¿Cuántas veces has estado en sitios que te recuerdan a otros y que realmente no tienen ningún tipo de relación entre sí? Esto se debe, en parte, a la utilización de fuentes de luz con una temperatura de color inadecuada.

La temperatura de color es una medida que se especifica en las lámparas o bombillas, y que se refiere a la apariencia o tonalidad de la luz que se emite desde la fuente luminosa. Viene expresada en grados kelvin y su utilización adecuada influye en la iluminación.

En el diseño de interiores, la temperatura de color influye en la manera en que se aprecian los espacios y el efecto que logra. Como norma general, los colores cálidos (con grados kelvin más bajos, por ejemplo, 2700K) sugieren espacios más íntimos y agradables, adecuados para una habitación, comedor, restaurante o lobby de un hotel.

A medida que la luz se hace más fría, (con grados kelvin más altos, por ejemplo, 5000K), la iluminación se utilizará en lugares que tienen mayor actividad.

Pero, la temperatura de color no solo desempeña una función estética, desde el punto de vista fisiológico nuestro organismo suele asociar los cambios en la tonalidad de la luz con el ciclo del día. Los colores más cálidos los relaciona a horas de descanso, como los que se aprecian en el cielo durante el amanecer y el atardecer, y los colores más fríos son asociados a horas de mucha actividad como en la mitad del día.

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