Ha sido frecuente atender el tema de la gestión emocional últimamente, entre clientes y talleres. Todos tenemos emociones, somos seres emocionales y en ocasiones éstas, nos dominan llevándonos de un lado a otro como un yoyo. Entonces queremos controlarlas o eliminarlas, cuando la solución lógica sería atenderlas y gestionarlas, como: coraje, tristeza o frustración. Sin embargo, no siempre sabemos hacerlo, además, ¿son tan negativas como creemos o sirven para ayudarnos en nuestra evolución? Ciertamente depende mucho con la perspectiva que decidimos afrontarlas.

El temor y las emociones que molestan nos traen un mensaje directo que nos conviene escuchar: es momento de mirarnos por dentro, comprendernos y atendernos con valentía. Dar los pasos para sanar, madurar y poder manejar esas emociones de las que no nos vamos a escapar del todo, pero sí las podemos usar como excelentes aliadas en honor al crecimiento personal hacia mejores experiencias. Cuando nos revisamos a nosotros mismos, sin culpa ni vergüenza, podemos encontrar resentimientos, ausencia de perdón o coraje ante personas o situaciones. ¿Por qué retener estas emociones dentro de nosotros?

Si las evitamos sin el intento de comprenderlas y transformarlas en crecimiento, nos arriesgamos a acostumbrarnos a ellas y como consecuencia atraer situaciones que las vuelvan a activar hasta resolverlas del todo. Además de formar un comportamiento o actitudes que van en contra de nosotros mismos. Es saludable y sabio, aceptar que las emociones son propias de seres humanos, se pueden identificar por su nombre, no son nuestras amigas ni enemigas, y más bien, tienen una razón de ser.

Sirven para indicarnos qué tenemos que diligenciar con nosotros mismos, sin ser arrastrados por ellas. ¡Adelante!

Sugerencias:

1. Reconocer que algo en nuestro interior, nos molesta (aunque parece que viene desde afuera) nos disgusta o nos hace sentir mal.

2. Definir cuál es el sentimiento, por su nombre, es el primer paso. Hay personas que se sienten enojados, cuando en realidad están deprimidos, asustados o se sienten culpables.

3. Aprender a identificar la emoción, lo antes posible. Mientras mayor sea su intensidad, más oportunidad tenemos de frente para crecer.

4. Practicar algunas técnicas que nos ayuden a trabajarlas. Como reconocer los diferentes pensamientos que pasean constantemente nuestra mente.

5. Aprender a vivir el presente. Que el pasado nos sirva sólo para aprender de él, no para vivir en él. El futuro debe ser sólo una orientación hacia dónde vamos y cómo queremos llegar.