La insulina es una proteína que produce el páncreas, la cual permite que la glucosa (azúcar) de los alimentos que consumimos entre a nuestras células. De esta forma, esta glucosa puede ser utilizada como fuente de energía. Así que la insulina es esencial para el funcionamiento de nuestro cuerpo.

Cuando desarrollamos diabetes mellitus, podemos dejar de producir insulina o volvernos resistentes a su acción, provocando que la glucosa que consumimos se acumule en la sangre.

Existen tres tipos principales de diabetes mellitus: diabetes mellitus tipo 1, tipo 2 y diabetes gestacional (diabetes durante el embarazo).

La diabetes mellitus tipo 1 es una condición autoinmune que no se puede prevenir y en la que nuestro propio cuerpo ataca el páncreas, causando la destrucción de las células que producen insulina. Aunque es más común que esta condición se produzca en niños y adolescentes, puede ocurrir durante cualquier etapa de la vida.

La diabetes mellitus tipo 2 ocurre por una serie de defectos en el manejo de la glucosa del cuerpo, sin embargo, uno de los más conocidos es la resistencia a la insulina. Nuestro cuerpo responde a esta resistencia, produciendo más insulina. Con el pasar del tiempo, el cuerpo pierde la capacidad de ajustar su producción de insulina y los niveles de glucosa en la sangre comienzan a aumentar. La resistencia a la insulina aumenta con la obesidad, en particular, la obesidad abdominal. Podemos detener o retrasar su desarrollo, mediante la modificación de nuestro estilo de vida.

A la diabetes gestacional, también se le relaciona con la resistencia a la insulina, pero entran en juego hormonas producidas por la placenta, que aumentan los niveles de glucosa. Desarrollar diabetes durante el embarazo está relacionado con una probabilidad del 50 % de desarrollar diabetes mellitus tipo 2 en el futuro.

¿Cuál es el rol de la insulina en la diabetes mellitus?

Repasando la historia, antes de 1921, los pacientes que vivían con diabetes mellitus tipo 1 no podían sobrevivir por más de un año, luego de su diagnóstico. Hasta ese momento, no se tenía ningún tratamiento farmacológico (medicamentos) para la diabetes mellitus y se recurría a dietas sumamente bajas en calorías para tratar a los pacientes. Estos pacientes sucumbían a la desnutrición o a la cetoacidosis. La cetoacidosis ocurre cuando nuestro cuerpo recurre a utilizar la grasa como fuente de energía y se acumulan cetonas en sangre como resultado de ese proceso. Al acumularse las cetonas en la sangre, esta se torna ácida. Este proceso resulta en pérdida de peso, sed y hambre excesiva, cansancio, dolor abdominal, náuseas, vómitos y aliento con olor a frutas.

Para noviembre de 1921, Sir Frederick Banting, Charles Best, John Macleod y James Collip colaboraron para aislar y purificar la insulina. En enero de 1922, administraron por primera vez la insulina a un humano: Leonard Thompson, un joven canadiense de 14 años con diabetes mellitus.

Gracias a todas las investigaciones científicas que sentaron la base para que se lograra aislar y administrar la insulina exitosamente, la diabetes mellitus tipo 1 pasó de ser una sentencia para aquellos que viven con esta condición a ser una condición tratable.

La autora es presidenta de la Sociedad Puertorriqueña de Endocrinología y Diabetología.