Con frecuencia, las personas consideran su estrés mental y la ansiedad separados de la salud física.

El término “estrés” es representativo de las experiencias en que las exigencias de nuestro medioambiente, por una situación en particular por la que podemos estar atravesando, superan la capacidad psicológica y fisiológica para poder enfrentar la situación de manera eficaz.

Existen vínculos evidentes entre la salud psicológica y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Según estudios de la Asociación Americana del corazón, “una salud psicológica deteriorada puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y cerebrales”. Es de conocimiento científico que las emociones son manifestadas por señales cerebrales. Emociones como la ira, la tristeza, la angustia, el miedo y la ansiedad, entre otras que nos pueden alterar negativamente, requieren de atención psicológica y mayor cuidado para lograr su autocontrol en el momento que estén sucediendo.

Básicamente, en situaciones emocionales intensas y, sobre todo, cuando se evidencia un estrés crónico y prolongado, se liberan en sangre unas hormonas llamadas catecolaminas, que provocan cambios cardiovasculares y aumentan la frecuencia del ritmo cardíaco y la presión arterial, lo cual nos pone en riesgo de infartos al miocardio o angina de pecho.

Los pacientes muy estresados pueden tener los mismos síntomas de un infarto:

  1. Dolor y presión en el centro del pecho.
  2. Dificultad para respirar.
  3. Sudoración y vómitos.
  4. Aumento de la frecuencia cardiaca.
  5. Aumento de la demanda del oxígeno.

Es importante aprender a manejar nuestras emociones y enfrentarlas para mantener una buena salud mental y cardiovascular. Para el manejo de las emociones y el estrés, te recomendamos lo siguiente;

  1. Presta atención a cómo te sientes. Comienza identificando qué emociones están presentes en ti, y cuán intensas las sientes.
  2. Dialoga con alguien de tu entorno. Compartir tus preocupaciones puede ayudarte a manejar tu situación.
  3. Reduce tus niveles de activación. La respiración y el ritmo cardíaco están íntimamente relacionados; aprende técnicas de respiración y comienza a practicarlas.
  4. Busca tiempo para ti. Dedícate tiempo y practica actividades que te resulten agradables.
  5. Trata de manejar el coraje. Expresa tus frustraciones de forma asertiva, no confrontativa.
  6. Utiliza el sentido del humor. La risa puede ser beneficiosa para la salud, ya que podría reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo.
  7. Elimina el consumo de alcohol, tabaco, estimulantes y cualquier tipo de droga que altere tu sistema fisiológico y emocional.
  8. Los hábitos de alimentación son importantes para mantener un estilo de vida saludable.

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La autora es directora de Operaciones del Centro de Salud Conductual del Centro Médico Episcopal San Lucas.