Desde que despertamos en las mañanas estamos tomando decisiones. Cómo nos vestimos, qué comemos, qué almorzamos, cómo nos expresamos y sin planificarlo mucho, hasta lo que pensamos. Al observarlo podemos entendernos mejor y comprender el por qué nos suceden las situaciones. Cada acción y pensamiento genera una consecuencia y a su vez es una decisión. Acostumbrados a que estos pasos se den en automático, se nos olvida que los asuntos emocionales también son decisiones tomadas. Aunque nos llegue un pensamiento que no queremos atender, surge para avisarnos cómo estamos por dentro. Algo interesante es que tenemos la oportunidad de reinventarnos y hacer transformaciones internas constantemente mientras andamos en la búsqueda de simplemente ser mejores personas y desde el amor.

Es por eso que estamos propensos y vulnerables a vivir experiencias que nos desequilibren el ánimo, precisamente para ayudarnos a dar los pasos de crecimiento, de hecho, es constante.

Queremos vivir amando y sintiendo el amor de otros, está probado que es la mayor necesidad de todos y la energía vital que nos une.

Pero, ¿existe el amor sin el perdón? Si no hay perdón, no se puede alcanzar vivir ese estado de libertad al que le llamamos amor. Que igual nos lleva al respeto y la empatía. Ahora, el amor no es un principio egoísta que se aplica convenientemente según la necesidad de quien lo pretende compartir. Es decir, valorar y atender los sentimientos y necesidades de las personas queridas es fundamental para expandir saludablemente esa energía a la que llamamos amor. Por nosotros y para los demás. El perdón, a uno mismo, a nuestros cercanos, ayuda como medicina para acercarnos a la encomienda, ya que en el camino se cometerán errores. Cuando hablemos de amor, revisemos: ¿Hemos perdonado?

Como todo es una toma de decisiones y elecciones, también podemos decidir perdonar o solicitar el perdón cuando nos toca, desde un lugar liberador y honesto, para poder vivir en amor y libertad. No basta con decir te perdono, o me perdono, es fundamental que haya un trabajo sincero, profundo e interno en

cuestión y esto se logra conociéndose uno a uno mismo primero. La gente, familiares, jefes, amigos o parejas, no van a reaccionar siempre o ser exactamente como queremos, perdonar se debe hacer ley en cada libro personal.

Cuando no perdonamos a quien único hacemos daño es a nosotros mismos y ahí entra el tema del amor propio. ¿Te amas tanto como para hacerte daño?

Antes de que las acciones de otros nos afecten tanto, decidamos tener compasión, no sabemos por lo que está pasando el otro cuando actúa. Seamos hoy compasivos con nosotros y con todos en nuestro alrededor.