Esta semana se ha repetido entre clientes y en el retiro la oportunidad de observar cuántas veces nos señalamos sin ninguna misericordia, a nosotros mismos como que estamos “mal” o haciendo algo que está “mal.” Impartiendo con severidad un señalamiento que bien se puede transformar en una acción o forma de pensar que podemos cambiar.

Y así mismo nos pasa con otras personas. ¿Por qué nos señalamos unos a otros desde la percepción de que alguien está mal y alguien está bien?

Es posible que si dejáramos de hacerlo se acabarían los programas de chismes, las comedias cargadas de cinismo y estereotipos, las peleas de los gobernantes, las luchas de ego y nos tengamos que preguntar: ¿Y ahora qué? Me recuerda la conversación que tuve con una señora que conocí en Los Ángeles, hablábamos sobre el juicio, rememoro claramente sus palabras y convicción de que eso es lo que hacemos todos.

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La oportunidad que nos regala el tema es que tenemos la opción constante de mirarlo, mirarnos, y revisarnos, también sin juicio. Nuestras palabras y formas de pensar para ir creando un nuevo hábito. ¿Por qué siempre alguien está bien y alguien mal, si cada cual está viviendo la experiencia desde su proceso? ¿No será mejor, expresarnos desde nuestros sentimientos? Y así hacernos responsables de nosotros mismos.

Si lo reflexionamos con calma y también en misericordia con nosotros mismos, ¿qué nos da el poder de señalar el camino y las decisiones de los demás? Cada cual está en su camino, haciendo las cosas según sus decisiones y desde donde mejor puede. Si bien siempre hay espacio para mejorar, el proceso de cada cual es sabio comenzarlo a ver como uno sagrado. Nadie es mejor que nadie. Estamos todos en un proceso, donde también se nos da la oportunidad de responsabilizarnos y decidir: cómo, cuándo, con quién, para qué, y por qué.

El comprender con firmeza que todos estamos haciendo lo mejor que podemos -o por lo menos intentándolo-, y que igualmente nos inspirar a mejorar buscando técnicas, hábitos nuevos y practicándolos, esto nos ofrece mucha más libertad y paciencia en el camino.

Celebremos la vida de todos, respetemos las decisiones y formas, si entendemos que otros tienen que mejorar, es porque nosotros también podemos mejorar y nos debemos lanzar a intentarlo.

Sugerencias:

1. Haz lo necesario para mantenerte liviano emocionalmente

2. Perdona a diario, todo lo que ocurre que no está en tu control y te causa emociones negativas

3. Observa tus pensamientos y acciones cuando sean negativos intenta transformarlos al momento

4. Esfuérzate para vivir desde tu mejor versión

5. Desecha la crítica constante hacia los demás o a ti mismo

6. Recuerda que nadie es mejor ni peor que nadie

7. Respetemos para que nos respeten