El ejercicio intenso, como correr un maratón, podría causar un descenso de una sustancia grasa que recubre las neuronas y facilita su funcionamiento, la mielina, según ha comprobado un estudio realizado por investigadores españoles que recoge este lunes la revista Nature Metabolism.

El ejercicio físico intenso obliga al cuerpo humano a recurrir a sus reservas energéticas, primero a los hidratos de carbono y posteriormente a las grasas cuanto los primeros se agotan.

La mielina, que actúa como aislante neuronal, se compone principalmente de lípidos, y estudios previos con ratones ya habían indicado que también podría actuar como reserva energética en condiciones metabólicas extremas.

Para probar si ocurre lo mismo en humanos, los investigadores hicieron resonancias magnéticas a diez corredores de maratón (ocho hombres y dos mujeres) antes y 48 horas después de que hicieran una carrera de 42 kilómetros.

La prueba se repitió dos semanas después de la carrera, y dos meses después.

Al cabo de dos semanas, los científicos vieron que las concentraciones de mielina habían aumentado sustancialmente, pero aún no habían alcanzado los niveles previos a la carrera, y que la mielina perdida se recuperaba totalmente dos meses después del maratón.

La reducción de mielina afectó a 12 zonas de materia blanca del cerebro relacionadas con la coordinación motora y la integración sensorial y emocional.

Los autores concluyen que la mielina puede considerarse una fuente de energía cuando se agotan otros nutrientes cerebrales durante el ejercicio físico intenso.

El estudio, advierten, tiene limitaciones, ya que el tamaño de la muestra es pequeño y es necesario seguir haciendo pruebas a un grupo mayor, además de seguir investigando para evaluar si estos cambios tienen algún efecto sobre las funciones neurofisiológicas y cognitivas asociadas a esas regiones cerebrales.

Consecuencias desconocidas

“La evidencia científica demuestra que el ejercicio moderado aporta numerosos beneficios a la salud es muy sólida. Sin embargo, las consecuencias del ejercicio extremo, cuya práctica ha ido en aumento en los últimos años son, en gran parte, desconocidos”, señala Eduard Guasch, electrofisiólogo cardíaco en el Hospital Clínic Barcelona, al noreste de España, en una reacción recogida por Science Media Centre España.

Guash explica que el ejercicio extremo genera una sobrecarga y un estrés hemodinámico y energético mucho mayor y de más larga duración al organismo, generando incluso un periodo proinflamatorio transitorio tras el ejercicio.

En el caso de este estudio, indica que “lo más importante sería identificar si esta reducción de mielina -por el ejercicio intenso- tiene un impacto clínico a corto y largo plazo”. A su juicio, deberían estudiarse cuales serían las consecuencias a largo plazo, especialmente en atletas altamente entrenados que llegan a completar varias maratones anuales, potencialmente sin recuperar niveles de mielina previos a la carrera.

El experto recuerda que hay estudios que señalan que a nivel cardiovascular, cada episodio de ejercicio de muy elevada intensidad podría infligir un microdaño al corazón, y su acumulación a lo largo de los años sería el sustrato para el desarrollo en algunos pocos atletas de arritmias.