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En su página web, la Asociación Dental Americana (ADA) plantea un hecho innegable para muchos: “la boca no miente”. No se trata exactamente del acto de decir algo que no es cierto, sino de las consecuencias que los descuidos en la salud oral pueden provocar a un paciente diagnosticado con diabetes.
“De ese tema no se habla tanto como se debería”, admitió la doctora Margarita Vincenty, quien recibe en su clínica a muchos pacientes diabéticos que no dejan de sorprenderla —y de formas no muy agradables.
“Pienso que no los orientan [a los pacientes diabéticos sobre el cuidado oral]. Eso me frustra porque yo lo veo tanto en mi práctica”, indicó Vincenty. “Se les habla mucho de que no deben tener heridas en los pies por los problemas de neuropatía, que se cuiden la vista por la retinopatía y no le mencionan nada sobre la boca”, dijo.
La dentista indicó que, en su clínica, ha visto pacientes que han perdido sus dientes y el asunto los toma por sorpresa. “Nadie les menciona que es una complicación de la condición”, aseguró.
¿Qué padecimientos son más comunes?
Tal como dice en su página, la ADA nombra las condiciones de salud oral de mayor riesgo para las personas que viven con diabetes: “gingivitis (enfermedad temprana de las encías), y periodontitis (enfermedad crónica de las encías)”. Señala, además, que “todo comienza por la acumulación del sarro, una sustancia pegajosa que se acumula sobre los dientes al masticar, y se compone mayormente de bacterias, tanto amigas como perjudiciales”.
Vincenty ha visto mucha inflamación avanzada en las encías –periodontitis—, “sobre todo en pacientes con la diabetes bien descontrolada, se les inflama toda la vascularización de las encías, y les sangran”. De ahí en adelante, dijo la especialista, “comienza un efecto de cadena: pierden hueso (dental)”. Según la doctora, el asunto se agrava cuando hay piorrea –infección de las encías. “Lo veo tanto, mucho más de lo que se imagina”, aseguró.
¿Cuáles son las consecuencias?
“Terminan perdiendo los dientes”, lamentó. “Es un proceso que va, como uno dice, a las millas”.
La piorrea crea complicaciones adicionales. Al tratarse de una infección que se manifiesta con pus, el paciente traga células inflamadas. “Eso les causa mucho reflujo. Es como un desastre”, asintió.
La odontóloga advirtió que el desencadenamiento de síntomas que perjudican la salud oral del paciente diabético puede evitarse. “He tenido muchos casos que tienen cubierta de plan dental, y vienen a hacerse una limpieza cada dos años”, reaccionó, sorprendida. La recomendación de la ADA es que, de manera preventiva, una persona visite al dentista dos veces al año para un chequeo general y limpieza.
Vincenty apuntó hacia la conciencia que, por lo general, muestran los pacientes con diabetes juvenil. “Están más pendientes de sus citas, no fallan con sus limpiezas”, indicó. “Puede ser que estén mejor informados por el acceso a la tecnología”, reflexionó. Sin embargo, la odontóloga piensa que, más que un asunto de edad, el deterioro dental se relaciona con el consumo de alimentos sanos. “Los que comen mucha comida rápida son los que se arriesgan más con esa alimentación que los llena, pero no los alimenta; al contrario, pienso que los intoxica”, recalcó.
“Muchos pacientes diabéticos me dicen tranquilamente que se descuidan al comer, que no han desayunado [cuando vienen a la cita], y eso es preocupante”, aseguró la doctora. “Esas subidas y bajones de [los niveles de] glucosa son el principio de todas las inflamaciones y, después, vienen las complicaciones. Por ejemplo, he visto personas que están en sobrepeso o son ya obesas y, cuando reviso sus resultados de laboratorio, tienen la hemoglobina y los niveles de vitamina B-12 por el piso”, señaló.
Casos de éxito: siempre hay esperanza
Curiosamente, la doctora Vincenty se entusiasma con los “desastres” que le ha tocado atender y se redimieron al mantener su diabetes en control y mejorar su salud oral.
“Tuve un paciente que cada año se sometía a cirugías de encía. En consulta, decidimos realizar sus limpiezas cada dos meses para evitar la acumulación excesiva de sarro”, rememoró. “Según mejoraba, le añadimos un mes a cada período entre visitas hasta llegar a los seis meses” –tal como lo sugiere la ADA porque, según resalta en su publicación digital, para evitar “la naturaleza y la intensidad de la respuesta inflamatoria del cuerpo a la bacteria” en un paciente con diabetes.
“Una persona que mojaba la almohada con sangre en las noches, pudo controlar la situación. Igualmente, modificó sus hábitos alimentarios y se ha mantenido”, reveló.
Por último, Vincenty enfatizó en que, además de las inflamaciones de encía, los pacientes diabéticos deben evitar la boca reseca. “La sequedad en la boca propende a producir más caries”, advirtió la odontóloga. “Hay productos en el mercado que mejoran ese problema pero, como todo, hay que ser consistente para obtener resultados”, aconsejó la doctora.
Este contenido comercial fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.