En poco tiempo, tres clientes coachees pidieron perdón por llorar durante su sesión. Es como pedir perdón por sentir, por ser seres humanos. Muchas personas relacionen el llanto o la expresión de sus emociones como una debilidad y la vulnerabilidad como algo que hay que eliminar de nuestra conducta. Todos tenemos emociones y en ocasiones nos dominan. Es saludable observarnos, mantenernos en contacto con nosotros mismos, para conseguir una equilibrada fortaleza que nos ayude a evitar un error cuando nos dominen.

Por eso, la gestión emocional es relevante para atendernos y lidiar con lo que sentimos de manera sana. Lo que conocemos como coraje, ira, tristeza, frustración o desilusión son las que más se intentan ignorar o meter debajo de una alfombra, logrando el efecto contrario.

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Lo que sentimos nos trae un mensaje directo y contundente que nos conviene escuchar. Es momento de mirarnos con valentía, conocernos mejor, sin juicio y dar los pasos para sanar y poder manejar esas emociones de las que no nos vamos a escapar, pero que las podemos usar como excelentes aliados en honor al crecimiento personal y evolución hacia mejores experiencias.

Cuando nos revisamos sin temor podemos encontrar resentimientos, carencia de perdón o coraje ante personas o situaciones. ¿Por qué mantener estas emociones dentro de nosotros? Al no revisarlas y permitirnos sentirlas sin el intento de comprenderlas y transformarlas en crecimiento, nos arriesgamos a acostumbrarnos a ellas y como consecuencia atraer situaciones que las vuelvan a activar.

De paso, con el tiempo nos pueden enfermar. Así que conviene, por nuestra salud mental y física y nuestra aportación benévola a este mundo, sentir nuestras emociones, transmutarlas con mecanismos o ejercicios específicos y con paciencia a nosotros, gestionarlas.

Si hay que llorar, se llora; si hay que reír, se ríe; si hay que sentir frustración, se siente con responsabilidad, transparencia y sin disculpas, pero gestionándolas.

Sugerencias:
  • Aceptar que las emociones tienen una razón de ser, lo contrario sería ser autómatas.
  • Reconocer que algo en nuestro interior no está sano o resuelto cuando algo nos molesta (aunque parezca que sea un ataque desde afuera de nosotros).
  • Definir cuál es la emoción que se siente es el primer paso.
Hay personas que se sienten enojados, cuando la causa de la emoción es tristeza o culpa.
  • Practicar técnicas que nos ayuden a gestionarlas.
Por ejemplo, preguntarse uno mismo “qué siento”, “qué pasó para llegar a sentirme así”.
  • Reconocer los diferentes pensamientos que pasean constantemente nuestra mente cuando se sobre piensa.
  • Aprender a vivir en el presente.
Que el pasado nos sirva sólo para aprender de él, no para vivir en él.
Que el futuro debe ser sólo una orientación hacia dónde vamos y cómo queremos llegar con nuestras presentes acciones.