen una enfermedad renal”, informa el NIDDK.
Atender tu salud renal y cardiovascular requiere medidas de prevención y cambios en el estilo de vida. Por esta razón, el instituto te invita a hablar con tu especialista sobre los niveles de presión arterial, cómo y cuándo medirla, si debes tomar un medicamento para controlarla o hacer una dieta específica, si los niveles de colesterol son adecuados y qué tipo de ejercicio debes realizar y con qué frecuencia.
Mientras tanto, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan que:
- Identifiques una actividad física que te guste y te mantengas constante en su realización.
- Comas más frutas y vegetales. Evita alimentos ricos en grasas saturadas y grasas trans.
- No fumes.
En 2020, la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard publicó los hallazgos de un estudio que reflejó que tener una dieta sana, hacer ejercicio regularmente, mantener un peso saludable, no beber demasiado alcohol y no fumar en la mediana edad puede aumentar la cantidad de años vividos sin padecer diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y cáncer.
“Descubrieron que las mujeres que practicaban cuatro o cinco de los hábitos saludables a los 50 años vivían una media de 34.4 años más libres de diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer, en comparación con los 23.7 años saludables de las mujeres que no practicaban ninguno de estos hábitos saludables. Los hombres que practicaban cuatro o cinco hábitos saludables a los 50 años vivían 31.1 años libres de enfermedades crónicas, frente a los 23.5 años de los hombres que no practicaban ninguno”, informó el comunicado de prensa.
Con respecto a la interconexión de los elementos detallados previamente, el doctor Burgos Calderón resaltó la importancia de que en los tratamientos dirigidos a las personas con enfermedad renal haya una comunicación directa entre especialistas en nefrología, cardiología, endocrinología y nutrición.
Impacto de los determinantes sociales de la salud en las enfermedades crónicas
La salud es un asunto complejísimo de diversas y múltiples aristas que no debe limitarse a un modelo biomédico que prioriza la patologización y reduce el asunto a un tema puramente biológico, entre otras consecuencias nocivas.
Es el caso de las enfermedades crónicas como las renales, las cardiovasculares y la diabetes. Más allá de los factores de riesgo individuales, los planes de acción para su prevención y reducción tienen que considerar la repercusión de los determinantes sociales de la salud en las mismas. O sea, el contexto sociopolítico y económico, los determinantes macrosociales como la cultura, el entorno urbano, la política fiscal, el cambio climático y la migración, la posición social como la educación, los ingresos y el género. Las circunstancias materiales y los factores psicológicos, entre otros, también deben ser atendidos.
Esta es la premisa de la exposición que hace el doctor Burgos Calderón junto al doctor Santos Ángel Depine y el doctor Gustavo Aroca-Martínez en la publicación “Salud renal poblacional. Un nuevo paradigma para el manejo de la enfermedad renal crónica”.
“Por lo tanto, es necesario generar un cambio paradigmático, ampliando el abordaje del problema de la ERC [enfermedad renal crónica], a través de un modelo que analice las variables de inequidad y desigualdad a nivel local, estableciendo indicadores objetivamente verificables que permitan medir el impacto en la salud renal de las poblaciones, con especial énfasis en las más vulnerables y desfavorecidas”, declaran los autores.
Visita la página de Puerto Rico Renal Health & Research: https://www.prrenalhealth.org/en/. Accede al documento “Salud renal poblacional. Un nuevo paradigma para el manejo de la enfermedad renal crónica”: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34202623/.
Este contenido comercial fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.