El deseo de ser como en la foto
¿En qué consiste la dismorfia del selfie, un trastorno que va en aumento?
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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La dismorfia del selfie, un tipo de trastorno dismórfico corporal, gana terreno a grandes pasos y fija en su punto de mira las poses, los filtros y la falsa naturalidad que se promueve en las redes sociales.
Y es que, pese a que la distorsión de la autopercepción no es una novedad, ha surgido un nuevo concepto ligado a ello: desde el Boston Medical Center ya se habla de la “dismorfia del selfie”, un trastorno dismórfico corporal (TDC, enfermedad mental en el que no se puede dejar de pensar en uno o más defectos percibidos o defectos en la apariencia) que agrupa a un tipo de paciente que busca pasar por el bisturí con tal de parecerse a sus propias fotos retocadas.
Hablamos con la profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) y directora de la iniciativa social “cultura emocional pública”, Mireia Cabero Jounou, para conocer en mayor profundidad este extendido fenómeno y las bases sobre las que se asienta.
El papel de las nuevas tecnologías es clave para comprender la cabida de este trastorno en la sociedad actual. En este sentido destaca el estudio sobre TDC elaborado por la Universidad Católica de Chile, que estima que el primer pico del trastorno dismórfico corporal aparece a los 16 años aproximadamente. Todo esto sabiendo que, según datos del 2021 del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 70 % de los menores entre 10 y 15 años disponen de un celular.
En otras palabras, la interacción social a través de las pantallas cada vez es más temprana y, con ello, la asimilación de ideales de belleza inalcanzables también. Porque la exposición a redes sociales no es otra cosa que eso: ver la falsa perfección e intentar alcanzarla.
Las adolescentes, víctimas de las redes
La interacción en redes, como consumo activo de esos ideales, hace que el trastorno dismórfico corporal se abarque de otra forma. La cercanía con los famosos, definida por la comunicación de igual a igual, hace que se asuma como “verosímil” la realidad digital, con todo lo que ello implica.
Esta importancia que se le da hoy a lo que se muestra en redes cambia todo. Hasta las prioridades: así, las mujeres de entre 16 y 25 años se estima que pasan hasta cinco horas a la semana tomando, retocando y compartiendo selfies, teniendo esto estragos incuestionables en la autoestima y autopercepción.
¿Cómo afecta a mujeres?
Según un estudio de la Universidad de Oxford (Core Clinical Feautures of Body Dysmorphic Disorder) el TDC se manifiesta, como norma general, de diferentes formas en función del género. En el caso de las mujeres, las áreas que más preocupan son
- Nariz
- Muslos
- Caderas
- Piel
Estas inseguridades y la forma que tienen de solucionarlas solo desembocan en frustración.
“La operación se entiende como un medio para la resolución del problema cuando el problema es psicológico”, asegura Mireia Cabero.
Síntomas de “dismorfia del selfie”
Hay ciertas conductas que pueden connotar este trastorno psicológico. De esta forma se distinguen:
- Necesidad de camuflaje, que se manifiesta con el empleo de maquillaje, ángulos, posturas que puedan favorecer nuestra imagen
- Comparación con uno mismo y los demás
- Conducta de verificación, que consiste en mirarse de forma compulsiva e insistente al espejo
- Pellizcarse
- Inseguridad
- Baja autoestima
- Conductas evitativas, como puede llegar a ser cancelar citas con tal de no ser juzgados
Pero, ¿por qué tanta preocupación por el físico? El ideal de la perfección, según indica Daniel S. Hamermesh, es fruto del sesgo de aceptación que implica encajar en el ideal de belleza.
Empezar por la educación
Dada la situación, la única cuestión que queda por abordar es la manera en la que podemos llegar a “apaciguar” la aparición de este tipo de trastornos.
“Somos una sociedad perezosa: es mucho más fácil que me corten las pulgadas de más que aprender a desarrollar una sana autoestima”, reflexiona Cabero.
Y, aunque los nuevos movimientos “body positive” y la aparición mediática de nuevos conceptos de belleza legitimen de forma inmediata ideales fuera de lo normativo y se tornen en algo esencial, todavía no son suficientes. “Es suficiente a nivel cognitivo, lo comprendemos a través de la reflexión, pero no es suficiente a nivel emocional, porque seguimos deseando llegar a esa perfección”, asegura.
La experta destaca que compararnos con lo que no es real es tan dañino como imposible. Para dar con la solución, la respuesta, una vez más, es la educación.
- Emocional: la educación de la interioridad permite tener herramientas emocionales para afrontar adversidades y construir un espíritu crítico propio.
- Autoconcepto y autoestima: construido a través de esas herramientas emocionales anteriormente mencionadas.