Cada vez que reaccionamos y por ello creamos un corto circuito, cada vez que nos damos cuenta de que lo podemos hacer diferente o mejor, cada vez que procrastinamos, hay dos invitaciones que se presentan. Luchar para buscar la perfección que nunca se alcanzará o aceptar la oportunidad de continuar creciendo y evolucionando.

Aceptarnos como somos es el primer paso y fundamental para acercarnos al amor propio y hacia los demás, como modo de vida. Sin darnos cuenta pretendemos que las finanzas, la salud, el trabajo, las relaciones, los sueños, un mundo sin violencia, las reacciones de otros, sonrisas, y abundante alegría, sean perfectos y constantes. Suena bien, ¿verdad? Sin embargo, si así fuera, ¿podríamos crecer?

Relacionadas

Necesitamos el desafío para seguir en la espiral de la evolución. La idea de encontrar fuera de nosotros lo que en nosotros no está, es como querer lograr un resultado nuevo sobre algún asunto, haciendo exactamente lo mismo.

Precisamente eso que vemos fuera que no nos gusta, dentro de nosotros hay que atenderlo, es como un espejo, un reflejo que nos avisa.

El paso principal y el más valiente, es el reconocerlo. Aceptarnos unido con el amor, y el camino se hará más real y armonioso cuando nos atendemos con empatía, con genuina comprensión, con el conocimiento de que nunca seremos máquinas programadas, sino seres humanos. Que podemos ser honestos con nosotros mismos y si damos lo mejor, estaremos compartiendo nuestra mejor versión a nuestra vida y a los demás.

Si todo fuera perfecto, la tolerancia, el amor, la compasión y el deseo de evolucionar no existirían. Celebremos andar en el camino, día a día, aprendiendo, cuidando aceptar los desafíos y alegrarnos de lo perfecto que se siente precisamente, no serlo.

Sugerencias:

Practicar la tolerancia diariamente.

Buscar algo positivo en todos los asuntos.

Confiar en ti, en la gente y en la vida.

Potenciar la seguridad en ti y tus decisiones.

Escuchar con atención con intención de comprender.

Practicar la compasión y la empatía.

Vivir en coherencia entre lo que piensas, lo que sientes y lo que haces.