Al momento de recibir un diagnóstico positivo, es imperativo que, junto con el reumatólogo, se cree un plan agresivo para tratar la condición.

“La expectativa de vida en este tipo de pacientes es diez años menor que la población general. Aunque la artritis reumatoide puede ser una enfermedad grave y crónica, el manejo adecuado aumenta la posibilidad de experimentar una mejoría efectiva en los síntomas, previniendo los daños permanentes en las articulaciones”, aclaró el doctor José Rodríguez Santiago, reumatólogo en el Doctors’ Center Hospital Manatí.

Existe una variedad de tratamientos para la condición que van desde medicamentos, hasta terapias y cirugías. Entre los medicamentos que más se utilizan están los antiinflamatorios no esteroides, que ayudan a aliviar el dolor y a reducir la inflamación. Suelen conseguirse sin receta bajo la clasificación de over the counter o OTC, por sus siglas en inglés.

Por otra parte, los medicamentos con esteroides o corticosteroides como la prednisona reducen la inflamación y el dolor; además, retrasan el daño articular. Algunos de los efectos secundarios pueden ser debilidad en los huesos, aumento de peso y diabetes.

También se encuentran los medicamentos antirreumáticos que modifican la enfermedad. Tienen como función retrasar el avance de la enfermedad y evitar que otros tejidos sufran daños permanentes. Los más utilizados son el metotrexato (Trexall y Oterexup); la leflunomida (Arava), la hidroxicloroquina (Plaquenil) y la sulfasalazina (Azulfidina). Sus efectos secundarios pueden incluir daño hepático e infecciones pulmonares graves. Los que contienen agentes biológicos suelen ser más eficaces cuando se combinan con medicamentos como el metotrexato. En esta categoría, se pueden encontrar el abatacept (Orencia), adalimumab (Humira), anakinra (Kineret), certolizumab (Cimzia), etanercept (Enbrel), golimumab (Simponi), infliximab (Remicade), rituximab (Rituxan), sarilumab (Kevzara) y tocilizumab (Actemra). Igualmente, los medicamentos antirreumáticos modificadores sintéticos se utilizan cuando los modificadores convencionales y los biológicos no hayan dado resultado. Los más utilizados son el baricitinib (Olumiant), el tofacitinib (Xeljanz) y el upadacitinib (Rinvoq).

El paciente tiene la opción de combinar el tratamiento con la modalidad de terapia ocupacional o física para mantener la flexibilidad en las articulaciones. Si el tratamiento con medicamentos no tiene efecto, la cirugía es otra opción. De acuerdo con la Clínic Mayo, las más comunes son la sinovectomía, que es la remoción del revestimiento de la articulación inflamada; la reparación del tendón, la fusión de articulaciones o el reemplazo total de la articulación.

Las personas con este padecimiento tienen que aprender a vivir con él. La artritis reumatoide puede se una enfermedad crónica y, en ocasiones, debilitante. Con una buena combinación de medicamentos y actividades saludables pueden ayudar al paciente a mantener su independencia y a permanecer activos. Pero, mantener la combinación de tratamiento y medicamentos es esencial. Está en las manos del paciente entender que no puede pasar por alto su salud. Los tratamientos son importantes para que el paso por la enfermedad sea más llevadero y que le permita mantener su rutina diaria”, destacó el reumatólogo.

Como recomendación estas personas pueden utilizar estrategias de manejo para la artritis reumatoide. Algunas son:

  • Técnicas para el cuidado de las articulaciones: mantener las articulaciones en movimiento y mMantener una buena postura
  • Llegar a un equilibrio entre el descanso y los ejercicios. La persona tiene que conocer su límites y no sobrecargar su cuerpo.
  • Una dieta balanceada diseñada para pacientes de artritis reumatoide. Adoptar un estilo de vida que permita perder el peso y mantenerlo saludable.
  • Técnicas para reducir el estrés. La meditación, buscar actividades como sembrar y más contacto con la naturaleza son importantes para lograr la relajación. La salud mental del paciente es importante; cuando el estado de ánimo cambia, causa un efecto progresivo en donde se le dificulta a la persona dormir, por lo tanto, los niveles de estrés aumentan. La ansiedad y la depresión hacen más difícil el manejo del dolor. Healthline.org detalla que eso causa un descenso en varios aspectos de la vida diaria y hasta podría predisponer a la persona a desarrollar una enfermedad cardíaca. Igualmente, todas las relaciones sociales se pueden ver afectadas. En estos casos, contar dentro del equipo de tratamiento con un psicólogo o psiquiatra logrará cubrir todos los aspectos del tratamiento el físico y el mental.
  • Formar un sistema de apoyo entre familiares, amigos y compañeros de trabajo.
  • Dejar de fumar, ya que esto causa tensión en el tejido conectivo y aumenta el dolor.

Consecuentemente, la Clínica Mayo recomienda que las personas eviten actividades que las predispongan a sentir dolor como: correr, practicar tenis, ejercicios aeróbicos de alto impacto o repetir el mismo movimiento una y otra vez.