Desde hace bastantes revoluciones solares escucho que el mundo se va a acabar, que todo está mal y que las cosas no son como antes.

Sin duda son tiempos donde la intolerancia y la violencia menudamente gobiernan las acciones y actitudes de cada uno de nosotros. Sin embargo, tengo la convicción de que tenemos la capacidad de transformar esta realidad. Fortaleciendo la fe y desarrollando nuestra pasión por crear la vida que queremos, podemos comenzar con nosotros mismos.

Opté por en vez de señalar hacia fuera todo lo que no sirve, está mal, o bien (ante mis ojos y de algunos que estén de acuerdo). En vez de apuntar al prójimo, o tan común, hacer responsable a la gente, a los políticos, jóvenes, adictos o mandatarios, y de esa manera sacarme de la ecuación en un esfuerzo por evitar responsabilizarme de mis acciones, que de seguro sí tienen un efecto en el entorno. Opté por mirar hacia adentro. Con la suavidad del abrazo de una abuela o de una madre, miré y después de lidiar con ciertas turbulencias, entonces encontré algo que nos une a todos y que seguramente nos libera de caer en el hueco de la desilusión repetitiva, amargura o círculos viciosos.

Seguramente algunos suspiramos cansados. La inteligencia y la rutina a veces nos vuelve cínicos, sin embargo, la sabiduría no está completa en los libros, ni en ocuparnos tanto hasta olvidarnos de vivir. Requiere apertura hacia nuestras vivencias como maestras para llevarnos hacia nuestra mejor versión.

¿La respuesta? El amor. ¿Parece difícil? Cuando estamos de esclavos de nuestro ego sí lo es, sin embargo indiscutiblemente posible. ¿Para qué vivir con la presión de querer ser algo que no somos, de tener algo que no podemos o tal vez no nos conviene? ¿Será que sí es posible que las cosas cambien si cambiamos nosotros mismos uno a uno?

Les invito a que hagamos limonada, si del cielo caen limones, a danzar bajo la lluvia en medio de la tempestad, hacer grandes hazañas en días turbios desde el amor que no podemos negar, hay entre nosotros.

Escuché una vez: es mejor estar en paz que tener la razón. ¡Y si lo practicamos se siente una gran diferencia! Les invito a que sinceramente hagamos reflexión de nuestras vidas para crear y no destruir o destruir en sabiduría para crear otra vez. ¿Y lo mejor, por qué? Porque realmente no sabemos hasta cuándo tendremos la oportunidad para darlo. ¡Adelante!

Sugerencias:

1. Sé amable contigo mismo en el proceso de dar lo mejor.

2. Si sabes que puedes mejorar en algo sé persistente y que nadie te detenga.

3. Permítete tiempo para descansar. Honra la necesidad de hacer pausas reales para el silencio y el descanso.

4. Nutre tu cuerpo con alimentos que sabes que sirven para tu bienestar.

5. Incluye a tu ritmo el ejercicio en tu rutina diaria, no olvides activar la serotonina.

6. Da lo mejor por ti y por los demás, todo comienza con uno mismo.

7. Apreciemos los momentos difíciles, son grandes maestros.