¿Cuánta paciencia tenemos? La repuesta a esta pregunta es individual, a veces inconsistente, especialmente cuando los asuntos nos sorprenden o se manifiestan opuestos a nuestros propósitos, deseos o planes. Sin embargo, cuando decidimos esperar mientras nos permitimos fluir, además de aceptar lo que no está en nuestro control, vamos fortaleciendo esa fortaleza. La paciencia se puede cultivar y desarrollar cuando así lo decidimos, esta se trabaja y se revela según las situaciones. Es la actitud que nos lleva a poder lidiar con los contratiempos y dificultades para conseguir algún bien.

Identifica lo que te provoca impaciencia: Identifica las situaciones o personas que te provocan impaciencia.

Cambia tu perspectiva: Trata de ver las situaciones como oportunidades para aprender y crecer.

La palabra paciencia proviene del latín pati, que significa sufrir. Patiens se introdujo al castellano como paciente, o “el que sufre”. Comprendamos que la incomodidad es parte natural de vivir, no todo nos hará feliz o sonreír, es parte del camino y fundamental para crecer. La paciencia es rasgo de una personalidad madura. Es la virtud de quienes saben esperar y tolerar las contrariedades, las adversidades con fortaleza y resiliencia. Así mismo todos nos podemos identificar con momentos en los que somos más pacientes que en otros, seamos compasivos con el proceso de evolución en el que estamos a diario. Ocuparnos permite que nos superemos a nosotros mismos al esperar con calma a que las cosas sucedan, así no dependan estrictamente de uno. Para ayudarte, es importante reconocer lo que te provoca la impaciencia. Identificar las situaciones o personas que te provocan impaciencia. No para juzgarles sino para cambiar tu perspectiva. Trata de ver las situaciones como oportunidades para aprender y crecer.

Sembrando paciencia en las acciones nos hacemos más tolerantes a las situaciones incómodas o personas que nos reten, reconociendo siempre que hay un bien mayor detrás de eso. La empatía y la gratitud son dos herramientas muy poderosas que facilitan la paciencia.

De hecho, está comprobado que nos hacemos más fuertes en la adversidad porque aprendemos a ser pacientes. Démosle la bienvenida a la adversidad con un corazón humilde y vivamos con paciencia cada instante y cuando la perdamos, volvamos a recuperarla. Un día a la vez.

Sugerencias:

1. Meditar a diario por diez minutos dos veces al día.

2. Mantener el enfoque en el presente.

3. Sacar tiempo para el silencio y la reflexión sobre temas de crecimiento personal.

4. Hacer ejercicios físicos.

5. Dormir el tiempo necesario para su atender el cuerpo y la mente.

6. Servir y dar a otros rutinariamente.

7. Practicar la empatía y la gratitud.

8. Disminuir la velocidad y toma pausas.