Cuando don César Castillo Pietri abrió su empresa, en 1942, tenía el sueño de convertirse en un distribuidor. Ochenta años más tarde, esta empresa familiar no solo ha superado su sueño, sino que se ha convertido en líder en la distribución de productos.

Hoy, César Castillo, LLC destaca su indiscutible trayectoria como especialista en servicios de distribución y logística para las mejores empresas farmacéuticas, de dispositivos médicos y bienes de consumo en el área de farmacia (salud/belleza/bienestar, HBW, por sus siglas en inglés).

Mirar hacia atrás para agradecer el ahora y continuar el camino futuro es, para don José Luis Castillo, un preámbulo lleno de anécdotas. Su compromiso personal con el servicio –para él, y para los suyos, el activo más importante de la empresa– denota el respeto y la unión que les ubica como una de las empresas familiares más antiguas y sólidas de la isla.

Los comienzos en medio de una guerra

“Mi papá comenzó todo esto en 1942, en el garaje de la casa donde yo nací”, explicó don José Luis Castillo, presidente de la Junta de Directores de la empresa.

“En ese momento, vendía pañuelos hechos a mano, plumas fuente y bicicletas”. La Segunda Guerra Mundial estaba en todo su apogeo y don César se las ingenió para vender estos productos y mantenerse, a pesar de la situación mundial que se enfrentaba.

“Al final de la guerra, se funda la corporación. Entonces, es que se establece una compañía de distribución de productos farmacéuticos, con un almacén, en la calle Tetuán del Viejo San Juan”, abundó don José Luis.

“Antes de eso, el muchacho que ayudaba en la casa, era el jefe del almacén y entregaba la mercancía. Mi madre era la secretaria y preparaba las facturas en una maquinilla Underwood que conservé por mucho tiempo”, relató.

Con la mudanza a San Juan, el patriarca conectó con otras empresas para convertirse en su representante de fábrica. Sin saberlo, estaba creando la fórmula para expandir sus horizontes comerciales.

Rápido desarrollo en tres décadas

“En los cincuenta, se aumentó la distribución exclusiva de productos farmacéuticos y de las líneas HBW”, destacó. Pronto, el almacén se hizo pequeño y se mudaron a un edificio alquilado en Hato Rey. En la próxima década, el recién graduado José Luis entró a trabajar con su padre. Al mismo tiempo, se empezaron a abrir subsidiarias de la empresa original, para diversificar los servicios ofrecidos a sus clientes, incluyendo la entrega de productos a los supermercados.

Ya en la década de 1970, el espacio alquilado otra vez resultaba pequeño.

“Se compra un terreno en el Parque Industrial Tres Monjitas para construir un edificio, y nos mudamos de nuevo. Más adelante, compramos el solar de al lado para tener más espacio”. Con esas dos inversiones, César Castillo, Inc., consolidó su sitial dentro del mercado, pero aún faltaba mucho por ocurrir.

Crecimiento exponencial en los años ochenta

Con la llegada de los años ochenta, ocurrió el primer cambio de sucesión en la empresa.

“Mi papá se retira y yo asumo el cargo de César Castillo, Inc. y de todas las empresas subsidiarias”, dijo don José Luis.

“Conmigo entran a laborar tres de mis hijos, así que ya la tercera generación de los Castillo se integraba al negocio familiar”, aseguró. En ese momento, empieza a funcionar la división de third-party logistics (3PL) —que surge, según don José Luis, por una necesidad interesante.

“Éramos distribuidores de Schering (una gran empresa farmacéutica que, en 1971, se fusionó con otra empresa, Plough). Cuando Schering Plough decidió establecerse por su cuenta, le presentamos la idea de manejarles la distribución y almacenaje de sus productos, convirtiéndose así en nuestro primer cliente de logística”, añadió.

Entonces, don César Castillo Pietri fallece y su hijo se encargó de mantener el negocio a flote, contando con la bendición de su familia.

“La parte primordial del negocio quedó en mis manos y así continuamos el desarrollo de otros proyectos que ocurrirían más adelante, siempre contando con el apoyo de mi familia”, subrayó don José Luis.

El futuro entre dos siglos

onstruyó un almacén más grande y añadió a su oferta comercial la distribución de productos farmacéuticos recetados.

“Entramos en ese mercado como un prime vendor, gracias a clientes que tuvieron la confianza de pedirnos que nos encargáramos de todo el proceso de suplido”, detalló. Esta década terminó con un edificio construido, con más de 220 mil pies cuadrados, y la compra del antiguo edificio de almacén de JCPenney, con 280 mil pies cuadrados adicionales, al que se mudaron en 2004.

Al presente, la totalidad de los almacenes de esta empresa se calcula en 850 mil pies cuadrados.

El crecimiento dramático de la empresa continuó con una división de productos farmacéuticos de especialidad para el manejo de condiciones crónicas o terminales (como diabetes y cáncer).

En el 2014, César Castillo añadió una división de salud dirigida al cuidado veterinario para mascotas domésticas y animales de finca.

“Para eso, adquirimos la empresa de Nicolás Carrillo, que era el distribuidor más grande de todos esos productos hasta ese entonces”, dijo don José Luis.

“El éxito de César Castillo ha sido apoyar a todos nuestros clientes, ofreciéndoles un servicio integrado de excelencia. Esto les ha permitido ampliar sus operaciones y aportar a la economía de Puerto Rico”, concluyó, satisfecho.